martes, 7 de octubre de 2025

«Como María, a los pies de Jesús... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY

Escribo ya bastante tarde un poco más relajado, luego de que esta tarde me quitaron los puntos de la encía y me controlaron la infección en la garganta... es que, como dicen a veces llueve sobre mojado. Gracias a eso pude ya celebrar la santa misa de nuestra patrona: «Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás» gozando de un momento maravilloso con la gente más cercana a la comunidad, ya que la fiesta solemne se traslada al domingo para que todos, especialmente trabajadores y estudiantes, puedan asistir. El día 5, monseñor Alonso Garza, obispo emérito de Piedras Negras y gran amigo, presidió la misa solemne. Hoy, pudiéramos decir, la cosa fue más casera y por supuesto no faltaron las enchiladas al salir de misa desafiando el tormentón que en segundos hizo que se vaciara el cielo nicolaíta, que estaba cargado de nubes.

El Evangelio de hoy (Lc 10,38-42) nos presenta el conocido pasaje de Martha y María, en el que destaca la presencia de esta última a los pies de Jesús escuchando su palabra. Hoy que celebramos a Nuestra Señora del Rosario he pensado que seguramente esta mujer, aunque la Escritura no lo menciona, siendo amiga de Jesús, con sus hermanos Marta y Lázaro, sería también amiga de la Virgen, a quien contemplaría en otras veces a los pies de su Hijo Jesús y por eso la imita. Esta actitud tiene entonces tiene un significado muy profundo para nosotros: implica de hecho de que ella, imitando el «Sí» de la Madre de Dios, que personifica a la esposa amada del Señor, que es la Iglesia, nos invita a escoger siempre la mejor parte, haciendo lo que él nos diga. No en vano en esa ocasión, dirigiéndose a Marta, agobiada por el quehacer, Jesús le dice: «Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria». La Virgen, queridos hermanos, nos enseña muy bien cuál es esa sola cosa necesaria. Ella es la que ha creído y ha vivido inmersa en Dios. En nuestro ser y quehacer, como en la vida de los hermanos de Betania a los que hoy visita Jesús, María, la Madre de Dios, la Virgen del Rosario, entrelaza su vida con la nuestra. 

¿Quién de nosotros no ha pasado por momentos maravillosos de gozo como Ella, que quedó llena de alegría con el anuncio del ángel? ¿Quién de nosotros no ha experimentado la luz de Cristo que nos saca de tantos apuros como en aquella ocasión que faltaba el vino y gracias a María alcanzó y sobró? ¿Quién de nosotros no ha experimentado el dolor como María, que ciertamente lloró ante el cuerpo lacerado de su Hijo al ser bajado de la Cruz? Y por último, ¿Quién de nosotros no mantiene viva la esperanza en la gloria del Cielo como Ella, que con su confianza y perseverancia nos invita a esperar?  Con razón la beata María Inés, en una sencilla cartita que dirige a su hermana Tere, esposa y madre de familia le dice: «No dejen de rezar en casa todos los días el Santo Rosario. Acuérdate como les pidió esto con mucha instancia, la santísima virgen a los pastorcitos de Fátima. Es el pararrayos en las familias, por ese medio la madre de misericordia derrama torrentes de gracias, preserva del mal, y nos ayuda a ser cada día más semejantes a su divino Hijo». Que Ella nos siga acompañado en todo momento, en todo tiempo y lugar de gozo, de luz, de dolor y de gloria. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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