lunes, 11 de abril de 2022

«Jesús y el perfume»... Un pequeño pensamiento para hoy


El Evangelio de hoy (Jn 12,1-11) nos presenta algunos de los personajes de las últimas horas de Jesús y nos anticipa el tema de la resurrección con la presencia de Lázaro. El complot contra él se va concretando poco a poco. Los que conocían de cerca a Jesús tenían que imaginarse que algo iba a suceder. Por eso todo lo que él hace en estos últimos días cobra un valor insospechado. También los gestos de los que lo rodean. Como el detalle de María ungiendo los pies de Jesús con un costoso perfume. Y en eso me detendré para la reflexión: en el perfume. Lo que hace María, la hermana de Lázaro es un signo de amor y cariño. Es una manera de decir: aunque otros te desprecien y condenen, para mí eres mi único Señor. Es arriesgado hacer eso con uno que va a ser condenado a muerte. Un interrogante se abre para nosotros. ¿Hasta dónde llega nuestro amor por Jesús y su Evangelio?

Leyendo el relato de hoy vemos que la casa en donde está Jesús, que es la casa de sus amigos de Betania, se llena de la fragancia del perfume que María derrama sobre él. No se trata de una colonia barata sino de un fino perfume de nardo, auténtico y costoso. Sólo el amor auténtico puede producir este derroche de belleza, porque sólo el amor sabe ir a lo esencial, a ese centro en el que la verdad, la bondad y la belleza se manifiestan unidas. Judas, mientras tanto, anda por los márgenes. Cree que da en el clavo porque exhibe una actitud calculadora y un aparente interés por los pobres. Pero hace el ridículo. 

Sólo María de Betania, la que había escogido la mejor parte, sabe lo que toca hacer en este momento, es una experta en ir al centro del misterio. Por eso encuentra el símbolo adecuado en los días previos a la muerte de Jesús. María de alguna manera nos representa a los que queremos a Jesús y lo manifiesta antes de que sea tarde y sólo quede tiempo para las lamentaciones. Ella no es una embalsamadora de muertos sino una perfumadora de vivos. Está perfumando al Jesús que, en su corazón, ya ha resucitado antes de morir. Por eso, la casa se llena de la fragancia de la vida. Hay que preguntarnos: ¿Cómo huele la fe que hoy vivimos? ¿Huele a recinto cerrado, húmedo, miserable? ¿O huele al nardo de la libertad, de la alegría, de la entrega? Perfumar al Jesús que vive hoy es una de las dimensiones más refrescantes de nuestra fe. Vivamos bajo la protección de María, estos días intensamente. ¡Bendecido Lunes Santo!

Padre Alfredo.

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