Hace 56 años mis padres, Alfredo y Blanca, se juraron vivir para siempre en el amor que se tienen como esposos. Esa fidelidad y perseverancia en el amor, lo sabemos, es fruto de la gracia de Dios y del re-estreno diario que hacen de ese amor. La gracia propia que se recibe en el sacramento del matrimonio no es estática, sino que fluye diariamente en un dinamismo que, en ellos dos, ha continuado viva años y años. Esa gracia siempre ha estado presente en mis padres y se ha manifestado según la voluntad de Dios y en una vida de familia en la Iglesia.
Ayer, acomodando unos libros en la Biblioteca de la casita de Alfredo y Blanca, dimos con el periódico "El Norte" del 19 de junio de 1960, en el que aparece la foto de los novios y la crónica que ahora copio tal cual:
«Ayer, a la una de la tarde, en el Templo del Espíritu Santo, de manos del Sr. Pbro. don Salvador Martínez, recibieron la bendición nupcial la guapa y gentil Srta. Blanca Margarita Rangel Montoya y el Sr. Alfredo Leonel Delgado Laurel.
La encantadora novia entró al sagrado recinto del brazo de su señor padre el Sr. Gerónimo Rangel González, luciendo una hermosa creación de primavera (que ella misma diseñó). Siguiendo en la comitiva el novio del brazo de su señora madre doña Dora H. Laurel Vda. de Delgado y la corte de amor integrada por las guapas señoritas Elida Ayala G., María Luisa Ayala G., Sylvia Iga, Loretta Frech, Rosamagda Guajardo, Guadalupe Fernández, Rosa González y Cristian González. Las madrinas fueron las señoritas Romelia Yolanda Delgado L., de anillos; Teresita González Lozano, de ramo; Delia Sánchez Laurel, de arras; Guadalupe Fernández, de libro; Olga Peña González, de Rosario; Rosamagda Guajardo, de guantes y Ernestina Laurel de abanico. Marcela Medina, de aretes, Ana María Treviño, de pañuelo, la Sra. Margarita Valdez Vda. de Bernal, de cake; Martha Elsa Villarreal de copas y Melva Sánchez Laurel, de álbum.
Después de la ceremonia de bendición de arras y anillos, los novios escucharon la Misa de Velación estando cerca de ellos sus padres el Sr. Gerónimo Rangel González y la Sra. Dora H. Laurel Vda. de Delgado, así como sus padrinos los señores Nicolás Martínez y Sra., Joel B. García y Sr. Hugo Garza y Sra., Celestino Pineda y Sra., Alejandro Garza Galván y Sra., y los padrinos de cojines Sr. Raúl Treviño y Srta. Amelia Chavarría.
A la hora del Santo Evangelio, el Sr. José Juan Delgado Laurel y la Srta. Angélica Azucena Rangel Montoya, colocaron sobre los hombros de los contrayentes el simbólico lazo de unión.
CEREMONIA CIVIL
En la residencia de la novia, el pasado día once se celebró la ceremonia civil ante el Oficial Primero del Registro Civil Sr. Enrique Barrera Leal, formando como padrinos y testigos los señores Ildefonso Treviño y Sra., Eugenio Llanos y Sra., Julián Morales y Sra., José Sánchez González y Sra., Silvestre Peña González y Sra., Sr. Merced G. Rangel y Sra. y Mario Chejade y Sra.
Después de la ceremonia religiosa se efectuó un brindis familiar en la residencia de la familia Rangel, donde la feliz pareja recibió las felicitaciones de sus amistades y familiares.
Más tarde los novios salieron en placentero viaje de luna de miel a la capital de la República y el puerto de Acapulco y otras poblaciones del sur del país."
En una sociedad como la nuestra en que ahora se le da tanto valor al yo, a lo individual, al «ego» como dicen muchos, vemos cómo, cuando se vive de amor y se destila amor... hay unidad, hay entrega, caridad, cooperación y una actitud de protegerse y cuidarse mutuamente por años, quinquenios y décadas. El matrimonio es la base para una familia plena; y es un lugar privilegiado en donde se aprenden los valores morales, espirituales y el buen uso de la libertad, es la primera escuela de valores y el primer centro de catequesis para la niñez; es la iglesia doméstica donde aprendemos a orar, es decir, a conversar con Dios y a amar con perseverancia y fidelidad. Es lo que Alfredo y Blanca nos han heredado en vida a Eduardo mi hermano y a mí.
Un corazón enamorado es un corazón siempre despierto, ilusionado, incandescente; un corazón que sabe vivir día a día a la sorpresa de Dios; un corazón que anhela siempre dar calor en una fecundidad espiritual que sigue dando vida.
Gracias por enseñarnos con su matrimonio que el amor verdadero es una decisión, no un sentimiento. Gracias por enseñarnos que el amor entre un hombre y una mujer puede mantenerse siempre fresco y durar hasta la muerte. Gracias por enseñarnos que el amor de esposos es fiel y como tal es constancia en lo próspero y en lo adverso; en la salud y en la enfermedad. Gracias por enseñarnos que el esposo y la esposa busca en el otro no algo para disfrutar, sino alguien a quien hacer feliz. Gracias por mostrarnos que el amor matrimonial nunca puede estar ocioso y Gracias por enseñarnos en familia a amar a Dios sobre todas las cosas con un amor total y totalizante y a valorar el significado del «Sí» como el que dio María en unión de José en la casita de Nazareth en torno siempre a Jesús.
Hoy, tanto Alfredo como Blanca, rememoran y renuevan aquel compromiso que hicieron aquel 18 de junio de 1960.
«Oh Dios, Señor del universo,
que al principio creaste
al hombre y a la mujer
e instituiste el vínculo conyugal;
bendice y confirma el amor de mis padres
y el de todos los matrimonios,
para que expresen siempre
en su vida, el sacramento
que celebraron y re-estrenan cada día en la fe.
Por Jesucristo nuestro Señor». Amén
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