domingo, 19 de junio de 2016

«DÍA DEL PADRE»... Una reflexión en torno a los valores de la paternidad responsable


La celebración del «DÍA DEL PADRE»  nació en Estados Unidos de la gratitud de una hija, Sonora Smart Dodd, hacia su padre, el veterano de la guerra civil Henry Jackson Smart. La esposa de Henry falleció al dar a luz a su sexto hijo y él cuidó y educó a sus hijos sin ayuda y con todo el cariño del mundo en una granja del estado de Washington. A Sonora se le ocurrió la idea de celebrar el Día del Padre mientras escuchaba un sermón del Día de las Madres en 1909. Al principio propuso el 5 de junio, fecha del cumpleaños del señor Smart, pero la elección de la fecha no prosperó. En 1924 el presidente Calvin Coolidge apoyó la idea de establecer un día nacional del padre, y en 1966 el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como el Día del Padre en Estados Unidos. 

La celebración se extendió rápidamente a Europa, América Latina, Asia y África como una manera de homenajear a los padres y reconocer su papel en la crianza y la educación de sus hijos. Así, el día de hoy, en muchos países se celebra el día del padre. Aunque también hay otras fechas, como por ejemplo España, que lo celebra el 19 de marzo en honor de san José; Rusia eligió el 23 de febrero, Día de los defensores de la Patria y Rumania el segundo domingo de mayo o Australia y Nueva Zelanda, el primer domingo de septiembre.

Sea cual sea la fecha, lo importante es que existe un día especial para recordar a los papás cuánto les queremos, cuánto les estamos agradecidos por su amor y cuánto admiramos su entrega. Generalmente esta fiesta se celebra en familia con una comida en la que en mi tierra regiomontana, sí... es el papá quien termina haciendo la carne asada del festejo, pero eso a muchos , como a mi hermano Eduardo, que es papá y hermano.. ¡les llena de felicidad! 

Felicito a mi papá don Alfredo, a Lalo mi hermano y a todos los papás del mundo entero, rezo por los que ya han sido llamados a la casa del cielo y comparto con todos esta reflexión con cinco cualidades sobre lo que queremos y necesitamos encontrar en todo papá en torno a los valores de la paternidad responsable.

1. Un hombre que nos regale la figura paterna que tanto se necesita.

Pese a la gran cantidad de personas que creen que la imagen paterna no es importante para la crianza de los hijos varones, debo decir, como hombre, como hijo y como sacerdote, que no existe una posición más equivocada que esa. Todo hijo necesita identificarse con alguien de su mismo género, pues de ahí parte la construcción de su propia identidad. 

Una de las mayores expectativas en la educación de los hijos es ayudarles a formar una imagen positiva de sí mismos. Sentirse capaces, experimentarse como seres valiosos, competentes y merecedores de logros. Todo eso es básico para formar una personalidad sana y equilibrada.

Numerosos estudios concluyen que la presencia activa y estable de una figura paterna tiene un gran impacto sobre la formación de la autoestima de los hijos, porque satisface necesidades psicológicas profundas de los niños y adolescentes, que responden a tres preguntas fundamentales: ¿Quién soy?, ¿a qué pertenezco? y ¿de qué soy capaz? Por eso es tan importante que en estos tiempos de tanta confusión de valores haya siempre una figura paterna que a veces ha de ser el abuelo, un tío o un tutor. Por más que las sociedades de convivencia diversas la matrimonio quieran imperar o imponer estilos de vida... La figura paterna será siempre necesaria y, en el fondo, eso todo mundo lo sabe.

Dice el Papa Francisco: “Toda familia necesita un padre. Un padre que no se vanaglorie de que su hijo sea como él, sino que se alegre de que aprenda la rectitud y la sensatez que es lo que cuenta en la vida. Esto será la mejor herencia que podrá transmitir al hijo y se sentirá henchido de gozo cuando vea que la ha recibido y aprovechado” (4 de febrero de 2015).

2. Un hijo comprometido que sea reflejo del amor de Dios.

Todo niño necesita abrazos, caricias, juegos, atención de parte del papá. El amor tiene muchas maneras de ser expresado y el niño necesita saber que es amado por Dios y por sus semejantes, entre los cuales el primero debe ser el papá. Un papá debe ser para sus hijos reflejo del amor del Padre expresándose a la vez siempre agradecido por el regalo de haber tenido un padre que lo trajo al mundo. Así, esta tarea constituye unas de las principales misiones pastorales de todo hombre que fue llamado por Dios a vivir la vocación de engendrar vida. Y ser un reflejo del amor de Dios implica, junto con la transmisión de la Fe, ofrecer a los hijos un modelo que les dé una clara referencia para desarrollarse en una cultura de vida cristiana en medio de un mundo que se deja llevar por modas y maneras de pensar ajenas a los principios de nuestra fe. Todo padre de familia debe estar lleno de gestos que inviten a adentrarse en la oración personal y familiar, al diálogo continuo, a perdonar y dejarse perdonar, a estar atento a las alegrías y tristezas de los otros, a ser moderado, a tener buenos modales, a animarse a jugarse la vida con convicción por lo que se cree, entre otras cosas. Se trata de un modelo que eduque, en toda su dimensión axiológica, a vivir en un amor encarnado que anima y sostiene para desarrollarse en la sociedad con la impronta que brinda una identidad católica bien definida y de sana espiritualidad. El papá lleva al hijo a Misa, lo acompaña a frecuentar los sacramentos, le pone el ejemplo para confesarse, para pasar a comulgar, para rezar a «Papá Dios» con devoción y para amar a la Virgen María con sencillez.  

El Papa emérito Benedicto XVI dice: “La referencia a la figura paterna ayuda por lo tanto a comprender algo del amor de Dios, que sin embargo permanece aún infinitamente más grande, más fiel, más completo que el de cualquier hombre”. Qué desafío y compromiso para cada papá ayudar a sus hijos a «comprender algo del amor de Dios».

3. Un educador en los valores del Reino.

Desde que un hombre elige ser papá, adquiere el compromiso de enseñar. La familia es la primera escuela de la fe de un niño, es la «Iglesia Doméstica» en la que los padres se convierten en los primeros maestros y catequistas de los hijos. De papá, uno aprende respeto, honestidad, la virtud del trabajo, la virtud de la paciencia. De papá uno aprende a hacer la caridad, lo que es la lealtad y muchas más lecciones que nadie más va a poder enseñar. Así que todo varón digno llamado a esta vocación debe cuidar cómo se relaciona con su esposa, hijos y demás familiares, porque sus pequeños imitadores lo están observando de manera celosa como un héroe digno de imitar. El niño observará desde un inicio la manera como el padre enfrenta el día a día con sus triunfos y sus fracasos. Ve cómo, pese a la enfermedad o la inclemencia del clima, su padre le pone la cara a la vida. También se da cuenta cómo su héroe hace respetar y valer a su núcleo familiar, así que toma a su padre como un súper héroe digno de admirar. Es papá quien debe enseñar cosas tan importantes, como el cumplir la voluntad de Dios en todo momento pasando por el mundo haciendo el bien  agradando al Padre Dios. 

El Papa San Juan Pablo II decía: "Ayuden a sus hijos a salir al encuentro de Jesús, para conocerlo mejor y para seguirlo, entre las tentaciones a las que están continuamente expuestos, sobre el camino que lleva a la auténtica felicidad" (Familiaris Consortio).

4. Un forjador de carácter y disciplina en la vida.

Que Jesús le haya dicho en Getsemaní Abbá –que significa «querido papá» a Dios Padre, en un contexto en que denominar así al Altísimo era algo sumamente revolucionario, en rigor, fue porque vivió una experiencia muy cálida del amor que puede dar un papá cuando está cerca de sus hijos. 
Si un padre ama a su hijo, forjará su carácter, estará al tanto de su camino y antes que sea demasiado tarde lo corregirá cuando cometa algún error. Es deber de un padre forjar a su hijo, para que cuando él ya esté grande, sea un excelente hombre y un buen ejemplo para sus propios hijos biológicos o espirituales, como en el caso de los llamados a la vida célibe.

Todos sabemos que toca al padre impartir disciplina con más firmeza que la madre (los niños perciben inconscientemente a su padre como una figura con mayor autoridad). Si esta se ejerce de manera equilibrada, los hijos asimilan claramente las normas de comportamiento, tienen más autocontrol y tolerancia y sobrellevan mejor la frustración. Cuando el papá toma tiempo suficiente para hablar y escuchar a sus hijos y está conectados emocionalmente con ellos, estos se sienten valorados, importantes y tenidos en cuenta, y experimentan una sensación percibida de apoyo y soporte. El Papa Francisco al respecto dice: “El padre trata de enseñarle lo que el hijo aún no sabe: corregir los errores que aún no ve, orientar su corazón, protegerlo en el desánimo y la dificultad. Todo ello con cercanía, con dulzura y con una firmeza que no humilla" (Ibídem).

5. Un amigo que ayuda a crecer en la libertad.

Dicen muchísimos estudios psicológicos que el hombre es más pragmático que la mujer y va más a lo seguro, por eso es necesario que el papá, en la familia, se muestre como un hombre libre que no vacila al tomar una decisión. Al actuar así, en la libertad de los hijos de Dios, le da a su hijo una enseñanza valiosa que le permitirá elegir sin dudar en los momentos más importantes de su vida. Con el buen uso de la libertad, el padre de familia enseña a afrontar las dificultades de la vida eligiendo siempre la mejor solución. Al darle las herramientas mediante una buena crianza y ejemplo, el papá podrá darle al hijo la libertad de elegir su propio camino pero con buenas bases. Un padre responsable y libre sabe enseñar a su hijo desde pequeño diferentes labores; ejemplo de eso puede ser el pedirle lavar el carro familiar de vez en cuando, tender su cama, arreglar su cuarto y tantas otras labores que le hagan libre. ¡Claro!, esto sin exigir al niño más de lo que sea capaz de dar, según su edad y habilidades; de lo contrario, dependerá del padre hasta para elegir qué ropa vestir cuando sea adulto. No importa cuántas veces el hijo se equivoque, con la guía y disciplina paterna le irá mostrando los diferentes caminos de la vida y las elecciones sabias que puede y debe hacer para ser feliz y hacer felices a los demás.

Dice el Papa Francisco: "La parábola evangélica del Hijo pródigo nos muestra al padre que espera en la puerta de casa el retorno del hijo que se equivocó. Sabe esperar, sabe perdonar, sabe corregir” (Ibídem).

Tantas cosas más que se pudieran decir en torno a la figura del papá. Yo, por mi parte, le agradezco infinitamente a Dios por el padre que me ha dado. Al escribir cada parte de esta pequeña reflexión no he podido de dejar de pensar en él, ahora un hombre de 82 años que sigue brindando al mundo el gozo de su paternidad biológica y espiritual porque un buen papá nunca dejará de serlo, pero cuando un hijo ya es adulto y bastante adulto como yo, gozamos al papá como un amigo cercano, muy cercano en quien confiamos y compartimos experiencias reconstruyendo recuerdos maravillosos.

Por más que el mundo con sus ideas raras y grotescas diga lo contrario y quiera demostrarlo, yo cree firmemente que todo hijo necesitará siempre de esta figura paterna como ejemplo a seguir. 

Si tú has sido bendecido con esta vocación de traer a uno o más hijos a esta vida... ¡Vívela intensamente! Y si como a mí, nos ha pedido el Señor vivir una paternidad espiritual... ¡Busca siempre compartir el gozo de tu figura paterna sobre todo a quien lo necesita!

No dejo de pensar en los papás que ya han sido llamados a la presencia de Dios. El libro del Apocalipsis nos enseña: «Bienaventurados los que mueren en el Señor» (Ap 21,4). ¡Qué fiesta hará el Padre Celestial al recibir a quien se esforzó en su vida por ser una copia fiel de su paternidad! Dales Señor el descanso eterno y brille para ellos la Luz Perpetua. Dales descanso de las luchas y fatigas de esta vida en que vivieron con gozo su paternidad de una manera responsable; brille para ellos la luz para siempre, sin sombras de muerte, sin tinieblas de angustias, dudas o ignorancias. La luz total de contemplar la gloria de Papá Dios en todo su esplendor, en la consumación del amor perfecto y eterno.

¡FELIZ DÍA DEL PADRE!

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

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