El logo y el lema del «AÑO DE LA MISERICORDIA» son una síntesis para que a primera vista profundicemos en la riqueza que encierra este Año jubilar extraordinario. Con el lema «MISERICORDIOSOS COMO EL PADRE» (tomado del Evangelio de Lucas, 6,36), se invita a vivir la misericordia siguiendo el ejemplo del Padre, que pide no juzgar y no condenar, sino perdonar y amar sin medida (cfr. Lc 6,37-38). El logo es obra del padre jesuita Marko I. Rupnik (Eslovenia, 28 de noviembre de 1954), artista, teólogo y escritor que se ha hecho particularmente famoso como mosaista de numerosas iglesias, como en la capilla Redemptoris Mater del Vaticano, en la iglesia de San Giovanni Rotondo, los santuarios de Fátima y Lourdes o en la catedral de la Almudena de Madrid.
El padre Ruonik nos presenta un pequeño compendio teológico de la misericordia. Muestra al Hijo que carga sobre sus hombros al hombre extraviado, indicando el amor de Cristo que lleva a término el misterio de su encarnación con la redención. El Buen Pastor toca en profundidad la carne del hombre, representado en Adán y lo hace con un amor capaz de cambiarle la vida. El Buen Pastor con extrema misericordia carga sobre sí la humanidad, pero sus ojos se confunden con los del hombre. Así, cada hombre descubre en Cristo, nuevo Adán, la propia humanidad y el futuro que lo espera, contemplando en su mirada el amor del Padre.
La escena se coloca dentro una mandorla que evoca la copresencia de las dos naturaleza, divina y humana, en Cristo. Los tres óvalos concéntricos, de color progresivamente más claro hacia el externo, sugieren el movimiento de Cristo que saca al hombre fuera de la noche del pecado y de la muerte. La profundidad del color más oscuro sugiere también el carácter inescrutable del amor del Padre que todo lo perdona. En seguida comparto con ustedes esta explicación más amplia:
La imagen, evidentemente, no pretende ser una representación literal de Jesús. El estilo es profundamente simbólico, poético y metafórico, que permite transmitir en la imagen realidades que van más allá de lo que cualquier representación realista podría aspirar a capturar. Este simbolismo implica un significado no es necesariamente tan claro a primera vista (como tantas veces ocurre en nuestro encuentro diario con Dios, ya sea en nuestra vida diaria, o en la liturgia). Acá la comprensión de la intención del autor es la clave. ¿Por qué utiliza ciertas formas y colores? Hay que echar un vistazo a algunos detalles de este simbolismo:
1. La forma de Almendra:
La escena se representa dentro una forma artística particular llamada «mandorla» (tuerca de la almendra, en italiano). Es una forma oval formada por la superposición de dos círculos. Sirve como una especie de paréntesis dentro de un icono. Dentro de la mandorla, queda representada la encarnación de Cristo. La forma de almendra representa la unión de las dos naturalezas de Cristo: divina y humana. El almendro es también la primera planta en florecer cada año en Grecia y como tal, es un símbolo de la nueva vida y de la fertilidad.
2. Los Colores:
El rojo representa la sangre, la vida y sobre todo a Dios. El azul habla del hombre, la única criatura que sabe como aspirar al cielo. El blanco tiene una variedad de significados: es el color del Espíritu Santo, ya que refleja la vida de la Trinidad y el Cristo es blanco, porque representa la luz que salva, la vida eterna del Hijo. La ropa de Adán (el hombre cargado por Jesús) es de color verde, (representando a la humanidad), sin embargo, está tornándose oro (el color de la divinidad) lo que representa el hecho de que Adán (y cada uno de nosotros) está participando en un proceso de divinización, es decir, llegar a ser como Dios a través de Jesucristo.
3. Las bandas de color azul:
Las bandas azules, que se van tornando más oscuras hacia el interior, reflejan lo que se llama el camino apofático para reflexionar sobre Dios. Esto significa que a menudo es más fácil hablar de Dios —Inefable, Infinito, El ser en sí— describiendo lo que no es. Esta es la razón por la que la mandorla que rodea a Cristo muestra bandas concéntricas de sombreado que son más oscuras hacia el centro, en lugar de más claras. Tenemos que pasar a través de las etapas de lo que parece aumentar el misterio y lo desconocido, con el fin de encontrar a Jesucristo. En un sentido misterioso, esto nos llama hacia el interior en la reflexión. En esta imagen la profundidad de la sombra negra nos sugiere la impenetrabilidad del amor del Padre que perdona todo y los tres óvalos concéntricos, con colores progresivamente más claros a medida que avanzamos hacia el exterior, aluden al movimiento de Cristo que por su Encarnación lleva a la humanidad de la noche del pecado y de la muerte, a la luz de su amor y de su perdón.
4. El hombre en hombros de Jesucristo:
El Padre Rupnik presenta a Cristo como el Buen Pastor que lleva a Adán en sus hombros. Cuando Jesús encuentra a sla «oveja perdida» reúne a sus amigos y vecinos y les dice: «Alégrense conmigo, porque he hallado mi oveja perdida» (Lucas 15: 5-6). También hace pensar en la parábola del buen samaritano como medio para reflexionar sobre el logotipo. Esta parábola nos recuerda al samaritano que se detiene para ayudar a un hombre en el camino. Jesús pide al oyente: «¿Cuál de estos tres, en su opinión, era vecino de la víctima de los ladrones» (Lucas 10: 36-37).
5. Una mirada compartida:
Una de las características más llamativas de la imagen es el hecho de que Jesús y el hombre sobre sus hombros comparten un ojo. Cristo ve con los ojos de Adán y Adán con los ojos de Cristo. Cada persona descubre en Cristo, el nuevo Adán, la propia humanidad y el propio futuro, contemplando en su mirada el amor del Padre. El autor del logo quiere expresar con esto que la mirada de Dios al hombre le permite comprenderse a sí mismo. Solo en la mirada del Padre podemos realmente entender lo que somos, nuestra identidad: hijos e hijas de Dios Padre.
¡Cristo nunca está lejos! En todo lo que vemos, en todo lo que vivimos, en nuestras alegrías y en nuestras penas, Él está acompañándonos. Él sabe lo que pasamos. A través de su mirada nos invita a una mayor conversión, a cambiar nuestra manera de ver a los demás, nos invita a que empecemos a mirar a nuestros hermanos con sus mismos ojos de Misericordia. Estamos llamados a contemplar la realidad con la misma mirada de Cristo. En todas las situaciones de nuestra vida estamos llamados a descubrir, escuchar y cumplir la voluntad del Padre, especialmente con los más necesitados.
6. La cercanía de Jesús y Adán:
El Padre Rupnik explica la cercanía de la cara de Adán y la de Jesús en este logo diciendo que cuando Cristo expiró en la cruz el hombre cogió este aliento y comenzó a respirar de nuevo. Por lo tanto, como Adán recibió el aliento de vida en el momento de la creación, en nuestro bautismo recibimos el nuevo aliento de vida, la vida del Espíritu, con la que podemos empezar a vivir una nueva vida en Cristo.
Alfredo Delgado, M.C.I.U.
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