Monitor: Bienvenidos todos a esta Hora Santa en la que tendremos unos momentos de Adoración al Santísimo Sacramento y el rezo del Santo Rosario Eucarístico en honor de nuestro señor Jesucristo, por su amor y en reparación de las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María pidiendo por la conversión de los pecadores.
Permita Dios, en Su Infinita Misericordia, que este momento sea vivido como nos lo pide la Santísima Virgen María en Fátima cuando dice: «Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Son muchas almas que van al infierno porque no hay quien se sacrifique y ruegue por ellas» (19 de agosto de 1917). Sabemos que la Virgen María protegerá a todos los que nos unimos con ella en esta Hora Santa, pidiendo a su Hijo Jesús por la redención del mundo y, particularmente para que nuestra Iglesia sea verdaderamente una comunión de fe y fraternidad. Nos ponemos de rodillas.
Canto de Entrada:
«ALABEMOS AL SEÑOR»
ALABEMOS AL SEÑOR
PORQUE SU AMOR NO TIENE FIN.
ALABEMOS AL SEÑOR
DEL UNO AL OTRO CONFIN.
Grande es Dios en la creación del universo,
grande en las estrellas y el sol del firmamento.
Bueno es Dios en la redención de lo creado,
bueno Cristo muerto en una cruz y resucitado.
Santo es Dios santificador de lo creado,
santo el Espíritu de Dios que nos ha dado.
EXPOSICIÓN DEL SANTÍSIMO COMO DE ORDINARIO.
Guía: Señor Jesús te adoramos aquí presente en esta Hostia Santa. Te bendecimos y te damos gracias por tu presencia hoy aquí entre nosotros. Tú has dicho: «Este es mi cuerpo que se ofrece por ustedes». ¡Oh Jesús!, llena nuestros corazones con tu Espíritu Divino para que podamos adorarte, junto a tu Madre Santísima, con fe y esperanza en esta hora de reparación por las ofensas que se hacen a tu Sagrado Corazón y al corazón inmaculado de tu Madre Santísima
Lector 1: Señor, hemos venido a adorarte y agradecerte por tu constante oración al Padre. Te damos gracias por la decisión que tomaste la noche de tu entrega mientras sudabas sangre, tú le dijiste al Padre: ……..«No se haga mi voluntad, sino la tuya».
Lector 2: Tu santísima Madre, en el momento de la anunciación, sin llegar a comprender plenamente tus planes, dijo: «Hágase en mí, según tu palabra», que es lo mismo que decir «Hágase en mí según tu voluntad».
Lector 1: Señor Jesús, te pedimos que nos enseñes a decir siempre : «Padre que se haga tu voluntad». Queremos decirlo en todas las circunstancias de nuestras vidas, sobre todo cuando nos resistimos a aceptar lo que nos pasa y también en todas las situaciones futuras donde seremos tentados a no aceptar la voluntad del Padre, permítenos mantenernos fieles a Su voluntad.s
Lector 2: Señor, Danos un corazón semejante al tuyo, dile a tu Madre Santísima que nos preste su corazón para amarte como Ella, que fue siempre fiel al cumplimiento de tu voluntad.
Monitor: Iniciamos ahora el rezo de nuestro Rosario Eucarístico recitando el acto de contrición:
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.
PRIMER MISTERIO EUCARÍSTICO
En este primer misterio Eucarístico, contemplamos cómo Nuestro Señor Jesucristo, reunido con sus Apóstoles, en la última cena, bendijo el pan y lo repartió diciendo: «Tomen y coman, este es mi cuerpo», dejando así instituida la Eucaristía, como manifestación de su amor por los Hombres para quedarse con nosotros hasta que se clausuren los siglos y comience la eternidad.
Jesús Sacramentado, te pedimos por todos aquellos que no creen en tu presencia real en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía y te suplicamos que tu Madre Santísima los atraiga a Ti.
Padre Nuestro, diez Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
«¡OH, BUEN JESÚS!»
¡Oh, buen Jesús!
Yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar,
al alma fiel en celestial manjar (2 veces).
Dulce maná y celestial comida,
gozo y salud de quien te come bien,
ven sin tardar, mi Dios, mi Luz, mi Vida,
Desciende a mí, hasta mi pecho ven. (bis)
SEGUNDO MISTERIO EUCARÍSTICO
En el segundo misterio Eucarístico, contemplamos cómo Jesús, en su infinito amor, queriendo hacer partícipe a toda la humanidad de las excelencias de la Eucaristía, dio a sus sacerdotes el poder de transformar el pan en el Cuerpo de Cristo y el vino en su Sangre.
Señor Jesús, te pedimos por todos los sacerdotes del mundo entero para que, alimentados de tu Cuerpo y Sangre, y bajo el cuidado amoroso de tu Madre María, se sepan siempre fortalecidos y animados para vivir el ministerio con alegría.
Padre Nuestro, diezAve Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
«¡OH, BUEN JESÚS!»
¡Oh, buen Jesús!
Yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar,
al alma fiel en celestial manjar (2 veces).
¡Oh buen Pastor! amable y fino amante,
mi corazón se abraza en santo ardor;
si te olvidé, hoy juro que constante,
he de vivir tan solo de tu amor (bis).
TERCER MISTERIO EUCARÍSTICO
En este tercer misterio Eucarístico, contemplamos cómo Nuestro Señor Jesucristo está vivo y verdadero, en cada hostia y aún en cada partícula, repartiéndose en cada una de las misas celebradas hasta en la más lejana de las iglesias de la tierra.
Te pedimos, Señor Jesús, por todos los enfermos que, con un corazón sincero y mucho amor, comulgan de tu cuerpo y sangre y te encomendamos a todos los que les llevan la comunión, para que se sepan siempre acompañados de tu Santísima Madre.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
«¡OH, BUEN JESÚS!»
¡Oh, buen Jesús!
Yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar,
al alma fiel en celestial manjar (2 veces).
Espero en ti piadoso Jesús mío,
oigo tu voz que dice: ven a mí
por que eres fiel, por eso en ti confío,
todo , Señor, espérolo de ti (bis).
CUARTO MISTERIO EUCARÍSTICO
En este cuarto misterio Eucarístico, contemplamos cómo Jesús, después de redimirnos con su muerte y resurrección, quiso también quedarse entre nosotros en el Santísimo Sacramento del Altar, hasta el fin de los siglos, para ser adorado y glorificado en su Cuerpo y Sangre, bajo las especies de pan y de vino.
Santísimo Sacramento, ponemos en tu presencia todos aquellos que no tienen libertad, los que viven en las cárceles y los que están atados al pecado, al miedo y a la angustia. Te rogamos que tu Madre Santísima les acompañe y no se sientan abandonados.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Canto:
«¡OH, BUEN JESÚS!»
¡Oh, buen Jesús!
Yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar,
al alma fiel en celestial manjar (2 veces).
Pequé, Señor: Ingrato te he vendido
infiel te fui: confieso mi maldad;
contrito ya, perdón, Señor, te pido:
eres mi Dios apelo a tu bondad. (bis)
QUINTO MISTERIO EUCARÍSTICO
En este quinto misterio Eucarístico, contemplamos cómo Jesús, no sólo quiso ser adorado en la Eucaristía, sino que también quiso darse a los hombres en la Santa Comunión, a fin de ser alimento para el alma y prenda de Vida Eterna.
Jesús, Pan de Vida, te pedimos por todas la comunidades cristianas, para que alrededor de tu mesa santa, comulgando de tu Cuerpo y Sangre, vivan como los Apóstoles y María Santísima, en los primeros tiempos de la Iglesia, siempre como signo de amor y unidad.
Padre Nuestro, Ave Marías y Gloria.
Jaculatoria: ¡Oh! Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de Tu misericordia. Amén.
Guía: «Dios mío, yo creo, espero, te adoro y te amo. Te pido perdón, por los que no creen, ni esperan, ni te adoran, ni te aman» (tres veces).
Canto:
«¡OH, BUEN JESÚS!»
¡Oh, buen Jesús!
Yo creo firmemente
que por mi bien estás en el altar,
que das tu cuerpo y sangre juntamente
al alma fiel en celestial manjar,
al alma fiel en celestial manjar (2 veces).
Indigno soy, confieso avergonzado,
de recibir la Santa Comunión.
Jesús, que ves mi nada y mi pecado
prepara Tú mi pobre corazón. (bis)
Guía: Dios te salve, Reina y Madre, Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A Ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Momento de silencio para meditar.
Monitor: Escuchemos ahora la Palabra de Dios:
Lector: Lectura del libro del profeta Isaías. (61,10—11)
Desbordo de gozo en el Señor y me alegro con mi Dios: porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo, como novia que se adorna con sus joyas. Porque como una tierra hace germinar plantas y como un huerto produce su simiente, así el Señor Yahvé hace germinar la justicia y la alabanza en presencia de todas las naciones. Palabra de Dios.
Guía: Alabemos a nuestro Dios con las mismas palabras que María pronunció en su Magnificat:
Canto:
«MI ALMA GLORIFICA AL SEÑOR»
Mi alma glorifica al Señor, mi Dios
gózase de mí espíritu en mi Salvador.
Él es mi alegría, es mi plenitud,
Él es todo para mí.
Ha mirado la bajeza de su sierva,
muy dichosa me dirán todos los pueblos,
porque en mí ha hecho grandes maravillas
el que todo puede, cuyo nombre es: Santo.
Su clemencia se derrama por los siglos
sobre aquellos que le temen y le aman;
desplegó el gran poder de su derecha,
dispersó a los que piensan que son algo.
Derribó a los potentados de sus tronos,
acordándose de su misericordia,
como lo había prometido a sus padres,
a Abraham y descendencia, para siempre.
Guía: Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoramos profundamente y te ofrecemos el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo, presente en el Santísimo Sacramento del Altar en reparación por las ofensas, sacrilegios e indiferencias con los que Él es ofendido.
Canto:
«BENDITO, BENDITO SEA DIOS»
Bendito, bendito, bendito sea Dios,
los ángeles cantan y alaban a Dios (2).
Yo creo, Jesús mío, que estás en el altar,
oculto en la hostia te vengo a adorar ( 2 )
Espero, Jesús mío, en tu suma bondad,
poder recibirte con fe y caridad ( 2 )
Por el amor al hombre moriste en una cruz
y al cáliz bajaste por nuestra salud ( 2 )
Jesús, Rey del cielo está en el altar,
su Cuerpo, su Sangre, nos da sin cesar ( 2 )
Entre sus ovejas está el Buen Pastor,
en vela continua lo tiene el amor ( 2 )
Lector 1: La Virgen María es Madre de Misericordia, y lo es por muchos motivos: ante todo, es Madre de Jesús Eucaristía a quien contemplamos en esta custodia. Ella es Madre de Cristo, que es la Misericordia Divina encarnada, y lo es desde su encarnación hasta el pie de la cruz ante la muerte agónica de su Hijo en la Cruz, porque desde su encarnación, lo alimentó, lo cuidó, lo protegió, y no solo durante la gestación, sino durante toda su niñez, adolescencia y juventud, y aun cuando Jesús era adulto, porque fue la única que estuvo al pie de la Cruz, cuidando de su Hijo, mientras Él agonizaba por nuestra salvación.
Lector 2: La Virgen Santísima, mujer eucarística, es Madre de Misericordia, porque así como gestó, cuidó, alimentó y protegió, desde su nacimiento hasta su muerte al Hijo de Dios, así lo hace con cada uno de sus hijos adoptivos, desde que nacen, hasta su paso de esta vida a la otra, acompañándolos en el Via Crucis y ayudándolos a llevar la Cruz hasta el Calvario, Puerta abierta al cielo.
Lector 1: La Virgen Fiel obró con su Hijo Jesús la Misericordia, y también hace lo mismo con cada uno de nosotros, que somos sus hijos, practicando las obras de misericordia corporales y espirituales. De esta manera, al ser Madre de Misericordia y al obrar Ella misma la Misericordia con su Hijo y con nosotros, nos enseña cómo debemos obrar la Misericordia si queremos entrar en el Reino de los cielos.
Lector 2: Si en el día de nuestro juicio particular queremos escuchar la dulce voz de Jesús que nos diga: «Vengan, benditos de mi Padre, al Reino de los cielos», entonces debemos obrar la Misericordia para con nuestros hermanos, imitando a la Virgen, Madre de Misericordia.
Guía: Virgen Santísima, infunde en nuestros corazones el amor misericordioso a los que nos rodean, para que obrando con todos la caridad y la compasión, pasemos a la vida eterna a través de la Divina Misericordia. Amén.
(Si está presente un sacerdote o un diácono, éste dará la bendición del forma acostumbrada).
Canto de preparación para recibir la bendición:
«BENDIGAMOS AL SEÑOR»
Bendigamos al Señor, que nos une en caridad
Y nos nutre con su amor, en el Pan de la Unidad
¡Oh Padre nuestro!
Conservemos la unidad, que el Maestro nos mandó,
donde hay guerra que haya paz, donde hay odio que haya amor.
¡Oh Padre nuestro!
El Señor nos ordenó devolver el bien por mal,
ser testigos de su amor, perdonando de verdad.
¡Oh Padre nuestro!
Al que vive en el dolor y al que sufre en soledad,
entreguemos nuestro amor y consuelo fraternal.
¡Oh Padre nuestro!
Ministro: Nos diste, Señor, el Pan del Cielo
Todos: Que en sí contiene todas las delicias.
Ministro: Oh Dios que bajo este admirable sacramento del Altar, nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos concedas venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Ultimas oraciones.
Bendito sea Dios
Bendito sea su santo nombre
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre
Bendito sea el Santo Nombre de Jesús
Bendito sea su sacratísimo corazón
Bendita sea su preciosísima sangre
Bendito sea Jesucristo en el santísimo Sacramento del altar
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador
Bendita sea la gran Madre de Dios: María santísima
Bendita sea su santa e inmaculada concepción
Bendita sea su gloriosa Asunción
Bendito sea el nombre de María: Virgen y Madre
Bendito sea san José su castísimo esposo
Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
CANTO FINAL PARA LA RESERVA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO:
«VASO NUEVO»
Gracias quiero darte por amarme,
gracias quiero darte yo a ti Señor,
hoy soy feliz porque te conocí
gracias por amarme a mí también.
Yo quiero ser, Señor amado,
como el barro en manos del alfarero,
toma mi vida hazla de nuevo,
yo quiero ser un vaso nuevo.
Te conocí y te amé,
te pedí perdón y me escuchaste
si te ofendí perdóname Señor
pues te amo y nunca te olvidaré.