Ayer celebramos la solemnidad de Todos los Santos. Seguramente algunos de nuestros familiares, amigos y conocidos ya estarán gozando de la visión beatífica de Dios, pero eso nosotros no lo sabemos, no nos consta. Por eso, al día siguiente, la Iglesia nos convoca para orar por todos los difuntos. De esta manera, nuestra oración por ellos, puede no solamente ayudarles, sino también hacer eficaz su intercesión a nuestro favor. Porque los que ya están en el cielo interceden por los que están en la tierra para que tengan la gracia de ser fieles a Dios y alcanzar la vida eterna y los que están en el purgartorio, necesitan de nuestras oraciones para alcanzar la purificación y terminar de preparar «el traje de fiesta» necesario para gozar de la gloria de Dios. Para aumentar las ventajas de esta fiesta litúrgica, la Iglesia ha establecido que si nos confesamos, comulgamos y rezamos el Credo por las intenciones del Papa entre el 1 y el 8 de noviembre. No olvidemos que «podemos ayudarles obteniendo para ellos indulgencias, de manera que se vean libres de las penas temporales debidas por sus pecados». (CEC 1479).
La Conferencia Episcopal de algunos países, como México, ofrece para hoy el esquema de tres misas diferentes. Esto se debe a que, en 1915, Benedicto XV concedió a todos los sacerdotes el derecho a celebrar tres Misas en este día, con la condición de que: una de las tres se aplique libremente, con la posibilidad de recibir una oferta; la segunda Misa, sin ninguna oferta, se dedique a todos los fieles difuntos; y la tercera se celebre según la intención del Sumo Pontífice. Por lo tanto hoy tenemos tres oraciones colectas que se pueden utilizar. La de la primera Misa nos invita a afianzar nuestra esperanza en la resurrección, la de la segunda Misa nos invita a pedirle a Dios que le conceda, a nuestros difuntos, alcanzar los gozos de la eterna bienaventuranza y, la tercera Misa, nos lleva a rogar al Señor que puedan contemplarle por toda la eternidad. Roguemos hoy, bajo el amparo de María santísima por todos los que ya no están entre nosotros y no olvidemos hacer una oración por quienes no tienen quien ore por ellos. Dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua. Descansen en paz. Amén. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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