Uno de los 39 trabajos que se prohibían en sábado era el de curar. Pero una reglamentación, por religiosa que pretenda ser, que impida ayudar al que está en necesidad, no puede venir de Dios. Será, como en el caso de este pasaje, una interpretación exagerada, obra de las escuelas rigoristas que se habían adueñado de la enseñanza de la ley. A la luz de esto podemos preguntarnos: ¿qué excusas ponemos nosotros para no salir de nuestro horario, en ayuda del hermano? ¿el rezo? ¿el trabajo? ¿el derecho al descanso? Todos los días son días de caridad, en que nos ocupan detalles pequeños de humanidad con los demás.
Es curioso que la «Ley» que se impone en nuestra sociedad actual mueve cielo y tierra para perseguir beneficios individuales, pero poco hace para ayudar al necesitado. A veces, si nos descuidamos, ese mal se nos puede pegar... Hay que pedir la intercesión de María santísima, siempre atenta a las necesidades del prójimo, como nos muestra el hecho de que se encaminó presurosa y estuvo al tanto de los novios en Caná. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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