Ahora voy a las últimas páginas que leeremos, del evangelio según san Lucas, en esta semana 34 del tiempo ordinario, y que se refieren a los últimos días de la vida terrestre de Jesús, justo antes de la Pasión. Hoy Jesús enseña en el Templo, después de haber hablado tanto, en los caminos, en los pueblos, a la orilla del mar, en las sinagogas provincianas. Él, el Hijo de Dios, el Portavoz de Dios, se contenta con reunir a su alrededor, como lo hace un simple orador de paso, a los pocos oyentes que tengan a bien escucharle. Allí vio a los ricos que depositaban sus donativos y también a una viuda necesitada que echaba dos moneditas (Lc 21,1-4).
La mirada de Dios, la apreciación de Dios sobre lo que somos y hacemos es muy importante. Él no se deja ganar en generosidad y por eso está atento a los pequeños signos que hablan de «darlo todo», como la viuda en cuestión. La buena mujer dio poco, pero lo dio con humildad y amor. Y, además, dio todo lo que tenía, no lo que le sobraba. Aunque no sepamos su nombre, su gesto está en el Evangelio y ha sido conocido por todas las generaciones, como el «sí» de María y de los santos, que lo dieron todo por el Reino. Que el Señor nos aliente a darlo todo. ¡Bendecida noche de lunes!
Padre Alfredo.
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