El día de hoy, junto a las reflexiones que he de compartir con estas maravillosas mujeres, la liturgia de la Palabra, en la fiesta de la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán, nos ofrece, en el Evangelio de San Juan, una perícopa evangélica (Jn 2,13-22) que nos deja una gran enseñanza y que sintoniza mucho con los temas que estoy tratando en este retiro particularmente destinado a señoras dirigentes de grupos de mujeres que han sido llamadas a la vocación del matrimonio, algunas de ellas ya viudas. El pasaje nos muestra una actitud de Jesús nada vistas en otros relatos. Jesús expulsa a los mercaderes del templo tomando una actitud fuerte contra ellos, porque el celo por la casa del Padre le devora y no puede ver que a su Padre no se le dé la gloria que le corresponde.
Al ver la figura excepcional de la Señora Campos, veo el «celo» por la casa de Dios que a ella le devoraba también. No en balde dejó la comodidad de su hogar para lanzarse a fundar una Agrupación que ayudara a la mujer casa a vivir en plenitud su vocación de esposa, madre y apóstol del hogar y del mundo. ¿Conocen ustedes algo de esta increíble mujer? Les invito a buscar en Internet los artículos y videos sobre ella y les pido encomienden a estas señoras que aguantan a este padrecito que no quiere en ellas otra cosa, sino ver hecho vida el ideal de su fundadora. Que María Santísima, cuyo celo por los intereses de su Hijo es siempre motivante, nos ayude. Ella nos dirá: «Hagan lo que Él les diga». ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!
Padre Alfredo.
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