jueves, 2 de noviembre de 2023

«En el día de los fieles difuntos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Ayer nuestra reflexión se centró en ver, para imitar, a todos aquellos que por su santidad, anónima o no, gozan de la plenitud de Dios. Hoy en cambio recordamos a los fieles difuntos. De todos los fieles difuntos no podemos afirmar su comunión con Dios como podemos hacer cuando hablamos de los santos, sino que, más conscientes de sus vidas, de su debilidad, oramos por ellos para que lleguen a unirse a todos los santos del cielo. Evidentemente que las dos celebraciones están muy ligadas, pero hoy, recordando a los difuntos, nos debemos sentir llamados a una actitud de oración, de esperanza, de confianza.

Todos hemos pasado por la experiencia de la muerte de una persona querida. Esos momentos de despedida, ¿no son siempre un momento para hacer balance? ¿Para pensar en la vida? ¿Para pensar cómo amamos a Dios y al prójimo? Y algunos, ya de juventud acumulada —como decía la beata María Inés—, tal vez pensamos en nuestra vida porque toda muerte nos hace pensar que sólo tenemos una vida. Oramos por los difuntos, porque sabemos que no fueron perfectos aquí y porque sabemos que nosotros tampoco lo somos, y seguramente necesitaremos también de los sufragios que eleven los demás por nuestras almas.

Como discípulos–misioneros de Cristo, tanto nuestra vida hoy como nuestra esperanza de resucitar, debe estar centrada en Él. Cuando Jesucristo vivía entre la gente, antes de su muerte nos dijo muchas cosas útiles para vivir plenamente, las podríamos resumir diciendo que dijo que quisiéramos a Dios y nos amáramos unos a otros. ¡No dijo esto y se fue! Lo más interesante es que resucitó, se hizo presente y sigue presente entre nosotros y llama a todos a vivir como él vivió, para después poder seguir viviendo con él en la vida que nunca se acaba. Con María, oremos por nuestros difuntos. ¡Bendecido jueves sacerdotal y eucarístico!

Padre Alfredo.

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