Aquí en la arquidiócesis de Monterrey la tuvimos ayer miércoles, iniciando el día con un retiro para todo el presbiterio en el Santuario Sacerdotal del Sagrado Corazón en que tuve la dicha de administrar el sacramento de la reconciliación algunos sacerdotes para continuar con una procesión hacia la Basílica de Nuestra Señora del Roble —patrona e la arquidiócesis— en la que me tocó el gran regalo de guiar el rezo del santo rosario sacerdotal. En esta misa los sacerdotes renovamos cada año, nuestras promesas sacerdotales. La Oración Colecta de esta misa es hermosa: « Oh Dios, que por la unción del Espíritu Santo constituiste a tu Hijo Mesías y Señor, y a nosotros, miembros de su cuerpo, nos haces partícipes de su misma unción; ayúdanos a ser en el mundo testigos fieles de la redención que ofreces a todos los hombres. Por nuestro Señor Jesucristo». Mi reflexión personal en torno a esto ha ido en que todos, clero, religiosos y laicos, hemos de sabernos ungidos con el óleo de la alegría, de la esperanza y de la caridad manteniendo viva nuestra fe.
Por otra parte, hoy damos inicio al Triduo Pascual con el corazón puesto ya en la solemne celebración de esta tarde en la que la Iglesia conmemora la Institución de La Eucaristía como el regalo de Amor, la Institución de uno de los Sacramentos de entrega y abandono total al Señor: el Sacramento del Orden Sacerdotal y La vida de servicio a los demás representada en el lavatorio de los pies como el que Jesús hizo a sus apóstoles. La Oración Colecta nos invita a dirigir nuestra mirada en la Eucaristía, rogando al Señor que de ella brote para todos nosotros la plenitud del amor y de la vida. Siempre, en mi diaria reflexión, pienso en María santísima. Hoy a primera vista parecería estar ausente en este momento sublime de la entrega y de la promulgación del mandamiento del amor. Pero no: ella está hecha memoria y ejemplo para Jesús. La Virgen le enseñó el servicio humilde y la entrega, la donación total del propio cuerpo, de la vida, sin reserva y sin medida. Con el «sí» de María, anterior al «sí» de Jesús, el cuerpo que hoy se hace pan tuvo la posibilidad de ser cuerpo. Con ella vivamos intensamente esta celebración. ¡Bendecido Jueves Santo 2024!
Padre Alfredo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario