Inmaculada Madre de Dios, Reina de los cielos, Madre de misericordia, abogada y refugio de los pecadores: he aquí que yo, iluminado y movido por las gracias que tu maternal benevolencia abundantemente me ha obtenido del Tesoro Divino, propongo poner mi corazón ahora y siempre en tus manos para que sea consagrado a Jesús.
A Ti, oh Virgen santísima, lo entrego, en presencia de los nueve coros de los ángeles y de todos los santos; Tú, en mi nombre, conságralo a Jesús; y por la filial confianza que te tengo, estoy seguro de que harás ahora y siempre que mi corazón sea enteramente de Jesús, imitando perfectamente a los santos, especialmente a San José, tu purísimo esposo. Amén.
¡Virgen Santísima, que agradaste al Señor y fuiste su Madre; inmaculada en el cuerpo, en el alma, en la fe y en el amor! Por piedad, vuelve benigna los ojos a los fieles que imploran tu poderoso patrocinio. La maligna serpiente, contra quien fue lanzada la primera maldición, sigue combatiendo con furor y tentando a los miserables hijos de Eva. ¡Ea, bendita Madre, nuestra Reina y Abogada, que desde el primer instante de tu concepción quebrantaste la cabeza del enemigo! Acoge las súplicas de los que, unidos a ti en un solo corazón, te pedimos las presentes ante el trono del Altísimo para que no caigamos nunca en las emboscadas que se nos preparan; para que todos lleguemos al puerto de salvación, y, entre tantos peligros, la Iglesia y la sociedad canten de nuevo el himno del rescate, de la victoria y de la paz. Amén.
Jaculatoria: «Bendita sea la santa e Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, Madre de Dios». Dios te salve María, Llena eres de gracia...
Oh Dios, que por la Inmaculada Virgen, preparaste digna morada a tu Hijo; te suplicamos que, así como a ella la preservaste de toda mancha en previsión de la muerte del mismo Hijo, nos concedas también que, por medio de su intercesión, lleguemos a tu presencia puros de todo pecado. Por el mismo Jesucristo, nuestro señor. Amén.
Jaculatoria: «Bendita sea la santa e Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, Madre de Dios». Dios te salve María, Llena eres de gracia...
Oh María, que entraste en el mundo sin mancha de culpa, alcánzame de Dios que pueda yo salir de él sin pecado. Tú que nunca estuviste afeada con la mancha del pecado original, ni de ningún pecado actual, te encomiendo y confío la pureza de mi corazón. Por tu Inmaculada Concepción, oh María, haz puro mi cuerpo y santa el alma mía. Oh María, concebida sin pecado, ruega por nosotros, que recurrimos a ti.
Jaculatoria: «Bendita sea la santa e Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, Madre de Dios». Dios te salve María, Llena eres de gracia...
* Esta oración está basada en la que se atribuye a san Vicente Pallotti (Roma, 1795-1850) quien fue presbítero y fundador de la Sociedad del Apostolado Católico. El fin de esta sociedad era la de animar a todos los fieles católicos a emprender labores de apostolado entre los no católicos y católicos alejados de la fe. Fue beatificado en 1950 y canonizado por el papa Juan XXIII en 1963.
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