martes, 28 de enero de 2025

«Para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad»... Un pequeño pensamiento para hoy


Santo Tomás de Aquino es uno de los santos más relevantes en la historia de la Iglesia. Es referencia, lo fue de manera especial en el Concilio de Trento, para acoger la palabra revelada. Pero no solo eso, más allá del gran intelectual que fue y que nos dejó el compendio más utilizado de Teología en su «Suma


Teológica», su relación con Cristo le llevó a experimentar el misterio de Dios, no solo con la mente, sino sobre todo con el corazón. La Iglesia lo celebra el día de hoy y, en especial, en casi todos los seminarios del mundo se tiene una celebración académica en torno a él. Vale la pena, a la luz de la vida de este gran santo, meditar en lo que la primera lectura de hoy (Heb 10,1-10) nos señala: «He aquí que vengo para hacer, ¡oh, Dios!, tu voluntad». Eso hizo Tomás de Aquino estando atento a lo que Dios le pedía, así de esta manera vivió su vida consagrada con entrega y generosidad hasta el final dejándonos esa riqueza en sus escritos que no son más que el reflejo de su corazón.

En esta misma línea de lo indicado en la primera lectura y del ejemplo de santo Tomás, vemos, en el Evangelio de este día (Mc 3,31-35) que la santísima Virgen María es madre, no solo por dar a luz a Jesús, sino antes y sobre todo porque acogió la palabra, y «cumplió la voluntad de Dios». Más que la razón biológica, fue su actitud ante los planes —la voluntad de Dios— sobre ella lo que la convierte en madre. Así ella manifiesta que lo que nos constituye en la verdad de lo que somos es nuestra interioridad. 

El Concilio Vaticano II en el documento Gaudium et spes lo señaló con contundencia: «No se equivoca el hombre cuando se reconoce superior a las cosas corporales y no se considera sólo una partícula de la Naturaleza o un elemento anónimo de la sociedad humana. Pues, en su interioridad, el hombre es superior al universo entero; retorna a esta profunda interioridad cuando vuelve a su corazón, donde Dios, que escucha los corazones, le aguarda y donde él mismo, bajo los ojos de Dios, decide sobre su propio destino» (GS 14). María, en esa constante búsqueda de la voluntad de Dios nos invita a interiorizar. Eso es lo que hizo santo Tomás para habernos dejado esa riqueza en el campo de la teología. Que los dos intercedan por nosotros para que valoremos más y más lo que es nuestra vida interior. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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