1.- Un buen discípulo–misionero ha de asumir el llamado o vocación cualquiera que sea (religiosa, laical, sacerdotal, misionera) con responsabilidad.
2.- Un buen discípulo–misionero debe estar unido a Jesús para ser uno con Él y amar al prójimo con alegría y sencillez ofrendando la vida por Él, con Él y en Él bajo la mirada de María, la Madre de Dios, la primera discípula–misionera.
3.- Un buen discípulo–misionero debe ser alma de oración, fuerza invisible para toda vocación (misionera, laica, religiosa o sacerdotal) impregnada en las estructuras espirituales y sociales.
4.- Un buen discípulo–misionero debe ser transmisor de lo que ha vivido en el encuentro con Cristo sirviendo a los demás con gratitud, fidelidad y generosidad
5.- Un buen discípulo–misionero vive en plenitud los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación para volver a siempre a Cristo y transmitir su experiencia en el amor al prójimo.
6.- Un buen discípulo–misionero está convencido de que el amor de Dios es capaz de aniquilar la acción del maligno por eso se abandona con confianza a la Providencia divina.
7.- Un buen discípulo–misionero vive en estado de conversión mirando al cambio social, con un testimonio valiente para predicar el Evangelio, siempre con humildad y respeto buscando impregnar a la sociedad con el Espíritu Santo.
8.- Un buen discípulo–misionero está en el mundo y busca iluminarlo cristianamente con la fe inquebrantable en Jesús, asistiendo al más necesitado, adaptándose a las circunstancias y lugares en donde vive y desarrolla su tarea apostólica.
9.- Un buen discípulo–misionero es un gran defensor de la vida y la familia y lucha contra las cosas negativas de las ideologías que apartan del plan de Dios para cada hombre y mujer.
10.- Uu buen discípulo–misionero construye bases solidas en los valores cristianos dentro de los hogares, instruyendo a todos en el Evangelio, viviendo y compartiendo la vida en la comunicación siempre lleno de esperanza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario