Santa Rosa, permaneciendo en su casa, se vinculó con la Orden Terciaria Dominicana y tomó a santa Catalina de Siena como modelo. Allí, en el seno de su hogar familiar, se entregó virginalmente al Señor, trabajando en el huerto de la casa y realizando labores de costura experimentando el gozo de la unión esponsal con Jesús y viviendo con alegría las exigencias —en su caso, las espinas— de la vida familiar y social. La Oración Colecta de su fiesta nos invita a imitarla en la búsqueda de la vida verdadera para vivir en gracia en el lugar en donde nos encontremos y en la vocación a la que hayamos sido llamados.
Ella exclamaba: «Ojalá que todos los mortales conocieran el gran valor de la divina gracia, su belleza, su nobleza. Nadie se quejaría, entonces, de sus cruces y sufrimientos». Hoy, entonces, es un buen día para meditar y encontrar la manera de crecer en la gracia de Dios desde lo concretos de nuestros días. Que ella y la Virgen santísima, a quien tanto amó, intercedan para que alcancemos este regalo. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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