Fray Junípero se preocupó siempre de que la imagen de Cristo, como Unigénito del Padre llegara a todos y eso, eso debe ser también para nosotros un anhelo a alcanzar. Todos hemos recibido, desde nuestro bautismo, una especial condición de discípulos–misioneros que nos hace no quedarnos con los brazos cruzados ante la ausencia de Cristo en muchos corazones. No podemos quedar indiferentes ante tanta ausencia de Dios que nos va dejando un mundo vacío, unas vidas sin sentido, jóvenes y adolescentes, incluso, sin ilusión de vivir, sin sueños qué realizar. Si este fraile franciscano se aventuró a pie y a caballo para llevar la Buena Nueva, qué no podremos hacer nosotros que tenemos, entre otras cosas, los medios electrónicos que nos permiten accesar a las redes sociales y compartir en ellas el gozo de la fe que nos hace «uno» con Cristo.
El ejemplo de misioneros incansables, como él, nos debe animar a no dejar pasar ninguna oportunidad para compartir la riqueza de la fe que Cristo nos ha traído. En la canonización de san Junípero Serra, el 23 de septiembre de 2015, el papa Francisco expresó unas palabras que deben quedar grabadas en nuestros corazones. El papa exclamó: «No queremos que la resignación sea el motor de nuestra vida, ¿o lo queremos?; no queremos que el acostumbramiento se apodere de nuestros días, ¿o sí? Por eso podemos preguntarnos, ¿cómo hacer para que no se nos anestesie el corazón? ¿Cómo profundizar la alegría del Evangelio en las diferentes situaciones de nuestra vida? Jesús lo dijo a los discípulos de ayer y nos lo dice a nosotros: ¡vayan!, ¡anuncien! La alegría del evangelio se experimenta, se conoce y se vive solamente dándola, dándose.» Que san Junípero, junto con la Virgen santísima a quien tanto amó, intercedan por nosotros. ¡Bendecido lunes!
Padre Alfredo.
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