miércoles, 28 de agosto de 2024

«En mi cumple número 63»... Un pequeño pensamiento para hoy

Cuando uno cumple años, pasando ya uno más de los llamados «de la tercera edad» y con pronósticos de salud que desde recién nacido a los 9 meses y tres semanas auxiliado por los llamados «fórceps» que tanto se usaban en los años cincuentas y setentas, con el cordón umbilical enredado dos veces y la membrana de las vías respiratorias midiendo la mitad de lo que debe ser... no deja de ser una hazaña y una gran bendición del Señor. Yo nací así, hace 63 años, siempre con el recuerdo de que, según me cuentan, mi madre luchaba entre la vida y la muerte en el quirófano y mi padre, rogando la intervención de Nuestra Señora del Guadalupe, rezaba llorando en el cuarto de la maternidad Conchita esperando el milagro de que tanto la madre como el bebé se salvaran. Aún conservo en mi cabeza, que tenía forma de piloncillo al nacer, las marcas de los dichosos fórceps. Nací, además de la colección de achaques, con la hiperactividad que todos conocen unida a la desatención característica de las personas con algo de TDAH, pero en un ambiente lleno de Dios que se convirtió en el nido de mi vocación sacerdotal, religiosa y misionera.

En este día venturoso para mí y para muchos, la Iglesia celebra a san Agustín, el santo al que tanto apreció mi padre y cuyo nombre quería agregar a la letanía que me identifica en mi credencial del INAPAM como Alfredo Leonel Guadalupe y que gracias a la recomendación del juez al registrarme no añadió. De otra manera me hubiera llamado Alfredo Leonel Guadalupe Agustín... ¡ni la realeza de Europa lleva tanto nombre! El caso es que desde pequeño me he identificado con san Agustín, porque, como expresa la madre Martha Gabriela: «¡Dicen que todos nos parecemos a san Agustín, ya sea antes o después de su conversión!

La Oración Colecta de esta memoria de san Agustín nos invita a experimentar una sed de Dios tan grande como la tuvo el santo, que lo buscó por mar y tierra hasta que lo encontró en su presencia de Dios amor, Dios misericordia, Dios perdón y que lo llevó a una vida de plenitud en santidad. Con esto me viene a la mente una de las oraciones más famosas de san Agustín que toca el tema precisamente de la santidad a la que todos somos llamados y que hoy podemos rezar: «Sopla en mí, oh Espíritu Santo, para que también mi obra sea santa. Atrae mi corazón, oh Espíritu Santo, que amo solo lo que es santo». ¡Grande tarea nos deja san Agustín, no solamente a los que nacimos en este día sino a todos! Que él, junto a María, la Madre del Amor hermoso, Reina de los santos interceda por nosotros. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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