sábado, 27 de abril de 2024

«El culto en el tiempo y la vida eterna»... Un pequeño pensamiento pensamiento para hoy


Ayer viernes tuvimos en la parroquia el funeral de don Elías, papás de nuestro amigo y hermano en el ministerio el padre Elías Juárez, miembro del presbiterio de Monterrey y cuya parroquia de origen es esta de Nuestra Señora del Rosario en San Nicolás. Don Elías no faltaba a Misa los domingos con Irma su esposa. Era siempre un gusto saludarlos a la llegada o al final de la celebración. La enfermedad —que llega siempre como una visita inesperada de Dios— le hizo ya no poder asistir los últimos domingos y el Señor, en su plan, siempre hecho para alcanzarnos la salvación, decidió llamarlo a su encuentro.

La Misa la presidió el señor obispo don Heriberto Cavazos y en una homilía plagada de sencillez y profundidad, nos fue llevando por el tema de la vida eterna recordándonos que durante la vida temporal, el hombre debe irse preparando para la eterna. La Oración Colecta de este sábado va por esta misma línea, pues nos lleva a pedir al Señor que el culto que le rendimos en el tiempo, nos aproveche para la vida eterna.

En esta época que nos ha tocado vivir, hay dos errores gravísimos: el de instalarse cómodamente en la vida del tiempo, haciendo del camino fin y de lo provisional definitivo, comprometiendo así gravemente la vida en la eternidad; y el obsesionarse hasta la obnubilación con la vida eterna, de tal modo que, en un quietismo antivitalista, la gente se olvida que es aquí, en la vida temporal, donde hemos de definirnos para la vida eterna. El funeral de don Elías, bajo la imagen de Nuestra Señora del Rosario, me ha recordado que es al fin del tiempo cuando ha de producirse el examen individual sobre el amor, es decir, sobre las obras, porque obras son amores y no buenas razones. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

viernes, 26 de abril de 2024

«La libertad y el plan de nuestra salvación»... Un pequeño pensamiento para hoy


Dios es el autor de la libertad y del plan de nuestra salvación. Esto nos lo recuerda la Oración Colecta de hoy, suplicándole que escucha la voz de los que le elevamos nuestras súplicas. Jesús, a quien ahora en Pascua contemplamos resucitado, nos enseña que Dios es el Dios de la vida, de la libertad, de la salvación.

Cuando el hombre descubre esto, al dejarse alcanzar por el mismo Cristo, se llena de felicidad y espontáneamente comienza a abrir sus brazos para recibir la salvación que le ofrece el Señor. Pero muchos bautizados, dejándose arrastrar por la mundanidad, rechazan el proyecto del amor de Dios, se engañan a sí mismos y se hacen esclavos del pecado cayendo en una trampa que los envuelve en la búsqueda del tener, del poder y del pacer. La historia de la humanidad, desde sus orígenes, atestigua desgracias y opresiones nacidas del corazón del hombre a consecuencia de un mal uso de la libertad.

Por eso, hoy que la Oración Colecta nos recuerda algo tan importante. Dirijamos nuestra mirada, acompañados de María, hacia aquel que es el autor de esta hermosísima libertad que gozamos y del camino para alcanzar la salvación que queremos alcanzar. Que este día Jesús nos haga percibir este maravilloso aspecto de la misericordia de Dios. ¡Bendecido viernes!

Padre Alfredo.

lunes, 22 de abril de 2024

«Cristo resucitado ilumina nuestras vidas»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Oración Colecta de este lunes, nos recuerda que la luz perfecta de los santos es nuestro Dios y eso me hace «ruido», como vulgarmente se hace porque eso quiere decir que nosotros también, como ellos, debemos dejarnos iluminar por el Señor. Una palabra clave en esta cuestión es la conversión, el cambio de actitudes y de modos de conducir la vida que se ha dejado iluminar por la resurrección del Señor. Siempre, desde nuestra fe, la propuesta de conversión nos llega a través de la imagen de la luz. 

La luz, como elemento, nos permite distinguir las cosas y poner en claridad el mundo en que vivimos. Por el contrario, la oscuridad de la noche nos confunde y nos deja inseguros para movernos y reconocer el entorno. Desde esta sencilla imagen nos queda claro que vivir en la luz del Resucitado, es más seguro que vivir en las tinieblas. De tal manera que la Pascua, el paso, de la muerte a la vida es el paso de la oscuridad a la luz. 

Jesús es la luz que vino al mundo, por su muerte y resurrección venció las tinieblas del mundo y nos ha abierto un camino de claridad que conduce a la vida en Dios. Él nos invita a elevar muestra mirada a vivir en la luz. «Dejemos las actividades de las tinieblas y pertrechémonos con las armas de la luz» (Rm 13,11). Dejarse iluminar por Jesús, que es la luz, y ser reflejo de su luz en el mundo es un buen reto para vivir la Pascua. Dirijamos nuestra mirada también a Nuestra Señora de la Luz, para que ella nos ayude a mantener fija la mirada en el Señor, como centro de nuestro ser y quehacer. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

domingo, 21 de abril de 2024

«El Buen Pastor»... Un pequeño pensamiento para hoy


Cada año la Iglesia, el IV domingo de Pascua celebra el «Domingo del Buen Pastor» y con ello la «Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones». Un domingo que nos invita a considerar el precioso don de la llamada que el Señor nos dirige a cada uno de nosotros para que podamos ser partícipes de su proyecto de amor y encarnar la belleza del Evangelio en los diversos estados de vida como discípulos-misioneros.

Toda la liturgia de este día, en los tres ciclos anuales del domingo —A, B y C— está impregnada de la contemplación de Jesucristo Buen Pastor, incluida, por supuesto la Oración Colecta. Este año, la oración dice así: «Dios todopoderoso y eterno, te pedimos que nos lleves a gozar de las alegrías celestiales para que tu rebaño, a pesar de su fragilidad, llegue también adonde lo precedió su glorioso Pastor». Sí, solamente Cristo, el Buen Pastor, es quien nos puede dar lo que es la alegría duradera, la alegría que empezando aquí se prolongará eternamente en el cielo. Y es que toda vocación debe estar impregnada por eso, por una inmensa alegría, la alegría de seguir a Jesús.

El Papa Francisco, en su mensaje para este año, dice que: «Escuchar la llamada divina es el modo más seguro que tenemos para alimentar el deseo de felicidad que llevamos dentro. Nuestra vida se realiza y llega a su plenitud cuando descubrimos quiénes somos, cuáles son nuestras cualidades, en qué ámbitos podemos hacerlas fructificar, qué camino podemos recorrer para convertirnos en signos e instrumentos de amor, de acogida, de belleza y de paz, en los contextos donde cada uno vive» y así es como se alcanza la alegría y por supuesto, la realización. Celebremos con María esta fiesta vocacional llenos de alegría. ¡Bendecido Domingo del Buen Pastor!

Padre Alfredo.

sábado, 20 de abril de 2024

«Las promesas bautismales»... Un pequeño pensamiento para hoy


La celebración del bautismo, en nuestra religión católica, suele realizarse, en general, siendo niños pequeños. Yo sé que la inmensa mayoría de quienes leen mis reflexiones, fueron bautizados, como yo, siendo muy pequeños. En aquel momento, cuando el bebé es bautizado, los padres y padrinos realizaron una serie de promesas en nombre del bautizado. Si el bautismo se recibe más mayor, es el propio bautizado quien realiza las promesas. Pro, en ambos casos, al ser el bautismo un sacramento que se realiza una sola vez, esas promesas realizadas son lo suficientemente importantes como para ser recordadas y renovadas. En la liturgia de la Vigilia Pascual, la renovación de las promesas del Bautismo ocupa un lugar importante y todos los que asistimos, renovamos esas promesas.

Las promesas bautismales son la respuesta del hombre a la acción conjunta de las tres personas divinas en el Bautismo: el Padre nos adopta como hijos suyos, el Hijo nos invita a unirnos a Él y a su Iglesia, que es su Cuerpo, y el Espíritu Santo viene a habitar en nosotros para santificarnos. Todo bautizado ha hecho un pacto con Dios, es decir, una promesa recíproca. Por una parte, renuncia a Satanás, a sus obras y a sus seducciones y, por otra, profesa su fe en Dios Padre, en Jesucristo y el Espíritu Santo. Este es un compromiso que nos hace aptos para recibir la vida de la gracia de Dios. Este compromiso se aplica a toda nuestra vida y representa nuestra disposición a vivir de acuerdo con el sacramento que hemos recibido y que nos abrió las puertas de la Iglesia.

Hoy la Oración Colecta pide a Dios que proteja a quienes hemos renacido en Cristo esa noche de la Vigilia Pascual junto con quienes recibieron el bautismo. A través de las promesas del bautismo, nos comprometemos a vivir como hijos de Dios, a buscar la unión con Cristo, a asumir la misión de la Iglesia y cooperar con el Espíritu Santo en nuestra propia santificación, que es la semejanza de Cristo, y en la santificación de los demás. Por lo tanto, vale la pena que hoy pidamos la compañía de la Virgen María para que ella nos ayude a vivir las promesas del bautismo, que por supuesto, incluyen el compromiso de vivir de acuerdo con los dones recibidos en el bautismo. ¿Cómo vives tú las promesas bautismales a diario? ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.

domingo, 14 de abril de 2024

Necesitamos un cambio de actitud, empezando por mí...


El teléfono de un hombre maduro sonó en la Iglesia por accidente durante la homilía. El cura lo regañó, el diácono lo amonestó a la salida, algunos feligreses le dijeron algunas indirectas, otros lo regañaron y su esposa siguió sermoneándolo sobre su descuido todo el camino de regreso a casa, se podía ver la vergüenza y la humillación en su rostro... ¡Nunca más volvió a pisar la Iglesia!

Esa noche, buscando remediar su tristeza, se fue a un bar. Todavía estaba nervioso y temblando. Derramó su bebida en la mesa por accidente. El bartender se acercó y le dio una servilleta para que se limpiara. El mesero vino rápido y trapeó el piso. La gerente le ofreció una bebida de cortesía, mientras también le daba un gran abrazo y le decía: «No te preocupes, hombre. ¿Quién no se equivoca y comete errores?». .. ¡No ha dejado de ir a ese bar desde entonces!

Pienso en cuántas veces habré sido yo causa de que alguien deje la Iglesia por un mal testimonio, por una palabra mal aplicada, por un regaño, por una indirecta, por una llamada de atención en público, por una humillación...  ¿Quién no se equivoca y comete errores?» 

A veces nuestra actitud de creyentes —sacerdotes, religiosos, laicos de cualquier edad y condición— aleja a las almas de la Iglesia. Nuestra actitud rompe nuestras relaciones y destruye incluso nuestros grupos, nuestras familias, nuestras comunidades. 

Necesitamos un cambio de actitud que con actos de misericordia pueden marcar la diferencia por la forma en que tratamos a otras personas, especialmente cuando cometen errores.

He tomado esto, que he editado un poco, de un escrito que uno de los Vanclaristas puso en su muro de Facebook. Quiero aprovecharlo para agradecer a todos las oraciones que hacen por mí, por mi vida, por mi conversión, por mi ministerio, por mi fidelidad y perseverancia. Pero también quiero aprovechar para pedir una disculpa a quienes he herido su corazón de hijos de Dios, de miembros de la Iglesia porque a veces no he sido un buen sacerdote, una buena persona, un buen hermano... Si merezco su perdón, yo se los pido.

Este año cumpliré, si Dios me presta vida, 35 años en el ministerio sacerdotal... ¡Cuántos errores en este tema no habré cometido! Pidan al Señor que tenga misericordia de mí. Y yo, por mi parte, les reitero a todos que viven «de a grapa», como dicen los muchachos, en mi corazón.

Padre Alfredo.

viernes, 5 de abril de 2024

«Con una inmensa gratitud»... Un pequeño pensamiento para hoy


En estos días de descanso —que por cierto hoy culminan—, he estado leyendo diversos artículos con temas de pascua y de actualidad. Me encontré, entre otras cosas interesantes, un artículo en el que el que se cita un párrafo del libro «Gente di Pasqua. La comunità cristiana, profezia di speranza» del cardenal Luis Antonio Tagle —Chito, como le gusta que le llamen— en el que hablando de la globalización dice: «Al igual que las personas y las ideas, también los capitales se desplazan velozmente en todo el mundo porque también nuestras economías están globalizadas. Pero, naturalmente, el traslado de capitales le sucede solamente a aquellos que ya son económicamente fuertes... Esto se puede verificar solamente en las grandes empresas y las personas más ricas»… El poder del dinero es lo que establece quien puede superar cada obstáculo. Para los pobres sin poder, los muros que les separan de los ricos son tan altos y grandes como antes». Esto me ha hecho ir a la Oración Colecta de este viernes de la Octava de Pascua en la que le pedimos al Señor nos conceda manifestaren las obras lo que celebramos con fe.

Desde ayer he sentido con gran fuerza una inmensa gratitud al Señor por todo lo que me ha dado, no solo en estos días con mi tía, mis primos y sobrinos de Houston, sino a lo largo de toda mi vida. En varios momentos de ayer y hoy me he preguntado: ¿Quién soy yo para que nunca me haya faltado nada, cuando hay tanta gente que carece de todo? Me he quedado pensando, luego de haber leído estas palabras del cardenal Tagle en el muro al que hace referencia al hablar de pobres y ricos y he ido al Documento de Puebla —un valioso documento de la Iglesia del año 1979, que en el número 30 expresa: «Al analizar más a fondo tal situación, descubrimos que esta pobreza no es una etapa casual, sino el producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas, aunque haya también otras causas de la miseria. Estado interno de nuestros países que encuentra en muchos casos su origen y apoyo en mecanismos que, por encontrarse impregnados, no de un auténtico humanismo, sino de materialismo, producen a nivel internacional, ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres. Esta realidad exige, pues, conversión personal y cambios profundos de las estructuras que respondan a legítimas aspiraciones del pueblo hacia una verdadera justicia social; cambios que, o no se han dado o han sido demasiado lentos en la experiencia de América Latina.

¡Qué razón hay en estas palabras del ministerio de la Iglesia! Nos falta mucho por hacer, y eso puede empezar con hacer realidad la súplica de esta oración colecta: que manifestemos con las obras lo que celebramos con la fe. Y es que en la Pascua lo que celebramos con fe es el resurgimiento del hombre nuevo, de la persona que después de haber atravesado el lago camino cuaresmal ha renacido y mira el mundo con ojos nuevos. ¿Qué podremos hacer para ayudar a derribar ese muro?… ¿Qué podremos hacer para hacer menos hondo ese abismo? Vivimos, la mayoría de los creyentes, en un mundo impactado por el materialismo que desperdicia mucho, que ciega la mirada ante las necesidades de los demás, que alucina atrapado en lo superfluo, en lo que no se necesita, incluso en lo que aparta de Dios y del sentido de la vida. Que María santísima nos ayude a que de verdad haya un resurgir de nuestras vidas en esta Pascua… Sí, hay mucho que hacer. ¡Bendecido viernes de la Octava de Pascua!

Padre Alfredo.

martes, 2 de abril de 2024

In the end, the love of God is all that remains…


Some people have fears to speak about the end of the world. To many people the end of the world is tragic and the topic of the final judgment is a sensitive topic for many, but for the man and the woman of faith, the “judgment” of God begins and occurs in every moment of the life: "I'm at the door and knock" says the Lord (Rev 3:20). He dearly loves us and wants us to make an expression of their love to one another. Everything that has nothing to do with this, is outdated, is like a tinsel. Every day of our life, Jesus is trying to prepare us, his followers, for the final judgment.

Throughout our lives and around us, there is a much tinsel and many injustices. Human labor is not worth the economic fruits, nor the appreciation that we have other, better if the human person is made love.

This donation really so many people around us in their daily work, and that is not valued in the “market” will not be lost, because it remains forever in the heart of God.

Over the last 20 centuries, across the generations that have lived, men and women and children have heard the different readings of this topic proclaimed from pulpits around the world, and recognized in some way the things l of their own times. Every age has had its cataclysms as typhoons and hurricanes, its wars and uprisings.

For us, it may be that cable television and the Internet now make it all more immediate and instantaneous. Everything seems to unfold in our own living rooms—or on our smartphones.

And so it may be that the dire words of the scriptures matter more to us now. The warnings sound more urgent. Yet, every generation has needed the love of Jesus our savior.

We need to remember just how fleeting and impermanent everything around us really is. All that remains is the love of Christ who gave himself for us to save us.

The Gospel tells us that Jesus promises his followers abundant sufferings and persecutions. If they bear the sufferings for Christ’s name they will earn the true life, the eternal life of heaven. For this reason the Church wants us to examine ourselves regarding the response we have to such circumstances. We are invited to seek and find him in all things, in every person, in every place, in every experience.

So, we are called upon to prepare ourselves for the future by loving and serving others at every possible occasion. We are called to persevere in our living faith and look forward in hope. The true and final story will begin when we judge the Love to one and all. In the end, the love of God is all that remains. That love is reciprocal; God has loved his human creatures and awaits a loving response. The Virgin Mary is the woman who has loved, let us ask her to teach us to live each day loving.

Father Alfredo.