Oh Jesús, Eterno Sacerdote, guarda a tus sacerdotes en el refugio de tu Sagrado Corazón, donde nada pueda hacerles daño.
Conserva libre de mancha sus ungidas manos que a diario tocan tu Sagrado Cuerpo y sus labios rojos de tu Preciosa Sangre.
Mantén puro y divino sus corazones sellados con las solemnes marcas de tu glorioso sacerdocio.
Deja que tu amor los rodee y los proteja de cualquier contagio del mal en el mundo.
Bendice sus labores con abundantes frutos y que las almas de quienes han ministrado, sean para ellos gozo y consuelo aquí en la tierra y sean su hermosa y eterna corona en el cielo. Amén.
Oh María, Reina del Clero, ruega por nosotros. Obtén para nuestra Iglesia un gran número de sacerdotes santos.
El blog del padre Alfredo / Fr. Alfredo's blog
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