jueves, 24 de marzo de 2016

Una reflexión para el Jueves Santo*...

"Los amó hasta el extremo" (Jn 13,1).


El capítulo 13 del evangelio de Juan comienza diciendo que Dios nos amó hasta el extremo. A partir de esto, el evangelista irá presentando el cumplimiento de la obra de Jesús, la llegada de su hora, el tiempo de su glorificación. 

Este día contemplamos el gesto testimonial que busca expresar lo más importante de su predicación: amar a los demás como servidores, buscar el bien de los otros por encima del propio, enseñar con el ejemplo de vida.Este día se celebra el día del AMOR. Es el día en que el Maestro se entrega en el servicio humilde y sacerdotal lavando los pies a sus apóstoles y quedándose para siempre en el signo pobre y sencillo de la Eucaristía para manifestarse siempre en el amor. El gesto de Jesús nos invita también a nosotros a ponernos al servicio de los de los que más nos necesitan, los que están a nuestro lado y al mismo tiempo nos hace correr al encuentro de aquellos con los que nadie quiere ir sin buscar pretensiones de triunfalismo y sin herir susceptibilidades.

Hace unos días el Señor se dejaba ungir los pies con un perfume caro acogiendo el gesto de María con sensibilidad y gratitud, ahora es él quien tiene el detalle de lavar los pies a los suyos para dejar el aroma de su entrega por nuestra libertad. Al lavar los pies a los discípulos, el Mesías estaba aceptando lo sucio, lo poco agradable de nuestra condición humana amando a los suyos con una infinita misericordia como son y esperando una transformación al amar.

Muchos aprovechan estos días santos para descansar, ojalá y en este descanso haya un espacio de tiempo para encontrar al Señor en un rato de intimidad, porque la fe es para ser vivida y practicada, no sirve ni basta decir "Señor, Señor" (como nos enseña la parábola de la casa edificada sobre piedra, ver Mt. 7). Jesús quiere e invita a sus discípulos a demostrar con gestos y actitudes nuevas el conocimiento de las cosas de Dios que hay en nuestro corazón. En esto se encuentra la felicidad, el sentido pleno de la existencia: en vivir para los demás como servidores, amando como Él y siendo misericordiosos como Él. 

Evidentemente la propuesta de Jesús no tiene nada que ver con el modelo de felicidad y de «amor» que nos propone la sociedad de nuestros días… ¿es difícil vivir esto? ¿cómo podemos vivir este mandato del amor a los demás en la vida concreta de todos los días? ¿Cómo podemos ser misericordiosos como el Señor lo es? Cristo se ha quedado en la Eucaristía y como dice la beata María Inés: "La misión de Jesús visible en el mundo ya terminó, él ya acabó su carrera, más se quedó en la Eucaristía hasta la consumación de los siglos para seguir desde allí siendo el promotor, el auxiliador, el sostén, el refrigerio, el guía, el consuelo de todos aquellos que quieren como él: Pasar por el mundo haciendo el bien". 

A través del sacerdocio ministerial la presencia eucarística del Señor llega hasta los últimos rincones del mundo. El Papa Francisco ha recordado a los sacerdotes que «Jesús viene a rescatarnos, a hacernos salir, para convertirnos de pobres y ciegos, de cautivos y oprimidos. en ministros de misericordia y consolación».

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

*Artículo ya publicado anteriormente y solamente enriquecido con algunas frases.

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