sábado, 26 de marzo de 2016

Huevos y conejos de Pascua... Una antiquísima tradición.


La tradición y simbología de los conejos y los huevos de Pascua es una tradición antiquísima  en la Iglesia.  Entre los siglos IX al XVIII, la iglesia aconsejaba dejar de comer huevo durante la Cuaresma como algo penitencial al alcance de todos, por considerarlos equivalente a la carne Sin embargo, las gallinas —ajenas a preceptos y normas religiosas— seguían poniendo huevos y más huevos. Tirar los huevos hubiera sido un pecado, de manera que no quedaba más remedio que guardarlos. En unas semanas se conseguía una sobreabundancia de huevos a los que había que dar salida. El domingo de Resurección, primer día en el que este precepto ya no regía porque había acabado la penitencia, se convertía en la fecha señalada.Y qué mejor que compartir o regalar los huevos que no se habían consumido durante la Cuaresma. De esta forma, fue naciendo una costumbre de ofrecer una cesta de huevos frescos a los amigos y vecinos como un magnífico detalle, pero, si además los huevos se coloreaban o se pintaban se convertían en un auténtico regalo.

En el siglo XII la Iglesia bendijo la costumbre de regalar huevos como símbolo de resurreción a la salida de la misa de Pascua, relacionando el hecho de que el pollito, al nacer, es él mismo quien rompe el cascarón, y Cristo al Resucitar, rompe Él mismo las ataduras de la muerte. Esa costumbre que se ha mantenido hasta no hace mucho, especialmente en las zonas rurales, donde abuelos y padrinos entregan a los ahijados panecillos con dos huevos que se llevaban a bendecir.

El huevo tiene una gran importancia como símbolo de la Pascua que coincide con el inicio de la primavera, lo cual no es casualidad. En primavera, la naturaleza sale de su letargo, iniciándose un nuevo ciclo vegetal. Es el despertar a la vida. Si esto lo trasladamos al terreno espiritual, la Pascua representa una nueva vida que culmina con la la Resurrección. Teniendo en cuenta que el huevo desde siempre ha simbolizado la fecundidad, la vida y la renovación, la asociación Pascua, Primavera y Huevo, no puede ser más exacta. Otras fuentes afirman que el huevo simboliza los cuatro elementos de la vida. La cáscara representa la tierra; la membrana, el aire; la clara, el agua; y la yema, el fuego.

A partir del siglo XVIII, cuando la industria chocolatera consigue avances importantes en el manejo y tratamiento del chocolate, se empieza a vaciar los huevos frescos y a rellenarlos de chocolate. Más tarde llegaron otras formas: conchas, campanas, carruajes... copiando figuras de la escuela austriaca, con sus colores y formas.

Por su parte, el Conejo de Pascua es un personaje mítico infantil perteneciente a las culturas germánicas y posteriormente a las anglosajonas. Aunque sus orígenes no están muy definidos, se supone que la elección del conejo se debe a su conocida capacidad de procreación. Sus orígenes como símbolo de Pascua se encuentran en la Alemania del siglo XVI. En el mismo país durante el siglo XIX es que se encuentran los primeros registros de conejos elaborados con chocolate. Antiguos predicadores alemanes, veían en el conejo un símbolo de la Ascensión de Jesús y de cómo debe vivirse el cristiano: las fuertes patas traseras del conejo le permiten siempre ir hacia arriba con facilidad, mientras que sus débiles patas delanteras le dificultan el descenso.

Sin embargo, como en todas las tradiciones, existen gran diversidad de versiones sobre el origen de este personaje.  Hay un antiguo cuento que narra que un conejo estuvo encerrado en el sepulcro junto a Jesús y presenció su resurrección. Ese conejo, al salir de la cueva junto con Jesús, fue el mensajero que comunicó a todos la buena nueva, regalando huevos pintados. Hoy en día se elaboran conejos de chocolate, que se suelen regalar por estas fechas, siendo también un producto de pastelería que puede verse en muchas de las tiendas de los paises europeos del norte.

En algunas comunidades católicas, como las del Camino Neocatecumenal es costumbre hacer una piñata en forma de huevo, que en su interior se encuentran dulces y/o juguetes que se regalan a los niños pertenecientes a dichas comunidades. Y que a veces contienen otros pequeños huevos que se decoran para su entrega a modo de tarjetas de Pascua, de manera análoga con las de Navidad.

En la actualidad, la tradición continúa con algunas variaciones. En Europa se mantiene la costumbre que data desde la Edad Media de adornar huevos con teñidos y pintados. Aunque parece que la práctica de huevos ornamentales era principalmente elaborada por clases altas o de recursos, se difundió a decoraciones más sencillas, como con el empleo de hojas de árbol para crear patrones sobre el cascarón. El comercio y la globalización, por su parte, se han encargado de incorporar los huevos de chocolate y los huevos de plástico para ser llenos de dulces, y que según la leyenda son escondidos por el conejo de Pascua, elaborado ahora en múltiples materiales para que los niños los busquen, y por consiguiente los encuentren y se los coman.

Ordinariamente la celebración se lleva al cabo el Domingo de resurrección y suele realizarse a la hora del desayuno, decorando la mesa con flores, ramas con brotes nuevos y motivos alusivos a la fecha. Después se invita a los niños a buscar los huevos que previamente fueron escondidos por los padres. Los niños suelen disfrutar mucho buscando los huevos coloridos, en algunos casos de chocolate.

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

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