lunes, 22 de septiembre de 2025

«Desde el Refugio, en ejercicios espirituales»... UN PEQUEÑO PENSAMIENTO PARA HOY


Escribo mi reflexión desde el hermoso rinconcito de la naturaleza que se goza en «El Refugio», la casa de retiros del presbiterio de Monterrey y en la que nos encontramos el padre Carlos Careaga, un servidor y 50 sacerdotes más en ejercicios espirituales. El padre Carlos participa porque es decano y, el decanato del que está al frente, está en esta tanda de ejercicios. Yo me encuentro aquí como parte de la comisión del clero, colaborando en la pastoral sacerdotal con el gusto de servir y acompañar a mis hermanos sacerdotes. Recién desembarcado de Turquía y Grecia paso ahora, de los días del descanso corporal al descanso espiritual.

El Evangelio de hoy (Lc 8,16-18), bastante corto por cierto, da luz a mi ser y quehacer de estos días. En este Evangelio se lee que «nadie enciende un candil y lo tapa con una vasija o lo mete debajo de la cama; lo pone en el candelero para que los que entran tengan luz». Esto me hace ver que, como sacerdotes, no podemos ocultar la luz de la fe como si se tratara de un asunto privado. Todo sacerdote, incluso recién ordenado o de largo kilometraje, como yo, con 36 años de ordenado, ha recibido mucho y, por lo tanto, hay un gran compromiso de dar. Porque no sea que nos acaben quitando lo que creemos tener que definitivamente no es para nosotros, sino, por la caridad pastoral, para los demás... «al que tiene se le dará, al que no tiene se le quitará hasta lo que cree tener.»

Los sacerdotes, como todo bautizado, tenemos necesidad de renovar nuestra relación con Dios, y eso para poder ofrecer un servicio de mayor calidad a los hermanos. Es importante poder disfrutar de unos momentos intensos de oración sosegada, de oración permanente, de oración transformadora, de tal manera que recarguemos las pilas. Se trata de que seamos conscientes de que no podemos quedarnos atrapados —por así decir— en la actividad pastoral de cada día, sino de responder al proyecto de Dios sobre nuestra vida y servir con alegría siendo discípulos–misioneros, testigos del Evangelio. Si los sacerdotes no hacemos un espacio para vivir en intimidad con Jesús, no sabremos actuar ni expresar nuestro servicio al estilo de Jesús. Encomiéndenos al cuidado de María Santísima en estos días, para que ella nos siga enseñando a amar a Jesús con todo el corazón y a entregar la vida por Él, con Él y en Él. ¡Bendecido lunes!

Padre Alfredo.

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