En un contexto en el que ya no parece observarse una distinción entre los objetivos militares y civiles, no hay conflicto que no termine de algún modo por golpear indiscriminadamente a la población civil... la guerra —dice el Santo Padre—es tan sólo una inmensa tragedia y una inútil masacre que golpea la dignidad de cada persona sobre esta tierra. De un modo singular, María, que es es imagen de Dios en cuanto ella representa la generosidad de la realeza del Señor en la tierra, es admirada como “Reina de la Paz». Dependiendo de Jesucristo y en colaboración con Él, que es la imagen suprema de Dios (Colosenses 1,15), ella personifica y hace presente la magnanimidad de Dios, que se entregó con tan extraordinaria humildad y desinterés para hacerse uno de nosotros y llenar nuestros corazones de paz.
¡Cuánto tenemos que pedirle a ella, a la portadora de la paz, que es el mismo Dios, que interceda por esta dura situación que a todos nos lleva de encuentro! Hace unos días, visitando el santuario de María la que desata los nudos me vino a la mente un pensamiento de san Irineo que dice: «San Ireneo de Lyon dice: “el nudo que hizo Eva con su desobediencia lo deshizo María con su obediencia». Creo que, el nudo de las guerras, que viene desde aquellos tiempos de Caín y Abel a causa del nudo que trabó Eva y que acabó con la paz de la convivencia humana, María lo puede desatar. Que ella interceda y alcancemos nuevamente la paz. ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.
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