La comunidad de Misioneras Clarisas de la casa de «Garampi» en Roma, es una comunidad llena del fuego de la misión. Está integrada en su mayoría, por hermanas jóvenes que están realizando estudios en alguna de las universidades católicas de esta hermosa ciudad, centro de la cristiandad.
En medio de las ocupaciones de una comunidad que combina de maravilla y espectacularmente el trabajo de atención a peregrinos de diversas naciones, con el hacer tareas y preparar exámenes, brilla el amor a la vida consagrada y se percibe, simplemente al llegar, el aire inesiano de la sencillez y la vida de alegría en una entrega misionera que no conoce fronteras. ¡No hay quien venga a Garampi y se vaya triste!
Estas mujeres, invadidas por el «Evangelio de la Alegría», tienen siempre mucha creatividad para ir viviendo los tiempos litúrgicos y el sentir de la Iglesia.
Me encontré que para la Cuaresma han hecho un «DECALOGO CUARESMAL» con frases de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento y les he pedido permiso para compartirlo, porque, en este ambiente del Año Jubilar de la Misericordia, mucho nos puede servir:
«DECÁLOGO
CUARESMAL»
I. Romperás de una vez por todas con lo que tú bien sabes que Dios no quiere.
«Jesús dedicó solo 3 años a su vida pública y apostólica, para darnos ejemplo de oración, de ocultamiento, de silencio, de trabajo, de sumisión» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 803).
II. Compartirás tu pan con el hambriento, tus palabras con el que vive en soledad, tu tiempo y consuelo con el que sufre, tu sonrisa con el triste, tu caridad con TODOS.
«¿Cuál será este lenguaje que el mundo puede entender? El de la oración, el del sacrificio, el de la entrega total, el de la carencia de egoísmo, el de dar con una sonrisa, el saber infundir en quienes se cruzan en mi camino una gran confianza en Dios» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 805)
III. Dedicarás un buen tiempo todos los días para estar a solas con Dios.
«Que aquí las almas sean: Oración. Que ella sea su alimento cotidiano y continuo, no sólo en las horas dedicadas oficialmente a este hermoso ejercicio, sino aún en todas las ocupaciones del día» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 298).
IV. Confiarás en Dios a pesar de tus pecados y miserias. Creerás que Dios es más fuerte que todo el mal del mundo.
«Sí, la confianza será siempre mi faro, mi guía, mi sostén, mi victoria. ¿Qué tengo yo para triunfar? ¡Polvo y miseria! En cambio, ¿qué tengo de Dios? El ser, la conservación, la preservación, la gracia, la fe, la vocación, sus dones, el amor: imperfecto sin duda, pero para él solo» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 663).
V. Mirarás sólo a Dios y a tus hermanos.
«Mira las necesidades de tus hermanos y ya no tendrás tiempo de pensar en ti. «Enséñame a ser como tú, dulcísimo Jesús, que mis atenciones, mis cuidados, mis amores, sean para las almas que me has encomendado. ¡Sálvalas!» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 689).
VI. Ayunarás de palabras vanas. Ayunarás de malos pensamientos. Ayunarás de toda hipocresía.
«¡Así son las almas que se tienen por justas. Sus apreciaciones sobre los demás son siempre duras, inflexibles; en cambio las almas a quienes el Divino Maestro instruye, saben considerar, saben disculpar, saben sostener, saben empujar suavemente hacia la santidad!» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 678).
VII. Perdonarás una y mil veces a quien te ha herido, con causa o sin ella, justa o injustamente, esté arrepentido o no.
«Que el dulcísimo Jesús, sea el amor con que todos los misioneros amemos a todas las almas, empezando con un amor muy exquisito por nuestros propios hermanos... amor santo, puro, sin egoísmos, con delicadezas de madre y con espíritu varonil» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 682).
VIII. Ofrecerás sacrificios agradables al Señor. Los harás en silencio, sin que nadie se de cuenta.
«Mi vida tiene que ser una constante inmolación, de alma sobre todo, aunque también de corazón y de cuerpo. Enséñame, Divino Maestro, a no inquietarme, a vivir, momento por momento, amorosamente en Ti» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 680).
IX. Amarás la humildad y procurarás vivirla; no buscarás los honores, ni los puestos, ni el poder, ni la fama, que todo eso es de Dios; te harás servidor de todos.
«Y a mí, ¿qué me dices, Jesús amado, desde la oscuridad profunda del seno de tu Madre? ¡Ah, que divinas enseñanzas! Qué humildad la tuya y la de tu Madre Santísima... Aquí me enseñas a ser humilde, a que ame la oscuridad y el olvido, el desprecio de todo lo que no seas tú o a ti me lleve» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 428).
X. Anunciarás a los hombres la verdad del Evangelio. Les dirás sin temor que Dios los ama, que se ha hecho hombre por ellos y ha muerto en la cruz para salvarlos.
«Fijo mis ojos en la Eucaristía, me reclino como el discípulo amado sobre su Corazón agradable, me escondo en el Corazón purísimo de María, de la Madre nuestra vestida de Guadalupana, voy con el anhelo, con mi fe y mi esperanza a los cuatro polos de la tierra, para llevar a todas partes las inmensas riquezas espirituales, que Nuestra Madre la Santa Madre Iglesia pone a mi disposición, y me siento, yo me siento inmensamente rica, sueña de todos esos tesoros que son muy míos, y los negocio por las almas» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 359).
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