El sábado pasado buena parte de la familia de mi papá, nos dimos cita en la Casa de Reposo "Divina Providencia", hogar de nuestra querida tía Amparo, quien nos invitó a compartir con ella unos momentos de oración y de fiesta para darle agracias a Dios por haber llegado a sus 105 primaveras.
La cita era a las 4 de la tarde, respetando el horario de visita de la institución, que nos permitiría estar allí de 4 a 7. Al llegar nos fuimos saludando los que nos encontramos seguido, además de irnos reconociendo los que hace años no nos veíamos. Empezamos nuestra reunión con una celebración de la Palabra en la que la festejada participó activamente escuchando el mensaje que el Señor le dirigía. Le dimos a gracias a Dios por el regalo de esta maravillosa mujer que, a sus años, sigue dando muestras claras de lo que es la caridad cristiana y, como dicen que para muestra basta un botón, recordamos que en Navidad pasada tía Amparo rifó entre familiares y amigos una colcha para bebé que ella misma tejió para destinar los fondos a una institución que vela por niños desamparados.
Después llegó el momento de la merienda, unos ricos taquitos al vapor que la misma cumpleañera había dispuesto que se sirvieran y claro, acompañados de refrescos y agua fresca. Enseguida llegó el momento del pastel, que se convirtió en un desfile de pasteles de diverso calibre: Primero los que habían sido decorados con la leyenda "Feliz cumpleaños 105" y luego el de Tres leches, el de mango, pays y demás.
Tía Amparo estuvo radiante todo el tiempo, enfundada en un elegante conjunto celeste y perfectamente peinada. Desde su silla de ruedas sonrió a cada uno y dio palabras de aliento que comprometen a amar la vida y a vivirla como Dios lo va disponiendo, porque siempre, es una oportunidad para dar amor.
No fue casualidad, como lo dijimos, que la reunión haya sido en sábado, día dedicado a la Virgen, porque ella, ha sido la compañera inseparable de "Amparito" como muchos le llaman de cariño.
¡Feliz cumpleaños 105, tía Amparo".
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