La vida de todo discípulo–misionero de Cristo se desarrolla en todo tiempo y lugar junto a la Sagrada Escritura, unidos con Aquel que no cesa de darnos su Palabra y nos comparte su pan, en la comunidad de los creyentes. Esta relación, este diálogo constante de Dios con su pueblo nos enriquece y nos enseña a dar testimonio de su tesoro, anunciándolo por todo el mundo. Se celebra este domingo, como digo, en el contexto de la Semana de Oración por la Unidad en Cristo porque la Palabra nos brinda la oportunidad de unirnos a todos aquellos que compartimos la Sagrada Escritura poniendo a Cristo como centro de la historia y como centro de nuestras vidas.
La Oración Colecta de este día nos invita a dirigir nuestros pasos bajo el designio de Dios para agradarle en todo y abundar en toda clase de obras buenas. En su homilía para este domingo, el Papa Francisco destaca esto y afirma: «La Palabra nos atrae hacia Dios y nos envía hacia los demás. Nos atrae hacia Dios y nos envía hacia los demás, ese es su dinamismo. No nos deja encerrados en nosotros mismos, sino que dilata el corazón, hace cambiar de ruta, trastoca los hábitos, abre escenarios nuevos y desvela horizontes insospechados». Dirijamos nuestra mirada a María, la Mujer que supo escuchar la Palabra para ponerla en práctica y pidámosle que interceda por nosotros para hacer lo mismo. ¡Bendecido Domingo de la Palabra!
Padre Alfredo.
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