1. NO DEJES LA CONFESIÓN PARA ÚLTIMA HORA SIN HABER HECHO UN EXAMEN DE CONCIENCIA.
El «Examen de Conciencia» es una parte básica del sacramento de la Reconciliación. Si se llega al confesionario sin haberlo hecho, puede ser que se viva el momento como una experiencia frustrante.
Hay personas que le dicen al confesor: "Padre... ¿me ayuda?". Eso no debe ser, pues el sacerdote confesor no vive la misma realidad, no convive en su diario vivir y no sabe de las situaciones que cada feligrés enfrenta cada día según su situación. Presentarse a confesarse así denota que no se ha hecho un examen de conciencia.
Con anticipación, y en un ambiente de oración, hay que reflexionar, por lo menos un día o unas horas antes de ir al confesionario, sobre las acciones y actitudes negativas; incluso se puede hacer un examen por escrito.
Aquí encontrarás algunas ideas para hacer un buen examen: «Examen de conciencia».
2. HAZ UN PLAN DE VIDA EN TORNO AL SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN.
Cada alma es única e irrepetible, cada alma tiene diversas necesidades para su crecimiento espiritual, recordando que el enemigo, «como león rugiendo, ronda buscando a quien devorar» (1 Pe 5,8). Así, cada uno irá cuidando de su vida espiritual recurriendo al sacramento de la Reconciliación con la frecuencia que sea necesaria, formando la conciencia para que no pasen largos periodos ni se exagere en buscar la recepción del sacramento. Los tiempos de Adviento y de Cuaresma, son espacios privilegiados para hacer una muy buena confesión y luego, durante el año, cada quien verá de buscar esa confesión frecuente según su propia conciencia por los momentos que vaya pasando, ya que la conciencia no se puede programar sino formar y cuidar.
3. NO CONFUNDAS LA CONFESIÓN CON LA DIRECCIÓN ESPIRITUAL.
La Confesión es un Sacramento y en ella sólo se dicen en concreto los pecados; además, el Sacramento obliga al sacerdote al «sigilo sacramental», que implica que todo lo que se haya dicho en confesión nunca será revelado, de lo contrario se caería en pena de excomunión. Según el Derecho Canónico, canon 931, el que se confiesa puede elegir a la persona con quien más tiene confianza; jamás se le obliga a confesarse con alguien en específico, aunque es recomendable tener un confesor que te ayude a crecer en la vida espiritual.
La dirección espiritual, por su parte, es una «orientación espiritual», un proceso en el cual una sola persona «el director espiritual» ayuda a la persona en el crecimiento espiritual y puede tocar un tema continuado o según la necesidad del momento. Las visitas o entrevistas en la dirección espiritual son periódicas, para lo cual hay que programarse y prepararse mediante la oración.
4. SE BREVE Y CONCRETO EN TU CONFESIÓN.
Confiesa solamente tus propios pecados, no los de otros y hazlo de manera concreta, sin rodeos innecesarios, para eso es el examen de conciencia que haz hecho antes de llegar al confesionario. Evita contar historias en cada pecado y piensa en las demás almas que están esperando la reconciliación.
5. SIGUE LOS PASOS DEL RITO DE LA CONFESIÓN EN LO QUE A TÍ CORRESPONDE.
Ordinariamente el rito a seguir es el siguiente (aunque el sacerdote puede proceder de forma diferente para dar la absolución):
Sacerdote: Ave María Purísima.
Feligrés: Sin pecado original concebida.
Sacerdote: ¿Cuánto tiempo tienes de no confesarte?
Feligrés: (Decir cuánto tiempo, por lo menos aproximadamente).
Sacerdote: Dime tus pecados.
Feligrés: (Exponer de forma clara y concisa los pecados).
Tal vez en este momento el sacerdote de algún consejo o haga alguna recomendación.
Sacerdote: Di tu acto de contrición.
Feligrés: Pésame Dios mío...
Sacerdote: Yo te absuelvo... (da una penitencia a realizar y te invita a irte en paz).
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