Algunas personas se cuestionan acerca del lugar especial que en la Iglesia Católica se da a las imágenes y de las reliquias. Dicen que los pasajes contenidos en Éxodo 20,4; Deuteronomio 4,16 y Levítico 26,1 lo prohíben severamente y si vamos a los textos vemos que es verdad, pero, ¿cuál es el motivo por el cual en esos precisos momentos se hace la prohibición? ¿Lo saben todos ellos?
Ciertamente que si se estudia el contexto de esa prohibición, uno se topa con la respuesta allí mismo: "No tendrán otros dioses fuera de mí"; "Porque yo soy el Señor, su Dios". Así, es fácil comprender que lo que se está prohibiendo es construirse ídolos, dioses de barro o de cualquier otro material y no una representación del verdadero Dios por quien se vive. Sabemos que el pueblo judío estaba propenso a eso. Éxodo 32,1-8 nos describe cómo en ausencia de Moisés el pueblo se fabricó un becerro de oro y le rindió culto y adoración sabiendo que Dios les prohibía la idolatría, no las estatuas o las imágenes, que ahora equivaldrían a las fotografías o tal vea a las imágenes de Internet.
Si leemos Éxodo 25, 18 veremos que es Dios mismo quien ordena que se esculpan en oro dos querubines y da la instrucción de que cada uno de estas dos imágenes angelicales salgan de un extremo de la placa y la cubran con sus alas extendidas hacia arriba. En Números 21,8 tenemos otro ejemplo en el que se indica hacer una serpiente de bronce para colocarla en un estandarte y se añade una indicación: "los mordidos por serpientes quedarán sanos al mirar la imagen".
Ni los querubines ni la serpiente son dioses y es el mismo Dios quien los manda esculpir, pero, cuando el pueblo «confunde» e «inventa» que la serpiente es un dios, el Señor ordena inmediatamente su destrucción, según está escrito en 2 Re 18,4: "Suprimió las eremitas de las lomas, destrozó los cipos, cortó las estelas y trituró la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque los israelitas seguían todavía quemándole incienso. Además, en el Antiguo Testamento, hay otros que se pueden consultar y que demuestran claramente que Dios no prohíbe el uso de las imágenes:1 Re 6,23-29; 7,25-29.
Así, podemos concluir que Dios no prohíbe estatuas o imágenes. ¿Podemos pensar en una familia que nho tenga fotografías de nada ni de nadie? Lo que Dios prohíbe es la idolatría. Por eso la Iglesia, como Madre y Maestra, prohíbe adorar a María Santísima y a los santos pero no prohíbe hacerse representaciones de ellos para recordar su fidelidad y su confianza en el Señor, de manera que al contemplar esas imágenes nos sintamos exhortados vivamente por estas personas para acercarnos más a Dios, imitando sus virtudes y haciéndonos ayudar por su intercesión.
Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.
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