miércoles, 28 de febrero de 2024

«El cristiano y los bienes materiales»... Un pequeño pensamiento para hoy


Los bienes materiales de este mundo no son malos en sí mismos, pues nos han sido proporcionados por Dios que es nuestro Creador. Y, siendo esto así, debemos entender que Dios es el Dueño, y nosotros somos solamente «administradores» de esos bienes que le pertenecen a Dios. En este mundo —está más que claro— que todos vamos de paso, no solamente quienes en la vida religiosa hemos hecho un voto o una promesa de vivir en pobreza. De allí que cuando seamos juzgados se nos tomará en cuenta cómo hemos administrado esos bienes que Dios nos ha encomendado y cuya cantidad varia muy significativamente en los millones y millones de creyentes que somos. (cf. Lc. 16, 2)

La Oración Colecta de hoy pide a Dios que nos ayude en nuestras necesidades temporales para que la preocupación por ello no nos impida trabajar en la búsqueda de los bienes eternos. A la luz de esto, como en otras ocasiones, y más ahorita que estoy en un clima de Ejercicios Espirituales, me vienen unas preguntas que conviene hacernos: ¿Cómo vivimos los hombres y mujeres de hoy? ¿Seguimos las advertencias de Cristo con relación a los bienes materiales? ¿O ponemos todo nuestro empeño en buscar dinero para hacernos de cosas y más cosas materiales consiguiendo todo el que se nos antoje, para acumular y acumular? Y ... ¿para qué sirve esa actitud, si al llegar al mundo no trajimos nada, y cuando nos vayamos de este mundo no nos llevaremos nada? (cf. 1 Tim. 6, 7).

Los bienes materiales han sido puestos en nuestras manos por Dios para que seamos buenos administradores. Y eso significa que con ello debemos satisfacer nuestras propias necesidades y las de nuestra familia, pero también debemos satisfacer las necesidades de aquéllos que tienen menos que nosotros. Y la Cuaresma nos ofrece esa oportunidad con la dimensión de la «limosna». Contemplando a María santísima, siempre generosa, busquemos no sólo compartir de lo que nos sobra, sino a veces también de lo que nos es necesario para aprovechar esta práctica cuaresmal. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

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