martes, 27 de febrero de 2024

«Dios cuida a su Iglesia»... Un pequeño pensamiento para hoy


La Oración Colecta de la Misa de hoy se inicia pidiendo al Señor que, con su constante benevolencia cuide a su Iglesia, porque, sin su ayuda, prevalecería nuestra fragilidad humana y claro está que ya sabemos lo que pudiera pasar. Porque sin Dios y su asistencia, todo se torna color gris, todo es confuso, todo va hacia el caos. ¡Cuánto tenemos que pedir al Señor que no abandone nunca la promesa que hizo de estar asistiéndonos en la tierra «hasta que se clausuren los siglos y comience la eternidad», como decía la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, que tanto amó a la Iglesia!

En la presencia y en el ministerio de los obispos, sacerdotes y diáconos Dios cuida de una manera muy singular y comprometida a su Iglesia, madre y maestra de la humanidad. Y realmente a través de estos hombres elegidos por el Señor y consagrados con el sacramento del Orden, la Iglesia queda, visiblemente, bajo el cuidado de Dios. La Iglesia a través de sus ministros consagrados no nos deja a nuestras solas fuerzas humanas, que son siempre frágiles. Ella nos engendra en el Bautismo como cristianos, haciéndonos nacer de nuevo en Cristo; vigila nuestro crecimiento en la fe; nos acompaña entre los brazos del Padre para recibir su perdón; prepara para nosotros la mesa eucarística, donde nos alimenta con la palabra de Dios y el Cuerpo y la Sangre de Jesús; invoca sobre nosotros la bendición de Dios y la fuerza de su Espíritu, sosteniéndonos en todo el transcurso de nuestra vida y envolviéndonos con su ternura y su calor, sobre todo en los momentos más delicados de prueba, de sufrimiento y de muerte.

Por eso es bueno que, nosotros, como pastores, hagamos un alto en diario caminar y nos retiremos unos días en oración para reponer fuerzas y no desfallecer en esa delicada encomienda de cuidar la Iglesia. Oren por el grupo de 37 sacerdotes diocesanos y religiosos que guiados por el obispo auxiliar de Monterrey, fray César Garza Miranda, re-estrenemos este compromiso de amor. ¡Bendecido martes!

Padre Alfredo.

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