Si miramos a nuestro alrededor, nos damos cuenta de que no todas las familias son iguales, ni tienen las mismas costumbres, ni llevan el mismo caminar, ni se han formado de la misma manera.
En efecto, hay ciertas familia que, por ejemplo, nunca se preocupan por el progreso y educación de sus hijos. Otras dan más importancia a las costumbres de sus antepasados y no están dispuestas a cambiar; un cambio para ellas significa acabar con la vida de familia. Mientras que, por otra parte, hay unas que siempre están buscando innovar.
En algunas familias se exagera tanto la autoridad del padre o de la madre, que se ve a cada uno como un amo y jefe del hogar, más que como padre y/o madre. Algunas veces los papás están divorciados y se crea un grave conflicto en el desarrollo de los hijos, que son quienes pagan las consecuencias incluso llegando a ser hasta unos desadaptados en la sociedad, envidiando y criticando a quienes viven en una familia bonita e integrada. Por otra parte, hay familias disfuncionales que a pesar de lo que viven, son felices y transmiten ese gozo de vivir.
Hay familias en las que se vive el «machismo» en todo su esplendor y hay otros en que la mujer está tan liberada que, ejerciendo un impresionante «matriarcado» en el que todo controla, no tiene tiempo para las cosas de la casa. Otras veces la familia es una especie de «hotel» en donde no hay más convivencia que la vida en el mismo lugar, mientras que hay otras que también parecen un hotel, pero porque ahí hay espacio para todo el que llegue, haciéndoles parte de la vida diaria como «familia extendida».
Para algunas familias lo más importante es la posición social que se ocupa —aunque sea en apariencia y todo se deba.— ¡hasta las colegiaturas de los hijos! que quieren que estudien en el colegio más destacado de la comarca o en la mejor universidad.
Hay algunas familias muy integradas y organizadas en las cuales cada uno de los miembros sabe muy bien cuál es su papel. Los hijos mayores ayudan con los menores y saben agradecer la entrega de los padres. Hay otras en donde nadie sabe de nadie y los hijos buscan dejar el nido lo más antes posible.
Hay familias en las que los padres se preocupan por dar una formación integral a los hijos y junto con ellos van descubriendo, unidos a Dios, el sentido de la vida haciendo de su hogar una imitación de la casita de Nazaret en donde aún se reza el rosario. Hay familias que no fallan a Misa Dominical compartiendo el gozo de la fe y hay familias en donde no creen en nada ni en nadie, es más... ¡ni en ellos mismos!
Hay familias formadas por parejas unidas solamente por la ley civil o viviendo en unión libre, con y sin hijos y hay familias, también con hijos o sin ellos, que dejan sentir con alegría el gozo de haber sido establecidos en el sacramento del matrimonio por la Iglesia.
Hay familias reducidas, formadas solamente por los padres y los hijos y hay otras más amplias donde otros parientes viven bajo el mismo techo. Se da el caso de algunas familias en las cuales la servidumbre entra a formar parte del círculo familiar, como es el caso tan tradicional de las «nanas». Hay familias formadas por estilos de esos de «convivencia moderna» donde todo hay, hasta perros y gatos, pero menos la esencia de la familia.
Hay familias que disfrutan de comodidades, a veces exageradas y excesivas, y otras que apenas pueden vivir, o carecen de lo necesario. En unas trabajan el padre y la madre por necesidad y en algunas trabaja también la madre porque no quiere estar metida en la casa todo el día. Hay algunas familias en las que los hijos menores también tienen que trabajar en un subempleo, como la venta de periódicos, flores en las esquinas o limpiando parabrisas. En unas falta trabajo y en otras sobra el ocio.
Hay familias en las que todo se comparte, la oración, el deporte, la convivencia, la alegría de vivir. Hay familias con mascotas y sin ellas. Hay familias que viven en pobreza y en falta de dignidad y otras en donde se ve el problema del desorden perpetuo y el descuido que dan pie a hijos drogadictos y alcohólicos.
Hay familias que acompañan a cada uno de sus miembros en las diversas etapas de sus vidas y otras en donde los miembros se encierran egoístamente. Unas familias dan mucha libertad a los hijos y otras son más restrictivas. En fin, cada familia tiene lo suyo. Habrá otras familias tan peculiares, con estilos de vida tan particulares que no están descritos en ninguno de los tipos que menciono aquí...
Y tu familia, ¿cómo es?
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