1. Tener en cuenta que su espiritualidad eucarística lo invita a participar en la Santa Misa no solamente el domingo, sino los días en que pueda entre semana, para vivir el «encuentro personal con Cristo» en el sacramento de la Eucaristía y para reforzar la propia fe a través de la escucha de la Palabra, sabiéndose parte de una comunidad de fe.
2. Leer la Sagrada Escritura a diario, porque un misionero no puede prescindir del contacto con la “Buena Nueva” que debe anunciar con su vida, con su testimonio y con su acción apostólica durante el Año de la Fe y siempre.
3. Conocer cada vez más la vida de nuestra Beata Madre Fundadora, ejemplo claro de cómo vivir una vida cristiana, a través de diferentes etapas y espacios de la vida para poder dar testimonio de vida cristiana y acrecentar la propia fe y la de los demás.
4. Frecuentar los sacramentos, especialemente la reconciliación, porque los Vanclaristas reciben fuerzas y profundizan su fe celebrando el encuentro vivo con Jesucristo en la Eucaristía y para eso hay que acercarse a la confesión, y este sacramento refuerza la fe y vuelve el alma a Dios para abrir nuestra vida a la gracia sanadora de Dios que debe ser siempre actuante para vivir como discípulo y misionero.
5. Leer los documentos del Concilio Vaticano II —del que se celebra este año su 50 aniversario-— en grupo y de manera individual , para vivir su compromiso misionero sabiéndose parte de la Iglesia.
6. Estudiar el Catecismo de la Iglesia Católica, que desde hace 20 años recoge en un solo volumen los dogmas de fe, de la doctrina moral, de la oración y de los sacramentos de la Iglesia, y sirve como un verdadero recurso para crecer en la vivencia y transmisiónde la fe”.
7. Saberse parte de la Familia Inesiana y acercarse a los demás miembros de la misma participando en las casas locales de misioneros y misioneras y acercándose a los colegios, parroquias, hospitales y otras obras de la Familia Inesiana. Que el carisma personal de cada uno ayude a mantener viva en la fe, la vida de familia.
8. Ser misionero en el lugar en donde se encuentre, participando de manera activa en la obra apostólica de la Iglesia, insertándose en su propia parroquia o en la parroquia en la que está la sede del grupo al que pertenece, conociendo como grupo y como persona el plan de pastoral de la diócesis en la que vive.
9. Sentirse un «promotor vocacional» de Van-Clar, dando a conocer el carisma de Van-Clar a los amigos y conocidos, invitándolos a formar parte del grupo, haciéndoles una invitación personal y buscar a los que se hayan alejado de la fe o se sientan un extranjero dentro de la Iglesia. Todos los Vanclaristas conocen a alguien así.
10. Meditar las Bienaventuranzas para vivirlas al estilo de la beata María Inés, para crecer en la humildad, la paciencia, la justicia, la misericordia, la transparencia y la libertad fijando la mirada en Santa María de Guadalupe como Patrona Principal, anhelando en este “Año de la Fe” volver a estrenar el «Sí».
Alfredo Delgado, M.C.I.U.
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