domingo, 30 de diciembre de 2012

Al finalizar el 2012 el mundo no se ha acabado y hay mucho que agradecer...

Estamos llegando al final del año 2012. Ya faltan pocas horas para que termine este año que nos ha dejado bastante movimiento de trabajo y  muchas gracias y bendiciones de Dios, pues mientras que muchos recodarán este 2012 como un año que se  iba a acabar el mundo, yo lo recordaré como el año de la beatificación de la Madre María Inés bajo la mirada dulce de María en la Basílica del Tepeyac, el año de la visita del Papa Benedicto a México, el año en que reavivamos nuestro compromiso de ser creyentes con la celebración del «Año de la fe», el año del nombramiento del Sr. Rogelio Cabrera como Arzobispo de Monterrey... cuando piense en el 2012 reviviré seguramente emociones y recordaré compromisos. Estamos ya muy cerca de la fiesta de fin de año y seguramente que, como este, el 2013 pasará velozmente.

En este año el mundo giró y se sacudió con muchas cosas. La historia de muchos países se desarrolló en torno a la violencia y a la crisis económica que ha puesto en jaque a la casi intocable Europa y que desde allí se ha extendido en muchas partes de occidente; además, claro está, del sonadísimo tema del fin del mundo, que no se acabó y que puede ser que se acabe en este 2013 o sabrá Dios cuando, porque sólo a Él le toca decidir el desenlace final de nuestro peregrinar en este mundo como pueblo, como Iglesia, como familia de los hijos de Dios para ir, literalmente, a la vida eterna.

Evidentemente el mundo no se acabó en este 2012 y, como todos los años, ha tenido sus cosas buenas y sus cosas malas. Hemos reído y hemos llorad, hemos ganado y hemos perdido. A muchos ciertamente nos resultó bastante corto, a pesar de haber tenido también sus dificultades como la escasez tan manifiesta de vocaciones que me ha tocado palpar al ver las consecuencias de un mundo consumista y materialista que obstaculiza y frena el deseo incipiente de consagrarse a Dis que surge en el corazón de algunos jóvenes; o el inesperado ataque de una misteriosa bacteria que trastocó por más de un mes la vida de mi padre. Pienso también en los seres queridos que han partido a la casa paterna este año y han dejado un espacio que nadie, sino solamente Jesús podrá llenar.

En unas cuantas líneas y antes de arribar a nuestra querida comunidad de "El Tigre", en Michoacán —a donde aún y a pesar de estar en el siglo XXI, no ha llegado el poder de la banda ancha satelital o la telefonía celular— quiero desear a mis cinco o seis lectores un año 2013 lleno de esperanzas y un final del 2012 lleno de gratitud al Padre Misericordioso

Para cada uno de ustedes mi bendición sacerdotal y mis deseos de paz para el año 2013, anhelando que a nadie se nos olvide celebrar también cosas buenas que te ocurrieron en el 2012.

¡Que disfruten de un buen fin de año! ¡Feliz fin de año y feliz año nuevo!

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

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