Luis ciertamente murió joven... y muchos de nosotros le sobrepasamos en años y años. Pero, al ver estas figuras de jovencitos santos como él, uno puede preguntarse: ¿cuál es la verdadera «juventud»? ¿De qué depende ser «joven»? ¿De la corta edad o de qué…? La sociedad actual nos muestra que hoy hay jóvenes «momificados» y, a la vez, hombres y mujeres muy mayores llenos de vitalidad. Según el Papa Francisco, «ser joven, más que una edad, es un estado del corazón». Creo que si san Luis Gonzaga hubiera vivido más años, seguro disfrutara del mismo espíritu de inocencia y penitencia que le llevó a la santidad a tan corta edad. Un ejemplo de estos es san Juan Pablo II, quien al final de su vida se presentaba como «un joven de 84 años». Él mismo afirmó en alguna ocasión que «los viejos son los que no tienen proyectos». Y, de hecho, cuando este Papa santo murió, tenía la agenda de trabajo llena hasta seis meses después de su fallecimiento.
Elevemos a Dios la oración de este día de san Luis Gonzaga, pensando especialmente en esa gente joven que hoy está, como digo, «momificada» sin encontrar sentido a la vida y gusto por abrazar la cruz: «Dios nuestro, autor de los dones celestiales, que uniste en San Luis Gonzaga una admirable inocencia de vida con la virtud de la penitencia, concédenos, por sus méritos e intercesión, que si no lo hemos seguido en la inocencia, lo imitemos en la penitencia». Con María, encomendemos a toda la juventud y con ella, los que estamos en Monterrey, demos gracias por la tregua que nos llega en medio del temporal que las tormentas nos acarrean. ¡Bendecido viernes!
Padre Alfredo.
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