La Oración Colecta de esta celebración, se dirige al Padre de misericordia recordando que en la beata nos ha dado un modelo de ardor misionero para la extensión del Reino de Cristo y le pide que nos conceda que por su intercesión y siguiendo su ejemplo, podamos nosotros también proclamar el Evangelio con sencillez y alegría hasta los confines de la tierra. La sencillez y la alegría, fueron siempre dos aspectos que brillaron en la madre María Inés. Con su caridad evangélica, gracias a estas dos características, llegó a todos. Dejando atrás su hogar, su familia, la comodidad de su entorno familiar, respondió a la llamada a salir, a hablar de Cristo dondequiera que fuera para que todos le conozcan y le amen. Ella decía que esta era su única recompensa.
No cabe duda de que la santa madre Iglesia no se equivoca al seleccionar la figura imitable de hombres y mujeres que, como la beata María Inés, hayan gastado su vida en conquistar el mundo para Cristo. Estamos llamados a salir con el mismo celo, el mismo ardor, la misma sencillez y alegría, pero también con su sensibilidad, su respeto por los demás, su deseo de compartir con ellos esa palabra de gracia (cf. Hch 20,32), que tiene el poder de edificar y llevar a todos hacia la Eucaristía bajo la mirada de María. Que con la Guadalupana, la beata María Inés nos recuerde el día de hoy que todos somos discípulos–misioneros y que no hay tiempo que perder porque «urge que Cristo reine» (1 Cor 15,25). ¡Bendecido sábado!
Padre Alfredo.