miércoles, 15 de mayo de 2024

«Maestros católicos, humildes y sencillos»... Un pequeño pensamiento para hoy


Aunque toda tarea y acción es digna y es importante en la vida de una sociedad, mucha gente considera que el sacerdote, el médico y el maestro, que se ocupan de las personas de una manera muy directa en cuanto a su realización, desempeñan las dos funciones más excelsas que hay en el mundo. Hoy celebramos el día del maestro, y por ello quiero compartir algunas consideraciones en torno a esta vocación de servicio que abarca a personas de todo tiempo y lugar, de toda clase y condición. La educación es una obra tan excelsa, que los santos padres y los autores más ínclitos que se han ocupado de ella, la definen como una magistratura, una paternidad y un apostolado.

Hoy que es día de San Isidro labrador, haciendo referencia a él para pedir su intercesión, la Oración Colecta señala dos de sus virtudes que, aunque él no fue maestro, las creo del todo necesarias para todo docente. Se trata de la humildad y la sencillez. Todos recordamos, en lo profundo de nuestra memoria, a aquel educador, profesor o maestro que dejó huella en nosotros. Pero esta impronta no se debía tanto a lo que decía como al modo humilde y sencillo en que se relacionaba con nosotros, a la pasión con la que explicaba, a la impresión que nos causaba su persona o a la confianza que depositó en nosotros. Era su humanidad la que dejó huella en la nuestra, fue su corazón servicial el que tocó el nuestro, el que hizo vibrar nuestras cuerdas con la longitud de onda de las suyas. Este maestro nos educó desde el corazón.

Agradezcamos al Señor la oportunidad que nos da para recordarles en este día y rogarle al Señor, por intercesión de María santísima, Madre del Maestro, que aumente el número de maestros católicos que no hagan a un lado sus convicciones religiosas para que dejen la huella de Cristo en los alumnos. La beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento decía que la tarea del maestro es fundamentalmente la de formar a Cristo en el alumno. ¡Bendecido miércoles!

Padre Alfredo.

P.D. Felicito e manera especial a mi queridísima profesora Magda Yolanda Villarreal Fernández, mi formidable maestra de matemáticas en secundaria, con quien mantengo contacto hasta la fecha. A mis hermanas Misioneras Clarisas que están en los colegios de nuestra Familia Inesiana ya todos mis amigos y amigas que con gozo, compromiso, humildad y sencillez, realizan esta tarea.

sábado, 11 de mayo de 2024

«Abundar en buenas obras»... Un pequeño pensamiento para hoy


El deseo de abundar en buenas obras debe ser siempre un impulso para todo bautizado. Eso es lo que hoy nos invita a pedir a Dios la Oración Colecta de hoy, de manera que tendamos a lo más perfecto y así vivamos en plenitud el misterio pascual. Los bautizados no podemos olvidar la importancia de las buenas obras que podamos realizar, aún en medio de una sociedad que busca crear un «evangelio light», un evangelio que no cuestione, que no corrija, que no se ponga en contra de los criterios mundanos.

Muchos católicos de hoy dicen que la misericordia de Dios hace que no te tienes que negar a nada, que no se necesita hacer cambios en la vida, que lo único que se tiene que hacer es recibir a Cristo como Salvador y que cada quien haga como pueda, que no se necesita entonces hacer obras buenas sino solamente creer. Tal vez la teología protestante lo vea de esta manera, sobre todo en algunas sectas de moda, pero sabemos que no puede ser así... El apóstol Santiago nos deja escrito esto: «Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» (Sant 2,26). De tal manera que la fe sin obras es una fe muerta, porque la falta de obras revela una vida que no ha sido cambiada o un corazón que espiritualmente está muerto. La fe se demuestra por las obras que hacemos. La forma como vivimos revela lo que creemos y si la fe que decimos tener, es una fe viva.

La fe es un encuentro con Jesucristo, con Dios, y por eso de allí nace el deseo de hacer obras buenas que prolongan y extienden en el tiempo y en el espacio la misericordia de Dios. Por eso una fe sin obras, una fe que no te implique, que no te lleve a realizar buenas obras, no es fe. Solo palabras y nada más que palabras. Pidamos, por intercesión de María, que nos pone el ejemplo con su delicadeza en las Bodas de Caná, que estemos atentos para no dejar pasar las ocasiones en las que podamos hacer buenas obras. ¡Bendecido sábado!

Padre Alfredo.