domingo, 7 de diciembre de 2025

Necesitamos de los sueños de los salmistas... Un pequeño pensamiento para hoy

El Adviento, para el hombre y la mujer de fe, es una invitación a mirar de otra forma la realidad de siempre, reconociendo en ella las promesas de Dios, que siguen vigentes, y acogiendo los anhelos más profundos del corazón humano, que se encamina con esperanza hacia la vida eterna. Los versículos entresacados del salmo 71 (Sal 71,1-2.7-8.12-13.17), en el salmo responsorial de hoy, nos invitan a ello. Este salmo es un canto de fe inquebrantable que entrelaza la esperanza con el recuerdo de la fidelidad pasada de Dios, la petición de su ayuda presente y la promesa de una alabanza futura, especialmente, en el caso del salmista que lo escribe, en la etapa de la vejez, viendo a Dios como su único y eterno refugio y esperanza.

El salmista nos ayuda a conectarnos profundamente con la esperanza del Adviento porque nos dispensa un salmo mesiánico y de confianza, que pide la venida de un Rey justo que traiga paz, que defienda a los pobres y que sea la esperanza de vida para todos, reflejando la venida de Jesús, el Mesías, el Rey de justicia y paz, la esperanza definitiva del pueblo en espera de su Salvador. El salmo pide a Dios que confíe al rey su juicio y justicia, para que rija con rectitud a los humildes (versículos 1-2). Esto resuena con la espera del Adviento por el Mesías que establecerá un reino de justicia y paz con el deseo de que «en sus días florezca la justicia y la paz abunde eternamente» (versículo 7), una promesa central de la venida de Cristo en este tiempo de Adviento. Desde lo profundo de su corazón, quien confeccionó este salmo clama por la liberación de los pobres y afligidos, que no tienen protector (versículo 12) y con eso nos recuerda que el Adviento celebra a Jesús, que viene a salvar a los necesitados y oprimidos.

Depositemos nuestra esperanza en Dios y aprovechemos no solamente éste, sino todos los salmos que en Adviento se nos ofrecen en cada misa reflejando la esperanza de que Cristo viene a traernos la salvación para todo el mundo. Que los salmistas nos ayuden a entender que no habrá justicia, ni paz, ni felicidad para todos si al mundo le falta la «experiencia de Dios"» en la oración, en el trato íntimo con él. Necesitamos de «los sueños» de los salmistas porque necesitamos defendernos frente a la desesperanza soñando sueños como ellos. Es que aunque sepamos que la reconciliación universal pertenece a la vida cumplida del Reino de Dios, ya desde ahora podemos realizar anticipos, a pequeña o mayor escala, de esa paz cumplida. Acompañados de los salmistas, así como de la intercesión de Isaías, Juan el Bautista, José de Nazareth y por supuesto María, abramos un camino al Señor que llega. ¡Bendecido segundo domingo de Adviento!

Padre Alfredo.

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