viernes, 21 de octubre de 2016

LA VIVENCIA DEL JUBILEO DE LA MISERICORDIA EN LOS MONASTERIOS DE CLAUSURA...


Hace poco, relativamente, me tocó visitar, como Misionero de la Misericordia, dos Monasterios de comunidades diversas y en dos países distintos. El primero fue el Monasterio de las Madres Trinitarias de María, en West Covina, California, en Estados Unidos; el segundo fue el Monasterio De Nuestra Señora Reina De La Paz, de las Clarisas Capuchinas en Perote, Veracruz, en México.

De una u otra manera, la palabra «misericordia» inunda todos los carismas de la vida religiosa, y por supuesto la vida en la clausura de los monasterios. Un amor compasivo de ida y vuelta circula dentro de cada comunidad, y lo proyecta, sobre todo a través de la oración y el sacrificio que se ofrece por la humanidad entera, a los corazones de quienes viven en la miseria de la injusticia, la pobreza, la violencia, la falta de libertad y en las tinieblas del mundo actual.

No puedo describir el gozo inmenso que en cada uno de estos dos monasterios despertó la llegada de un «Misionero de la Misericordia». Una monja muy anciana, con lágrimas en sus ojos exclamó llena de gozo: «¡Nunca me imaginé que un Misionero de la Misericordia viniera a nuestro Monasterio! ¡Somos tan poquitas y tan lejos!».

En un estilo de vida pobre y sencillo, es fácil percibir el gozo de seguir a Cristo y vivir para Él. Cada uno de los monasterios, con su estilo particular  de vida, según sus fundadores, es un oasis en medio del mundo en donde la vivencia de la misericordia de Dios, mediante el seguimiento de Cristo por la profesión de la consagración religiosa, se hace signo y testimonio de esta misericordia infinita en la Iglesia y en el mundo. La meta de cada monje y de cada monja, es siempre hacer presente la misericordia divina, mediante la espiritualidad del seguimiento de Cristo anonadado para la vida del mundo, con un profundo sentido eucarístico, junto a una dependencia singular y confianza sin límites en María Santísima en una vida de clausura, en el mundo, pero sin ser del mundo (Juan 15,19).

Frente a cualquier «tendencia innatural de depreciar el mundo y sus valores», tras las huellas del Señor, en el monasterio se participa de la dinámica encarnatoria de Cristo, el Señor de la Misericordia, estando en el mundo sin ser de él.

Estar en el mundo significa para estas religiosas de clausura, asumir el mundo visible creado por Dios como proyecto a realizar mediante un recto dominio sobre sí mismas y sobre todo lo creado. Estar en el mundo significa para cada una de ellas —al igual que en los monasterios de varones— asumir el propio papel histórico y comprometerse intensamente a ofrecer un espacio en donde la misericordia es el pan de cada día. Estar en el mundo significa para ellas evangelizar la cultura y las culturas del hombre, como expresión de la misericordia, que ofrece espacios en donde frente a Jesús Eucaristía o al repaso de las cuentas del Santo Rosario, se implora para el mundo la misericordia que allí, dentro de las cuatro paredes del monasterio, se vive con alegría y en paz.

No podemos olvidar que a pesar de haber sido bautizados aún hay algo en nosotros que nos inclina al mal. El Papa Francisco nos recuerda que todos somos pecadores y estamos necesitados de la misericordia y el perdón de nuestro Dios, porque nadie estamos totalmente libres de la influencia alienante del mundo antagónico a Dios. Por tanto, en respuesta al llamado que Dios les ha hecho, estas mujeres buscan, en el monasterio, poner todo empeño no sólo para no acomodarse al mundo presente rechazando sus criterios y pseudo-valores, sino también para conformarse día a día con el Dios misericordioso mediante la continua conversión. Así, recibir a un Misionero de la Misericordia en el Monasterio, brindó la oportunidad de echarse un clavado al corazón, hacer un buen examen de conciencia y acercarse al sacramento de la reconciliación para celebrar la Eucaristía con un corazón nuevo.

La misión que se tiene en cada monasterio, exige en primer lugar dejarse iluminar por la luz de Cristo misericordioso, permitiendo que Aquel que es la Luz de los hombres (Jn 8,12) ilumine plenamente el propio ser y disipe todo lo que en el consagrado haya de oscuridad, de pecado, de mal. Quien a la luz de la verdad sobre Dios y sobre el hombre revelada por el Señor de la Misericordia descubre cada vez más y reflexiona continuamente sobre su propia identidad, no podrá ser confundido, ni engañado, ni avasallado por el dinamismo alienante del mundo y, a la vez, como discípulo-misionero, ofrecerá al mundo un  espacio en donde la misericordia se puede palpar a flor de piel.

La beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, fue formando su corazón misionero en el ambiente de un convento de clausura «El Ave María», allí pasó 16 años de su vida inmersa en la infinita misericordia de Dios. Ella escribió: «¡Cada alma que amas Jesús, y que corresponde a tu amor es una historia deliciosa de tu misericordia, de tus ternuras! Es la página más hermosa de tu misma vida, si me permites la expresión, porque en ella haces derroches de tu ciencia por excelencia, que es amar, darte por entero, entregarte sin reserva, para que las almas también se te den, se te entreguen sin reservas; eres el Mendigo del amor».

¡Dios, en su infinita misericordia, siga suscitando la vocación a la vida consagrada en la clausura!

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

jueves, 20 de octubre de 2016

«LA POSMODERNIDAD»... Filosofando un poco en una época de cambios


El término posmodernidad o postmodernidad ha sido utilizado desde hace algún tiempo para designar generalmente a un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX  que se extienden hasta hoy, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación de las tendencias de la Edad Moderna. En sociología los términos posmoderno y posmodernización se refieren al proceso cultural observado en muchos países en las últimas dos décadas, esta otra acepción de la palabra se explica bajo el término posmaterialismo.

Las diferentes corrientes del movimiento posmoderno aparecieron durante la segunda mitad del siglo XX y aunque se aplica a corrientes muy diversas, todas ellas comparten la idea de que el proyecto modernista fracasó en su intento de renovación radical de las formas tradicionales del arte y la cultura, el pensamiento y la vida social y ahora se requiere algo totalmente nuevo.

Uno de los mayores problemas a la hora de tratar este tema resulta justamente en llegar a un concepto o definición precisa de lo que es la posmodernidad. La dificultad en esta tarea resulta de diversos factores, entre los cuales los principales inconvenientes son la actualidad, y por lo tanto la escasez e imprecisión de los datos a analizar y la falta de un marco teórico válido para poder hacerlo extensivo a todos los hechos que se van dando a lo largo de este complejo proceso que se llama posmodernismo. Pero el principal obstáculo proviene justamente del mismo proceso que se quiere definir, porque es eso precisamente lo que falta en esta era: un sistema, una totalidad, un orden, una unidad, en definitiva, coherencia.

Algunos estudiosos pensaban que la posmodernidad era solamente una moda pasajera que llegó a nosotros con fecha de caducidad a la vista y que no había que concederle mucha importancia. Yo no lo pensé así y el tiempo me va dando la razón. A mi juicio estamos en una nueva época de la historia que se manifiesta en nuevas situaciones con nuevos descubrimientos, nuevos problemas, nuevos retos y nuevas soluciones para la humanidad y por lo tanto para la Iglesia.

En los años setentas, el documento "Evangelii Nuntiandi" decía: «Lo que importa es evangelizar —no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en prfundidad y hasta sus mismas raíces— la cultura y las culturas del hombre» (E.N. 20). El tiempo apremia y hay que recordar también lo que nos dice aquel famoso "Documento de Puebla": «Es mejor evangelizar las nuevas formas culturales en su mismo nacimiento y no cuando ya están crecidas y estabilizadas» (Puebla 393). ¿Por qué hemos tardado tanto?

La época que estamos viviendo está marcada por profundos cambios que van tan de prisa como la luz y el sonido. Basta ver la diferencia de la proyección de un video que sea «atractivo» a los jóvenes de hoy y uno de hace diez años. La Edad Moderna daba por supuesto el progreso, pero la posmodernidad ha venido a cambiar mucho, muchísimo las cosas. Entre las principales características del pensamiento post moderno que marcan diferencia con el pasado está el que el pensamiento actual asegura que la filosofía occidental creó dualismos y que la verdad es la que parece a cada quien.

La posmodernidad se ha presentado en nuestras vidas no como una era concreta, ubicable entre fechas precisas, ni como la secuencia lógica de la modernidad, sino como su desarticulación y bifurcación. Es como una especie de fenómeno que ha colonizado áreas cada vez más amplias y rechaza las oposiciones y hace énfasis en las diferencias: no acepta al logos como verdad trascendental, sino como encadenamiento de significaciones incesantes; su concepción de lo social —cuando la tiene— es fragmentaria y confusa. Pero, sobre todo, pone en duda (—valiéndose de muchas contradicciones— los principales conceptos emanados de la modernidad: desde el Estado-nación hasta el sujeto soberano, pasando por las mismas nociones de civilización y progreso. En un vaivén interminable, coquetea con el relativismo más extremo y con las proposiciones más cuestionables, desde la perspectiva de lo público. Niega, a su modo, la historia y a las ideologías, aunque ella misma sea parte de un proceso histórico. Posee su propia construcción ideológica y acepta cualquier manifestación como digna de análisis. Su mayor influencia se manifiesta en el actual relativismo cultural y en la creencia de que nada es totalmente malo ni absolutamente bueno. 

La verdad no se a ciencia cierta si en las prisas con las que el mundo corre seguiremos viviendo aún en la posmodernidad, pero la existencia de ésta, no deja de recordarnos que vivimos en un mundo tan desigual, que mientras unos luchan por sacar adelante a una humanidad que lo pasa francamente mal, existe una casta de adolescentes y jóvenes caprichosos que se aburren con sus juguetes caros para olvidarse de todos esos problemas reales que tan antiestéticos y molestos les resultan.  Siento que existen algunos síntomas alarmantes de que se está olvidando —en gran medida— la visión integral del hombre como persona humana y criatura de Dios, que nos ofrece el cristianismo —como espíritu encarnado o encarnación de un espíritu— como hijo de Dios y centro del universo; y de que se está cayendo en un progresivo reduccionismo en su comprensión. La espiritualidad actual se reduce mucho a mera psicología. La psicología, a biología. La biología a zoología. La zoología, a anatomía. Y la anatomía, a mecánica. El hombre, que anhelaba ser superhombre, se ha convertido no sólo en un subhombre —como afirmó Camus— sino en un robot. 

El dilema del posmodernismo es este: ¿cómo es posible afirmar la categoría y validez de sus enfoques teóricos, si no se admiten ni la verdad ni los fundamentos del conocimiento? Si eliminamos la posibilidad de fundamentos o modelos racionales, ¿sobre qué base podemos operar? ¿Cómo podemos entender qué clase de sociedad es aquella a la que nos oponemos y, menos aún, llegar a compartir semejante entendimiento? Cuando se analiza detalladamente, el posmodernismo nos deja desesperanzados en un corredor interminable; sin una crítica viva; en ninguna parte.

Creo que es preciso que todo hombre y mujer de fe, atienda con mirada crítica este fenómeno. Es urgente ofrecer un mensaje de sencillez, frente a tanta complicación, sólo así podríamos empezar a atender las causas de estos malestares posmodernos que unidas al relativismo van construyendo, como bien lo decía san Juan Pablo II en sus tiempos de Pontífice, una cultura de la muerte.

Alfredo Delgado Rangel.

«DALES SEÑOR, EL DESCANSO ETERNO»... Novena por nuestros fieles difuntos*


PRIMER DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: Mt 26, 36- 45

"Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: «Mi alma esta triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y velad conmigo.» Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: «Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú.» Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos; y dice a Pedro: « ¿Con que no habéis podido velar una hora conmigo? Velad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil.»  Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: «Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, hágase tu voluntad.» Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: «Ahora ya podéis dormir y descansar»". Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


SEGUNDO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: Sab 2, 21 – 24.31
     
"Así discurren los malos, pero se equivocan, los ciega su maldad; no conocen los secretos de Dios, no esperan recompensa por la santidad, ni creen en el premio de las almas intachables. Porque Dios creó al hombre para la incorruptibilidad, le hizo imagen de su misma naturaleza; mas por la envidia del diablo entró la muerte en el mundo y la experimentan los que le pertenecen. En cambio, las almas de los justos están en las manos de Dios y no les alcanzará tormento alguno". Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


TERCER DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: Rom 5, 12 – 17

"Por tanto, como por un solo hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron; porque, hasta la ley, había pecado en el mundo, pero el pecado no se imputa no habiendo ley; con todo, reinó la muerte desde Adán hasta Moisés aun sobre aquellos que no pecaron con una transgresión semejante a la de Adán, el cual es figura del que había de venir. Pero con el don no sucede como con el delito. Si por el delito de uno solo murieron todos ¡Cuánto más la gracia de Dios y el don otorgado por la gracia de un solo hombre Jesucristo, se han desbordado sobre todos! Y no sucede con el don como con las consecuencias del pecado de uno solo; porque la sentencia, partiendo de uno solo, lleva a la condenación, más la obra de la gracia, partiendo de muchos delitos, se resuelve en justificación. En efecto, si por el delito de uno solo reinó la muerte por un solo hombre ¡con cuánta más razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia, reinarán en la vida por uno solo, por Jesucristo!" Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


CUARTO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: Jn 11, 17 – 27

"Cuando llegó Jesús se encontró con que Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. Betania estaba cerca de Jerusalén como a unos quince estadios, y muchos judíos habían venido a casa de Marta y María para consolarlas por su hermano. Cuando Marta supo que había venido Jesús, le salió al encuentro, mientras María permanecía en casa. Dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano. Pero aun ahora yo sé que cuanto pidas a Dios, Dios te lo concederá» Le dice Jesús: «Tu hermano resucitará» Le respondió Marta: «Yo sé que resucitará en la resurrección, el último día.» Jesús le respondió: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?» Le dice ella: «Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que iba a venir al mundo.»" Palabra de Dios

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


QUINTO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: Ef 2, 1 – 6

"Y a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio del aire, el Espíritu que actúa en los rebeldes… entre ellos vivíamos también todos nosotros en otro tiempo en medio de las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo las apetencias de la carne y de los malos pensamientos, destinados por naturaleza, como los demás, a la Cólera… Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo —por gracia habéis sido salvados— y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús." Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


SEXTO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

 Lectura bíblica: 1 Cor 15, 12 – 22

"Ahora bien, si se predica que Cristo a resucitado de entre los muertos ¿cómo andan diciendo algunos de entre vosotros que no hay resurrección de muertos? Si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. Y si no resucitó Cristo, vacía es nuestra predicación, vacía también nuestra fe. Y somos convictos de falsos testigos de Dios porque hemos atestiguado contra Dios que resucitó a Cristo, a quien no resucitó, si es que los muertos no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; estáis todavía en vuestros pecados. Por tanto, también los que durmieron en Cristo perecieron. Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres! ¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos como primicias de todos los que durmieron. Porque, habiendo venido por un hombre la muerte, también por un hombre viene la resurrección de los muertos. Pues del mismo modo que en Adán mueren todos, así también todos revivirán en Cristo." Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


SÉPTIMO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

 Lectura bíblica: Jn 5, 21 – 29

"Porque, como el Padre resucita a los muertos y les da la vida, así también el Hijo da la vida a los que quiere. Porque el Padre no juzga a nadie; sino que todo juicio lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra al Padre que lo ha enviado. En verdad, en verdad os digo: el que escucha mi Palabra y cree en el que me ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida. En verdad en verdad os digo: llega la hora (y ya estamos en ella), en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque, como el Padre tiene vida en sí mismo, así también le ha dado al Hijo tener vida en sí mismo, y le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del hombre. No os extrañéis de esto: llega la hora en que todos los que estéis en los sepulcros oirán su voz 2y saldrán los que hayan hecho el bien para una resurrección de vida, y los que hayan hecho el mal, para una resurrección de juicio." Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


OCTAVO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: 2 Corintios 5, 1-5

"Nosotros somos como una casa terrenal, como una tienda de campaña no permanente; pero sabemos que si esta tienda se destruye, Dios nos tiene preparada en el cielo una casa eterna, que no ha sido hecha por manos humanas. Por eso suspiramos mientras vivimos en esta casa actual, pues quisiéramos mudarnos ya a nuestra casa celestial; así, aunque seamos despojados de este vestido, no quedaremos desnudos. Mientras vivimos en esta tienda suspiramos afligidos, pues no quisiéramos ser despojados, sino más bien ser revestidos de tal modo que lo mortal quede absorbido por la nueva vida. Y Dios es quien nos ha impulsado a esto, pues nos ha dado el Espíritu Santo como garantía de lo que hemos de recibir." Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.


NOVENO DÍA

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amen.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, me pesa de todo corazón el haber ofendido a un Dios tan bueno. Propongo firmemente no volver a pecar, y confío en que por tu infinita misericordia me has de llevar a la vida eterna. Amén.

Oh Adorable Corazón de Jesús, por los dolores que sufriste pendiendo en la cruz, por tus cinco llagas y tu costado herido, por lo latigazos recibidos y por tu preciosísima sangre derramada para nuestra salvación, te suplicamos que purifiques y redimas el alma de tu siervos y hermanos nuestros a quienes ya has llamado de este mundo.

Dales la vida eterna y concédeles el descanso eterno que solo obtenemos al estar a tu lado. Dales la eterna luz para que gocen en el cielo de la gloria de tus santos. Otórgales, Señor, tu divina protección.
Consuélanos a quienes sentimos su muerte y haz que llegue a nosotros siempre la resignación cristiana. Que aceptemos el estado de la muerte como un paso transitorio y obligado hacia la vida verdadera que se obtiene estando a tu lado.

Todo esto te lo pedimos por el purísimo Corazón de María, nuestra augusta Madre y por la intención de tu padre punitivo San José, quien compartió su vida con la Tuya y a quien luego despediste de este mundo terrenal. Amen

Señor y Dios nuestro, concede a nuestros hermanos difuntos el perdón de sus pecados y dales el descanso eterno. Amén.

Lectura bíblica: Ap 21, 2 – 7

"Y vi la Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: «Esta es la morado de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado. Entonces dijo el que está sentado en el trono: «Mira que hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estás son palabras ciertas y verdaderas.» Me dijo también: «Hecho está, yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin; al que tenga sed, yo le daré del manantial del agua de la vida gratis. Está será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él, y él será hijo para mí". Palabra de Dios.

ORACIÓN FINAL PARA CADA DÍA:

Oh Dios mío, de quien es propio compadecerse y perdonar: te rogamos suplicantes por las almas de tus siervos que has mandado emigrar de este mundo, para que no las dejes en el purgatorio, sino que mandes que tus santos ángeles las tomen y las lleven a la patria del paraíso, para que, pues esperaron y creyeron en ti, no padezcan las penas del purgatorio, sino que posean los gozos eternos. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

V. Dales, Señor, el descanso eterno.
R. Y luzca para ellos la luz perpetua.
V. Descansen en paz.
R. Amén.

*Esta novena ha sido elaborada para orar por nuestros difuntos y puede ser adaptada para rezarla por una sola persona y en cualquier época del año. 

Alfredo Delgado Rangel.

miércoles, 19 de octubre de 2016

NOVENA A SAN JUDAS TADEO... Patrono de los casos difíciles y desesperados

«PRIMER DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, El Señor te llamó a la gracia del apostolado, y tú correspondiste hasta dar la vida por Él. Consígueme del Señor que yo también sea fiel en el cumplimiento de su voluntad.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«SEGUNDO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, tú aprendiste de Jesús el amor que te llevó al martirio. Consígueme del Señor que yo también le ame con un amor de preferencia.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«TERCER DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, tan grande fue tu amor al prójimo que no te perdonaste trabajo alguno para atraerlos a Dios. Consígueme del Señor que yo posponga mis intereses por la gloria de Dios y por el bien de mi prójimo.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«CUARTO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, fue tanta tu abnegación que desterraste el hombre viejo de pecado para que Cristo viviera en ti. Consígueme del Señor, que mortificando mis pasiones, viva sólo para Él.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«QUINTO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, tú detestaste la gloria y ostentación del mundo para implantar la Cruz y el Evangelio. Consígueme del Señor que yo sólo me gloríe en la Cruz de Cristo viviendo conforme al Evangelio.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«SEXTO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, tu dejaste todo para seguir al Maestro. Consígueme del Señor que yo esté pronto a sacrificar por Dios aún mi propio interés.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«SÉPTIMO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, tan grande fue tu celo santo que hiciste salir de los ídolos a los demonios. Consígueme del Señor, que detestando los ídolos que me dominan, adore sólo a mi Dios.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«OCTAVO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, entregando tu vida y tu sangre diste valeroso testimonio de fe. Consígueme del Señor que, detestando todo temor, sepa dar testimonio de Cristo ante los hombres.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.

«NOVENO DÍA»

ORACIONES INICIALES PARA CADA DÍA:

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Jesús, mi Señor y Redentor, yo me arrepiento de todos los pecados que he cometido hasta hoy, y me pesa de todo corazón, porque con ellos ofendí a un Dios tan bueno.
Propongo firmemente no volver a pecar y confío que por tu infinita misericordia me has de conceder el perdón de mis culpas y me has de llevar a la vida eterna. Amén

¡Oh gloriosísimo Apóstol San Judas! Siervo fiel y amigo de Jesús. El nombre del traidor que entregó a tu querido Maestro en manos de sus enemigos ha sido la causa de que muchos te hayan olvidado, pero la Iglesia te honra e invoca universalmente como patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mí que soy tan miserable y haz uso, te ruego, de ese privilegio especial a tí concedido de socorrer visible y prontamente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que reciba los consuelos y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (aquí se hace la petición particular), y para que bendiga a Dios contigo y con todos los escogidos por toda la eternidad.

Te prometo, glorioso San Judas, acordarme siempre de este gran favor y nunca dejaré de honrarte como a mi especial y poderoso protector y hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción. Amén.

ORACIÓN DEL DÍA:

San Judas Tadeo, habiendo recibido el premio y la corona has hecho evidente tu protección obrando prodigios y maravillas con tus devotos. Consígueme del Señor que yo sienta tu protección para que pueda cantar eternamente sus maravillas.

ORACIONES FINALES PARA TODOS LOS DÍAS:

San Judas Tadeo, ruega por mí y por todos los que piden tu protección.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V. San Judas Tadeo, Apóstol glorioso.
R. Haz que mis penas se vuelvan en gozo.

Glorioso Apóstol, San Judas Tadeo, por amor de Jesús y María, escucha mi oración y protege a cuantos con fervor te invocan. Amén.


«LETANÍAS DE SAN JUDAS TADEO» 

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Oh Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros.
Oh Dios Hijo, Redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Oh Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
San Judas, pariente de Jesús y María (Ruega por nosotros).
San Judas, que viviendo en la tierra fuiste digno de ver a Jesús y María y de gozar de su compañía (Ruega por nosotros).
San Judas, elevado a la dignidad de Apóstol (Ruega por nosotros).
San Judas, que tuviste el honor de contemplar a tu Divino Maestro humillarse a lavar tus pies (Ruega por nosotros).
San Judas, que en la última cena recibiste la Sagrada Eucaristía de las manos de Jesús (Ruega por nosotros).
San Judas, que después del profundo dolor que te causó la muerte de tu querido Maestro, tuviste el consuelo de contemplarlo resucitado de entre los muertos y de asistir a su gloriosa Ascensión (Ruega por nosotros).
San Judas, que fuiste lleno del Espíritu Santo en el día de Pentecostés (Ruega por nosotros).
San Judas, que predicaste el Evangelio en Persia (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste grandes milagros con el poder del Espíritu Santo (Ruega por nosotros).
San Judas, que volviste la salud de alma y cuerpo a un rey idólatra (Ruega por nosotros).
San Judas, que hiciste callar a los demonios y confundiste sus oráculos (Ruega por nosotros).
San Judas, que pronosticaste a un príncipe débil una paz honrosa con su poderoso enemigo (Ruega por nosotros).
San Judas, que quitaste de las serpientes mortíferas el poder de dañar al hombre (Ruega por nosotros).
San Judas, que despreciando las amenazas de los impíos predicaste valerosamente la doctrina de Cristo (Ruega por nosotros).
San Judas, que sufriste gloriosamente el martirio por amor a tu divino Maestro (Ruega por nosotros).
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh Apóstol Bendito con confianza te invocamos!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
¡Oh San Judas, esperanza del desesperado, ayúdame en mi aflicción!
Que por tu intercesión, así los sacerdotes como el pueblo fiel de la Iglesia reciban un celo ardiente por la Fe de Jesucristo. (Te rogamos, óyenos).
Que defiendas al Soberano Pontífice y alcances la paz y la unidad a la Iglesia Santa. (Te rogamos, óyenos).
Que los paganos e incrédulos se conviertan a la verdadera fe. (Te rogamos, óyenos).
Que la fe, la esperanza y la caridad aumenten en nuestros corazones. (Te rogamos, óyenos).
Que nos veamos libres de todos los malos pensamientos y de todas las acechanzas del demonio. (Te rogamos, óyenos).
Que nos guardes de todo pecado y de toda ocasión de pecar. (Te rogamos, óyenos).
Que nos defiendas en la hora de la muerte contra la furia del demonio y de sus malvados espíritus. (Te rogamos, óyenos).
Ruega por nosotros, para que antes de la muerte expiemos todos nuestros pecados con sincero arrepentimiento y la recepción digna de los Santos Sacramentos.
Ruega por nosotros para que alcancemos un juicio favorable.
Ruega por nosotros para que seamos admitidos en la compañía de los bienaventurados para gozar de la presencia de Dios eternamente.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Óyenos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo. Ten piedad de nosotros.
Ruega por nosotros, San Judas Tadeo.
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.