viernes, 12 de febrero de 2016

«DIEZ AÑOS DESPUÉS»... El aquí y ahora de mi misión.

En estos días estoy celebrando el décimo aniversario de mi anterior viaje a  África... ¡Qué rápido pasa el tiempo! 

Vienen a mi mente las palabras de San Pablo: “Predicar el Evangelio no es para mí ningún motivo de gloria; es para mí una necesidad imperiosa. ¡Pobre de mí si no anuncio el Evangelio!”.
(1Cor 9,16)

¿A qué me lleva el Señor a Sierra Leona? ¿Por qué he sido constituido Misionero de la Misericordia por el papa Francisco? ¿Qué es lo que tengo y debo de hacer allá? ¿Podré descubrir lo que el Señor tiene preparado para los años venideros en mi vida misionera? Y si lo hago… ¿Estaré bien de salud para servirle al cien? Estas y muchas preguntas más cruzan por mi mente. Se que el Señor ha tomado mi vida quebrantada por el pecado y mi débil salud para que sus Manos Misericordiosas cambien mi existencia y la de muchos. Él habrá de ayudarme siempre, como lo ha hecho hasta el día de hoy,  a recordar que soy lo que soy, polvo y miseria al servicio de su Misericordia —como decía nuestra beata madre fundadora María Inés— sí, polvo y miseria que con el Agua Viva del Señor se transforman en barro que se quiere dejar moldear en sus manos como una vasija que en medio de las debilidades ha sido restaurada por sus manos una y otra vez; por esas manos divinas que me crearon a su imagen y semejanza para que en medio del mundo, como un granito de arena, sea yo un generoso sacerdote, un religioso y misionero portador de misericordia para todos aquellos que se acercan a buscar al Señor y así dentro de esta misión tan hermosa para la que me ha elegido en África, en Europa, en América y donde Él quiera,  sea expresión de su misericordia que sale al encuentro de todos. ¡Qué difícil misión y qué gande me queda!

Siento el llamado nuevamente, escucho su voz diciendo nuevamente mi nombre aún en medio de un mundo que no hace silencio, sino que grita con voces de hombres y mujeres de toda clase y condición buscando misericordia.

Quiero ser expresión de ese Dios misericordioso que me da la vida y la vocación, y con ello la capacidad de absolver y restaurar corazones, como otros han restaurado el mío.

El Santo Padre, ayer en la mañana me ha dado su bendición. El Papa me ha dicho que confiese mucho y que perdone mucho... ahora peregrino por el mundo y escribo en una escala en el aeropuerto de Bruselas viendo tanta gente ir y venir, muchos, casi lo puedo asegurar, sin un rumbo fijo, sin saber a donde van. 

Se me acaba el tiempo libre de Internet y me quedo como el barro en las manos del Señor, El Alfarero y quiero ir a Sierra Leona y a todas partes a dar frutos cumpliendo mi encomienda, la que el Señor me dio al enviarme a este mundo cuando ya pensaba que sería su misionero, quiero dar frutos en la vocación de vida, frutos en la vocación de cristiano, frutos en la vocación como sacerdote, religioso y misionero.

Han pasado diez años desde aquel viaje hermoso que ha quedado grabado en mi corazón y en un diario que, si no se me ha perdido, algún día compartiré. Hoy inicio otro diario o no tanto, no lo sé, llegaré a celebrar la Misa en Lunghi y mañana tendremos retiro con el padre Pepe, los hermanos Eduardo y Ricardo y algunas hermanas... ¿Me acompañan?

Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.

miércoles, 10 de febrero de 2016

«DECALOGO CUARESMAL»... Pistas para vivir la Cuaresma

La comunidad de Misioneras Clarisas de la casa de «Garampi» en Roma, es una comunidad llena del fuego de la misión. Está integrada en su mayoría, por hermanas jóvenes que están realizando estudios en alguna de las universidades católicas de esta hermosa ciudad, centro de la cristiandad.

En medio de las ocupaciones de una comunidad que combina de maravilla y espectacularmente el trabajo de atención a peregrinos de diversas naciones, con el hacer tareas y preparar exámenes, brilla el amor a la vida consagrada y se percibe, simplemente al llegar, el aire inesiano de la sencillez y la vida de alegría en una entrega misionera que no conoce fronteras. ¡No hay quien venga a Garampi y se vaya triste!

Estas mujeres, invadidas por el «Evangelio de la Alegría», tienen siempre mucha creatividad para ir viviendo los tiempos litúrgicos y el sentir de la Iglesia.

Me encontré que para la Cuaresma han hecho un «DECALOGO CUARESMAL» con frases de la beata María Inés Teresa del Santísimo Sacramento y les he pedido permiso para compartirlo, porque, en este ambiente del Año Jubilar de la Misericordia, mucho nos puede servir:

«DECÁLOGO CUARESMAL»

I. Romperás de una vez por todas con lo que tú bien sabes que Dios no quiere. 

«Jesús dedicó solo 3 años a su vida pública y apostólica, para darnos ejemplo de oración, de ocultamiento, de silencio, de trabajo, de sumisión» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 803).

II. Compartirás tu pan con el hambriento, tus palabras con el que vive en soledad, tu tiempo y consuelo con el que sufre, tu sonrisa con el triste, tu caridad con TODOS. 

«¿Cuál será este lenguaje que el mundo puede entender? El de la oración, el del sacrificio, el de la entrega total, el de la carencia de egoísmo, el de dar con una sonrisa, el saber infundir en quienes se cruzan en mi camino una gran confianza en Dios» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 805)

III. Dedicarás un buen tiempo todos los días para estar a solas con Dios. 

«Que aquí las almas sean: Oración. Que ella sea su alimento cotidiano y continuo, no sólo en las horas dedicadas oficialmente a este hermoso ejercicio, sino aún en todas las ocupaciones del día» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 298).

IV. Confiarás en Dios a pesar de tus pecados y miserias. Creerás que Dios es más fuerte que todo el mal del mundo. 

«Sí, la confianza será siempre mi faro, mi guía, mi sostén, mi victoria. ¿Qué tengo yo para triunfar? ¡Polvo y miseria! En cambio, ¿qué tengo de Dios? El ser, la conservación, la preservación, la gracia, la fe, la vocación, sus dones, el amor: imperfecto sin duda, pero para él solo» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 663).

V. Mirarás sólo a Dios y a tus hermanos. 

«Mira las necesidades de tus hermanos y ya no tendrás tiempo de pensar en ti. «Enséñame a ser como tú, dulcísimo Jesús, que mis atenciones, mis cuidados, mis amores, sean para las almas que me has encomendado. ¡Sálvalas!» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 689).

VI. Ayunarás de palabras vanas. Ayunarás de malos pensamientos. Ayunarás de toda hipocresía. 

«¡Así son las almas que se tienen por justas. Sus apreciaciones sobre los demás son siempre duras, inflexibles; en cambio las almas a quienes el Divino Maestro instruye, saben considerar, saben disculpar, saben sostener, saben empujar suavemente hacia la santidad!» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 678).

VII. Perdonarás una y mil veces a quien te ha herido, con causa o sin ella, justa o injustamente, esté arrepentido o no. 

«Que el dulcísimo Jesús, sea el amor con que todos los misioneros amemos a todas las almas, empezando con un amor muy exquisito por nuestros propios hermanos... amor santo, puro, sin egoísmos, con delicadezas de madre y con espíritu varonil» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 682).

VIII. Ofrecerás sacrificios agradables al Señor. Los harás en silencio, sin que nadie se de cuenta. 

«Mi vida tiene que ser una constante inmolación, de alma sobre todo, aunque también de corazón y de cuerpo. Enséñame, Divino Maestro, a no inquietarme, a vivir, momento por momento, amorosamente en Ti» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 680).

IX. Amarás la humildad y procurarás vivirla; no buscarás los honores, ni los puestos, ni el poder, ni la fama, que todo eso es de Dios; te harás servidor de todos. 

«Y a mí, ¿qué me dices, Jesús amado, desde la oscuridad profunda del seno de tu Madre? ¡Ah, que divinas enseñanzas! Qué humildad la tuya y la de tu Madre Santísima... Aquí me enseñas a ser humilde, a que ame la oscuridad y el olvido, el desprecio de todo lo que no seas tú o a ti me lleve» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 428).

X. Anunciarás a los hombres la verdad del Evangelio. Les dirás sin temor que Dios los ama, que se ha hecho hombre por ellos y ha muerto en la cruz para salvarlos. 

«Fijo mis ojos en la Eucaristía, me reclino como el discípulo amado sobre su Corazón agradable, me escondo en el Corazón purísimo de María, de la Madre nuestra vestida de Guadalupana, voy con el anhelo, con mi fe y mi esperanza a los cuatro polos de la tierra, para llevar a todas partes las inmensas riquezas espirituales, que Nuestra Madre la Santa Madre Iglesia pone a mi disposición, y me siento, yo me siento inmensamente rica, sueña de todos esos tesoros que son muy míos, y los negocio por las almas» (María Inés Teresa del Santísimo Sacramento, Obras Completas p. 359).

MISA DE ENVÍO DE LOS MISIONEROS DE LA MISERICORDIA...Miércoles de Ceniza 2016

martes, 9 de febrero de 2016

LA REUNIÓN DEL PAPA FRANCISCO CON LOS MISIONEROS DE LA MISERICORDIA...

Esta tarde, en vísperas del Miércoles de Ceniza, El Papa Francisco se ha reunido con alrededor de 700 sacerdotes a quienes nos ha nombrado «Misioneros de la Misericordia» sacerdotes que durante el Año Santo, tendremos el encargo de ser predicadores de la Misericordia Divina y confesores especiales, con la facultad de perdonar en todo el mundo, los pecados reservados a la Sede Apostólica llevando el regalo del perdón y del amor de Dios.

La tarde de hoy fue muy especial, pues iniciamos reuniéndonos los sacerdotes de todo el mundo en el Castel Sant'Angelo para formar grupos por las diversas lenguas e iniciar la peregrinación a pasar la puerta santa y a venerar las reliquias de San Leopoldo Mandic y de San Pío de Pietrelcina en la Basílica de San Pedro. luego fuimos conducidos a la Sala Regia del Palacio Apostólico del Vaticano, 

Allí, al ir entrando, se nos entregó una carta en la que la Santa Sede ha precisado que si bien todos los sacerdotes pueden perdonar el pecado del aborto en este Año Santo, los «Misioneros de la Misericordia» están autorizados para perdonar otros cuatro pecados graves que son reservados a la Sede Apostólica: La profanación de las especies (hostias y vino consagrado) de la Eucaristía robándolas o guardándolas para algún propósito sacrílego, el uso de la fuerza física contra el Romano Pontífice, la absolución de un cómplice en un pecado contra el sexto mandamiento (por ejemplo si un sacerdote tiene relaciones sexuales con una mujer o con otro hombre, luego lo confiesa y lo absuelve de ese pecado); y la violación del secreto de confesión.

El Santo Padre, en el mensaje que nos dirigió, destacó lo siguiente:

"Ser misionero de la misericordia es una responsabilidad que les es confiada a ustedes porque se les pide ser en primera persona, testimonio de la cercanía de Dios y de su modo de amar. ¿Cómo debe ser el misionero de la misericordia para que el mandato que recibirán pueda ser realizado de manera coherente y como una ayuda concreta para tantas personas que se acercarán a ustedes?

Todos los misioneros que han sido elegidos para esta misión están llamados a expresar la maternidad de la Iglesia. La Iglesia es Madre porque genera siempre nuevos hijos en la fe, la Iglesia es Madre porque nutre la fe y la Iglesia es Madre también porque ofrece el perdón de Dios, regenerando a una nueva vida, fruto de la conversión".

El Papa nos dijo que “no podemos correr el riesgo de que un penitente no perciba la presencia materna de la Iglesia que lo acoge y lo ama. Si viniera a menos esta percepción, a causa de nuestra rigidez, sería un daño grave en primer lugar para la fe misma, porque impediría al penitente verse insertado en el cuerpo de Cristo, además limitaría mucho el que se sintiera parte de una comunidad.

Entrando en el confesionario, acordémonos que es Cristo quien acoge, es Cristo quien escucha, es Cristo quien perdona, es Cristo quien dona la paz. Nosotros somos sus ministros, y somos los primeros en necesitar ser perdonados por Él. Por tanto, cualquiera que sea el pecado que sea confesado, cada misionero está llamado a recordar la propia existencia de pecador y a servir humildemente como canal de la misericordia de Dios".

Otro aspecto del que el Papa nos habló fue el de “saber observar el deseo de perdón presente en el corazón del penitente, un deseo fruto de la gracia y de su acción en la vida de las personas, que permite sentir la nostalgia de Dios, de su amor y de su casa. En la confesión, el corazón se vuelve a Dios reconociendo el mal hecho, pero con la esperanza de obtener el perdón. Este deseo se refuerza cuando se decide en el propio corazón cambiar de vida y no querer pecar más. Hay que dar gran espacio a este deseo de Dios y de su perdón, así como hacerlo emerger como verdadera expresión de la gracia del Espíritu que lleva a la conversión del corazón”.

El último tema que trató el Papa en estos momentos inolvidables y sumamente comprometedores fue “un componente del que no se habla mucho, «la vergüenza«. No es fácil ponerse delante de otro hombre, sabiendo que es representante de Dios y confesar el pecado. La vergüenza es un sentimiento íntimo que incide en la vida personal y requiere de parte de confesor una actitud de respeto y ánimo. ¡Qué importante es nuestro papel en la confesión! Ante nosotros hay una persona «desnuda», con su debilidad y sus límites, con la vergüenza de ser un pecador. No olvidemos que ante nosotros no existe el pecado, sino el pecador arrepentido, una persona que siente el deseo de ser escuchada y perdonada, un pecador que promete no querer alejarse más de la casa del Padre y que, con las pocas fuerzas que encuentra, quiere hacer todo lo posible para vivir como hijo de Dios.

El tiempo pasó muy de prisa y se llegó el tiempo en que el Papa concluyó su discurso, recordándonos una vez más que “no estamos llamados a juzgar, con un sentido de superioridad, como si nosotros fuésemos inmunes al pecado” sino todo lo contrario: “ser confesor según el corazón de Cristo equivale a cubrir al pecador con la cubierta de la misericordia, para que no se avergüence más y pueda recuperar la alegría de su dignidad filial”.

“Un misionero de la misericordia —nos dijo el Papa— lleva sobre sus propias espaldas al pecador y lo consuela con la fuerza de la compasión”.

El día de mañana, Miércoles de Ceniza, estamos invitados a la Audiencia que todos los miércoles ofrece el Santo Padre y luego, por la tarde, en la Santa Misa de la imposición de la ceniza, seremos enviados por él para realizar, en nombre de Cristo, nuestra misión en todo el mundo. Como he dicho ya, yo he sido enviado, en primer lugar a Sierra Leona para la Cuaresma y la Semana Santa, por lo cual me encomiendo a sus oraciones.

Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.

LOS MISIONEROS DE LA MISERICORDIA...

El Jubileo de la Misericordia, convocado por el Papa Francisco, aporta un elemento hasta ahora inédito para la Iglesia: Los «Misioneros de la Misericordia», que somos un grupo de sacerdotes cuya labor durante este Año Santo es la de llevar la reconciliación de Dios a todos los rincones del planeta.

“Es la primera que vez que sucede esto en un Jubileo y forma parte del deseo del Papa, para que pueda ser visible la extensión de su presencia, cercanía y el perdón de Dios”, ha explicado el Arzobispo Rino Fisichella, Presidente del Pontificio Consejo para la promoción de la Nueva Evangelización.

En su Bula «Misericordiae vultus», con la que convocó oficialmente el Jubileo de la Misericordia, el Papa Francisco anunció que enviará a estos sacerdotes «Misioneros de la Misericordia» por todo el mundo, especialmente durante la Cuaresma, por ser un tiempo especial de conversión. Yo estaré durante la Cuaresma y la Semana Santa en Sierra Leona.

Estos sacerdotes, ha dicho el Papa, «serán un signo de la solicitud materna de la Iglesia por el Pueblo de Dios, para que entre en profundidad en la riqueza de este misterio tan fundamental para la fe», y tendrán, desde el miércoles de ceniza, autoridad para «perdonar también los pecados que están reservados a la Sede Apostólica» hasta el 20 de noviembre de 2016, Solemnidad de Cristo Rey del Universo.

Toda la Iglesia debe orar por los «Misioneros de la Misericordia» para que sean signo vivo de cómo el Padre acoge cuantos están en busca de su perdón y artífices ante todos de un encuentro cargado de humanidad, fuente de liberación, rico de responsabilidad, para superar los obstáculos y retomar la vida nueva del Bautismo.

Los «Misioneros de la Misericordia» se deberán dejar conducir en su misión por las palabras del Apóstol: «Dios sometió a todos a la desobediencia, para tener misericordia de todos» (Rm 11,32), colaborando como predicadores convincentes de la misericordia anunciando la alegría del perdón.

Estos «Misioneros de la Misericordia», que son 1,070 sacerdotes diocesanos y religiosos de todas partes del mundo, deben ser confesores accesibles, amables, compasivos y atentos especialmente a las difíciles situaciones de las personas particulares.

Los Misioneros seremos invitados por los obispos diocesanos a acudir a sus respectivas diócesis, con el fin de animar las misiones populares o iniciativas específicas relacionadas con el Jubileo, haciendo especial referencia a la celebración del Sacramento de la Reconciliación. El Santo Padre, como se sabe, nos otorgará la autoridad para perdonar también los pecados reservados a la Sede Apostólica.

Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.

Soy Misionero de la Misericordia/I am a Missionary of mercy/Io sono Missionari della Misericordia...


Los primeros días del año, mientras estaba en un viaje misionero, recibí una carta del "Pontificio Consejo para la promoción de la nueva evangelización" designándome como uno de los "Misioneros de la Misericordia" del Papa Francisco.  Somos sacerdotes comisionados por el Papa para predicar y para escuchar confesiones en nombre de él, especialmente para los más necesitados de la sanación y misericordia compasiva de Dios durante el Año de la Misericordia 2016.  Recibiremos nuestra comisión en Roma el  Miércoles de Ceniza.  Seremos enviados como misioneros especiales en una Misa concelebrada con el Papa.  Recen para que yo pueda cumplir dignamente con este gran honor y privilegio, y por todos los Misioneros de la Misericordia.

The first days of the year, while I was on a mission trip, I received a letter from the "Pontifical Council for Promoting the New Evangelization" appointing me to Pope Francis's "Missionaries of Mercy."  These are priests commissioned by the Pope to preach and hear confessions on his behalf for those throughout the world most in need of the healing and loving mercy of God during this Year of Mercy 2016.  We will recibe this commission in Ash Wednesday and sent out in a concelebrated Mass of this day.  Please pray that I may worthily fulfill the great honor and privilege of this mission, and for all the Missionaries of Mercy.

I primi giorni dell'anno, durante un viaggio di missione, Ho ricevuto dal "Pontificio Consiglio per la Promozione della Nuova Evangelizzazione" l'assegnazione per essere un membro dei "Missionari della Misericordia" di Papa Francisco. Siamo sacerdoti incaricati dal Papa di predicare e ascoltare le confessioni per coloro che hanno bisogno di guarigione e compassionevole de Dio misericordioso durante il Anno della Misericordia 2016, Riceveremo il nostro impegno a Roma nel Mercoledì delle Ceneri. Saremo inviati come missionari in una speciale Messa concelebrata con il Papa. Per favore pregate che io possa degnamente adempiere a questo grande onore e privilegio, e per tutti i Missionari della Misericordia.

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

lunes, 8 de febrero de 2016

Los estatutos de la amabilidad...


Hace pocos días, Mons. José Rodríguez Carballo, secretario del dicasterio de la Vida Consagrada, nos recordó en el Congreso Internacional para clausurar el Año de la Vida Consagrada, que antiguamente, en los noviciados y en general en las casas de formación, se trataba mucho el tema de la urbanidad y las buenas costumbres. Se enseñaba y se insistía en formar en la amabilidad.

La amabilidad es una virtud, una cualidad definitoria de las personas y es una virtud que nace de esos buenos sentimientos que el hombre alberga por el simple hecho de ser imagen misma de Dios. “Los frutos del Espíritu son: amor, alegría, paz, tolerancia, amabilidad, bondad, fe, mansedumbre y dominio de sí mismo”. (Gál 5, 22-23)

Se es amable, principalmente, por el amor que se tiene a toda criatura por ser obra de Dios.
Si quien se encuentra en la etapa e la formación  inicial —en cualesquiera de las vocaciones que hay en la Iglesia— aprende desde pequeño a ser amable con los demás, se convierte en alguien digno de dar y recibir amor, que de hecho, es la traducción exacta del latín «amabilis» del cual proviene nuestra palabra en español. Si quienes ya vamos entrados en años de vida y de esa formación que nunca termina, nos re-estrenamos en la amabilidad... ¡el mundo a nuestro alrededor se hace nuevo! Porque hay que recordar a Cristo con la Samaritana (Jn 4) o con Zaqueo (Lc 19) o con los dos de Emaús (Lc 24) y muchos otros más que, en el Evangelio, recibieron un gesto amable de nuestro Redentor.

Hace poco  me encontré por allí estos«Estatutos de la amabilidad» que me vienen bien:

 Sonreír siempre a las personas con las que convives
 Ofrecerte siempre para ayudar
 Evitar o suavizar las penas a los demás
 Contener todo gesto de impaciencia o mal humor
 Cuidar especialmente a las personas difíciles
 Mandar siempre con benevolencia
 Ser comprensivo con los defectos y miserias del prójimo
 Excusar y defender a los que han fallado
 Corregir con delicadeza y sintiendo dolor por ello
 Ser respetuoso y cortés sin ser empalagoso
 Hablar siempre bien de los demás o mejor callar

No están mal ¿verdad? 

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

To be a priest...

viernes, 5 de febrero de 2016

UNA BENDICIÓN MUY ESPECIAL... De Miguel Márquez, carmelita descalzo

El pasado 29 de enero, el P. Miguel Márquez, provincial de la Provincia Ibérica de los Carmelitas Descalzos, ha tenido una intervención en el Encuentro Internacional de Roma que se celebró con motivo de la Clausura del Año dedicado a la vida Consagrada y nos dejó esta bendición que ahora quiero compartir con ustedes... ¡Por lo menos a mí me viene muy bien!

«Que Dios te bendiga con la INCOMODIDAD,
frente a las respuestas fáciles, las medias verdades, las relaciones superficiales,
para que seas capaz de profundizar dentro de tu corazón.

Que Dios te bendiga con la IRA,
frente a la injusticia, la opresión y la explotación de la gente,
para que puedas trabajar por la justicia, la libertad y la paz.

Que Dios te bendiga con LÁGRIMAS,
para derramarlas por aquellos que sufren el dolor, el rechazo, el hambre y la guerra,
para que seas capaz de estar a su lado, 
reconfortándolos y de convertir su dolor en alegría.

Que Dios te bendiga con suficiente LOCURA,
para creer que Él puede hacer diferente este mundo con tu pobreza,
para que creas que Dios puede lo que otros proclaman imposible.

Que Dios te bendiga con la NOCHE, 
para que tus ojos se abran a una luz mayor, a una verdad por descubrir,
para que te haga entrar en comunión con la noche de los que ahora no ven,
para que descubras una mirada que siempre ha estado y siempre estará.

Que Dios te bendiga con la SOLEDAD Y EL ABANDONO de todos,
para que empieces por fin a darte cuenta de quiénes son y de quién eres tú,
para que te descubras en tu desnuda verdad y aprendas a AMAR.

Que Dios te bendiga con el CANSANCIO,
para que, por fin, descanses de ti mismo y de lograr,
para que aprendas a respirar, a estrenar, para que Dios descanse en ti y contigo.

Que Dios te bendiga con la POBREZA, la DESNUDEZ y el VACÍO que te asusta, 
para que gustes la verdadera riqueza, el don inapreciable, 
y te dejes arropar y evangelizar por los pobres,

Señor, bendíceme, bendícenos a todos, nuestras hermanas y hermanos, con lo que tú sabes más necesitamos, con lo que tú más necesitas, COMO A TI TE DÉ LA GANA…»


Miguel Márquez, carmelita. Vaticano, 30 de enero 2016

miércoles, 3 de febrero de 2016

«VOY A BUSCAR LA RIQUEZA DE SU FE»... El Papa Francisco va a México

El Papa Francisco emprenderá del 12 al 17 de febrero un viaje a México. Con ese motivo la agencia Notimex ha recogido una serie de breves preguntas y expresiones de espera del pueblo mexicano. A su vez, el Papa ha respuesto con un vídeo que se transmite hoy en el sito de Notimex y que ahora comparto, una síntesis de preguntas y respuestas.


P. ¿A que viene a México? ¿Qué nos viene a traer a México?

Francisco .- ''Lo que más me mueve a mí es: ¿qué voy a buscar a México? Yo voy a México no como un Rey Mago cargado de cosas para llevar, mensajes, ideas, soluciones a problemas,... Yo voy a México como un peregrino, voy a buscar en el pueblo mexicano, que me den algo... voy a buscar la riqueza de fe que tienen ustedes, voy a buscar contagiarme de esa riqueza de fe... Ustedes tienen una idiosincrasia, una manera de ser que es fruto de un camino muy largo, de una historia que se fue forjando lentamente, con dolores, con éxitos, con fracasos, con búsquedas, pero hay como un hilo conductor. Ustedes tienen mucha riqueza en el corazón y, sobre todo, ustedes no son un pueblo huérfano porque se glorían de tener Madre, y cuando un hombre, o una mujer, o un pueblo no se olvida de su Madre, te da una riqueza que vos no la podés describir, la recibís, la transmitís. Bueno, yo voy a buscar un poco todo eso en ustedes. Un pueblo que no se olvida de su Madre, esa madre mestiza, esa madre que lo forjó en la esperanza''.

P.¿Que representa para el Papa la Virgen de Guadalupe?

'Francisco.- ''Seguridad, ternura. Cuántas veces estoy con miedo de algún problema o que ha sucedido algo feo y uno no sabe como reaccionar, y le rezo, me gusta repetirme a mí mismo: ''No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre?''. Son palabras de Ella: ''No tengas miedo''... Siento eso, que es Madre, que cuida, que protege, que lleva adelante un pueblo, que lleva adelante una familia, que da calor de hogar, que acaricia con ternura y que te quita el miedo..Dice mucho, es una imagen ''decidora'', la imagen de una Madre que cobija, que cuida, que está metida en su pueblo, con la tez de su pueblo. Eso es lo que siento delante de Ella. ... Lo que pediría es ? pero como un favor, a ustedes- que esta vez, que va a ser la tercera que piso suelo mexicano, me dejen un ratito sólo delante de la imagen. Es el favor que les pido''.

P.- ¿Cómo nos ayudaría a afrontar esta violencia que está pasando aquí?

Francisco.-''Violencia, corrupción, guerra, niños que no pueden ir a la escuela por sus países en guerra, tráfico, fabricantes de armas que venden armas para que las guerras en el mundo puedan seguir?: más o menos éste es el clima que hoy vivimos en el mundo, y ustedes están viviendo su pedacito, su pedacito de ''guerra'' entre comillas, su pedacito de sufrimiento, de violencia, de tráfico organizado. ...Si yo voy ahí, es para recibir lo mejor de ustedes y para rezar con ustedes, para que los problemas... que ustedes saben que está sucediendo, se solucionen, porque el México de la violencia, el México de la corrupción, el México del tráfico de drogas, el México de los carteles, no es el México que quiere nuestra Madre, y, por supuesto que yo no quiero tapar nada de eso, al contrario, exhortarlos a la lucha de todos los días contra la corrupción, contra el tráfico, contra la guerra, contra la desunión, contra el crimen organizado, contra la trata de personas.

''Que nos traiga un poco de paz'' - decía alguno de ustedes. La paz es algo que hay que trabajarla todos los días, es más -yo diría una palabra que parece una contradicción-, ¡la paz hay que pelearla todos los días!, hay que combatir todos los días por la paz, no por la guerra. Sembrar mansedumbre, entendimiento, sembrar paz. San Francisco rezaba: ''Señor, hacé de mí un instrumento de tu paz''. Quisiera ser en México un instrumento de paz, pero con todos ustedes. .. Y ¿cómo se amasa la paz? La paz es un trabajo artesanal, ... que se amasa con las manos, desde cómo educo yo a un chico, hasta cómo acaricio a un anciano, son todas semillas de paz... La paz nace de la ternura, la paz nace de la comprensión, la paz nace o se hace en el diálogo, no en la ruptura, y ésta es la palabra clave, el dialogo: diálogo entre los dirigentes, diálogo con el pueblo y diálogo entre todo el pueblo....No tenerle miedo a escuchar al otro, a ver qué razones tiene. Y, por favor, no entrar en ninguna, en ninguna trenza que por ganar dinero, me esclavice toda la vida en una guerra interior y me quite la libertad, porque la paz da libertad. Yo le voy a pedir a la Virgen, junto con ustedes, que les de esa paz, que la Guadalupana les regale la paz del corazón, de la familia, de la ciudad, y de todo el país''.

P. ¿Qué es lo que desearía y qué espera de nosotros?

Francisco .-''Yo voy para servir, para eso, para ser un servidor de la fe de ustedes, porque para eso me hice cura... porque sentí esa vocación... para servir a la fe del pueblo. Pero esa fe tiene que crecer y salir hacía afuera y meterse en la vida de todos los días, una fe pública. Y la fe se hace fuerte cuando es pública, sobre todo...en los momentos de crisis... Que hay una crisis de fe en el mundo, es verdad. Pero también es verdad que hay una gran bendición y un deseo.. de que la fe salga hacia afuera, que la fe sea misionera, que la fe no sea enfrascada, como en una lata de conserva. Nuestra fe no es una fe de museo y la Iglesia un museo. Nuestra fe es una fe que nace del contacto, del diálogo con Jesucristo, nuestro Salvador, con el Señor... Si la fe no sale a la calle, no sirve, y que la fe salga a la calle no significa solamente hacer una procesión. Que la fe salga a la calle significa que yo en mi lugar de trabajo, en mi familia, en las cosas que hago en la universidad, en el colegio, me muestro como cristiano.... La fe tiene que ser callejera, como Jesús. Si yo les pregunto a ustedes: ''¿En qué lugar pasó Jesús más tiempo de su vida? ¡En la calle! predicando el Evangelio, dando testimonio... Nuestra fe nos tiene que empujar a salir y no quedarnos encerrados con nuestro Jesús, y no dejarlo salir, porque Jesús sale con nosotros, si nosotros no salimos, no sale.... Renovar la fe quiere decir hacerla ''salidora'', hacerla callejera, que no le tenga miedo a los conflictos, sino que busque solucionar los conflictos familiares, escolares, sociales, económicos. La fe tiene que ser la inspiración mía a comprometerme con mí pueblo, y eso tiene sus riesgos, tiene sus peligros. Quisiera terminar robándole a la Madre sus palabras y que a través mío Ella se las diga a ustedes: ''No tengan miedo de salir, no tengas miedo hijito, hijita mía, acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre''.

Lo que nos deja el Año de la Vida Consagrada... «EVANGELIO, PROFECÍA, ESPERANZA»

Ayer se concluyó, con la Fiesta de la Presentación del Señor, el año dedicado a la Vida Consagrada. El Papa Francisco celebró la Santa Misa de Clausura en la majestuosa Basílica de San Pedro que lució literalmente abarrotada, al grado de que, al final, el Santo Padre saludó con un bellísimo mensaje improvisado a los cientos y cientos de consagrados que permanecieron afuera de la Basílica participando en la Misa.

El Papa Francisco, cuando convocó el año de la Vida Consagrada, dijo que quería «reproponer a toda la Iglesia la belleza y la preciosidad de esta peculiar forma de sequela Christi (seguimiento de Cristo), representada por todos los que han decidido dejarlo todo para imitar a Cristo más de cerca mediante la profesión de los consejos evangélicos».

Y así, con la llamada: «Despierten al mundo, ilumínelo con su testimonio profético y contracorriente», el Papa ha dejado resonar tres palabras programáticas que, durante todo este año, de manera particular, han encontrado cabida en el corazón de tantos que, dejándolo todo, han querido seguir al Señor de una manera más cercana y comprometedora: «Evangelio», «profecía» y «esperanza». Tres palabras que se entrelazaron con otras tres, expresadas en los documentos del magisterio que acompañaron este andar: «Alegrarse», «escrutad» y «contemplad».

El año de la vida consagrada, en primer lugar, ha invitado a quienes han elegido este tipo de vida, a que muestren a todos que, seguir a Cristo y poner en práctica su Evangelio, es algo que llena el corazón de alegría. Por eso, desde el inicio del año el Papa pedía que todo consagrado contagie de esta alegría a los que le rodean.

En segundo lugar, el año de la vida consagrada reanimó a los consagrados a «ser valientes» como profetas de nuestros tiempos. De este modo, el Año de la vida consagrada ayudó a que el mundo vea que, quien se siente amado por el Señor sabe poner en Él toda su confianza. «Con la fuerza del Espíritu Santo que los acompaña, vayan por los caminos del mundo y muestren el poder innovador del Evangelio, que puesto en práctica, realiza también hoy maravillas y puede dar respuesta a todos los interrogantes del hombre», fueron palabras claras y comprometedoras que brotaron de los labios del Santo Padre y se han quedado en el interior de los llamados a este seguimiento de Cristo.

Y finalmente, este año, ha lanzado a los todos los consagrados del mundo el reto de «ser hombres y mujeres de comunión». Al respecto, el Año de la vida consagrada recuerda que mostrar la fraternidad universal no es una utopía, sino el signo mismo de Jesús por toda la humanidad y que ha quedado plasmado en los consagrados.

El don de año de la vida consagrada ha recordado que cada consagrado es y hace misión, una misión llena de esperanza en un mundo nuevo, que puede ser transformado al ser tocado por la misericordia de quienes han decidido seguir e imitar al Señor más de cerca. El año de la vida consagrada ha venido a poner en movimiento  y ha señalado un camino: «volver a Jesucristo, a su Palabra, al Evangelio de la alegría». Este año ha venido a romper miedos, a dejarse conducir por el resucitado, que espera tanto de los consagrados para impulsar la vida de fe en todas partes. 

El Papa, la iglesia y el mundo entero, al final del año de la vida consagrada, pueden estar seguros de que cuentan con los consagrados, cuya responsabilidad es grande, no detenerse en el camino de la conversión para vivir el presente con pasión y abrirse al futuro con esperanza, haciendo presente y cercano un Dios capaz de saciar  la sed del corazón, que puede llenar de sentido la vida.

En cada consagrado y consagrada, ha quedado clara la tarea de prolongar la humanidad  de Jesús, sobre todo al contemplar  la necesidad y el sufrimiento de la gente. La vida consagrada tiene un rostro universal  y está encarnada  como servicio a los hermanos, se pone a caminar al lado de ellos y permanece, aunque eso suponga perder la vida. El testimonio de tantos consagrados en el mundo consiste en que en los gestos, en las obras, en las palabras de cada uno y de cada una, y en cada comunidad, emerge el otro, el Señor. El testimonio, como eje de la misión de la Iglesia, se ha consolidado, en el año de la vida consagrada, para cada consagrado, en un vivir la propia humanidad como teofanía, como revelación de la vida de Cristo, a la manera en que vivió cada fundador y cada fundadora.

En un tiempo en el que el mundo se ha hundido en una crisis muy grave, los consagrados han visto que deben presentar una propuesta convincente que pueda atraer la atención de tantos jóvenes contemporáneos y se haga invitación para seguir a Cristo; porque la crisis de valores y de identidad que se extiende por el mundo, toca también a la Iglesia en la tentación del individualismo decaído en un subjetivismo exasperado que hace que los jovencitos, al llegar a la edad de la elección, se pierdan entre tantas y tan atractivas propuestas que hacen a un lado al Señor y su reino. Nunca como hoy debe ser la hora de las mujeres y los hombres consagrados que viven una vida recibida como don que puede contagiar a otros con el solo testimonio de vida de comunidad y no en la autoreferencialidad, sino en el seguimiento desinteresado de Aquel que vivió casto, pobre y obediente.

Sí, el año de la vida consagrada nos ha dejado hombres y mujeres convencidos de que el seguimiento de Cristo mantiene despierto y lleva a despertar al mundo. Es hora de despertarnos todos, de tener la valentía de María, la mujer que consagró totalmente su vida al Señor en la alegre entrega de un "sí", la mujer que escrutando su corazón, supo guardar allí un tesoro valioso y, contemplando el rostro del Señor, supo decirnos: "hagan lo que él les diga".

En la Misa de clausura, en la que pudimos concelebrar un buen número de sacerdotes, entre ellos el padre Pepe y yo, y en donde el prefecto de la Congregación agradeció al Santo Padre el regalo de este año, el Papa Francisco, en la homilía, y en el mensaje improvisado el final, dejó pautas, porque el Año de la Vida Consagrada ha terminado, pro la tarea de hacer vida todo esto ha empezado. Estas son algunas de sus palabras:

''Ante nuestros ojos hay algo sencillo, humilde y grande: María y José llevan a Jesús al templo de Jerusalén. Es un niño como tantos...  Este Niño nos trae la misericordia y la ternura de Dios: Jesús es el rostro de la Misericordia del Padre. Y éste es el icono que el Evangelio nos presenta al final del Año de la Vida Consagrada... que ahora como un rÍo, confluye ahora en el mar de la misericordia, en este inmenso misterio de amor que estamos experimentando con el Jubileo extraordinario''.

''Simeón y Ana son la espera y la profecía, Jesús es la novedad y el cumplimiento: Él es la perenne sorpresa de Dios; en este Niño nacido para todos se encuentran el pasado, hecho de memoria y de promesa, y el futuro, lleno de esperanza''.

''Los consagrados y las consagradas están llamados, ante todo, a ser hombres y mujeres del encuentro. La vocación... no es el resultado de un proyecto nuestro... sino de una gracia del Señor que nos alcanza, a través de un encuentro que cambia la vida. Quien verdaderamente encuentra a Jesús no puede permanecer igual que antes...Quien vive este encuentro se convierte en testimonio y hace posible el encuentro para los otros; y también se hace promotor de la cultura del encuentro, evitando la autoreferencialidad que nos hace encerrarnos en nosotros mismos''.

''El Evangelio también nos dice que... «su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él»… José y María custodian el estupor por este encuentro lleno de luz y de esperanza para todos los pueblos. Y también nosotros, como cristianos y como personas consagradas, somos custodios del estupor. Un estupor que pide ser renovado siempre...¡Ay, de la costumbre en la vida espiritual! ¡Ay, de cristalizar nuestros carismas en una doctrina abstracta!: Los carismas de los fundadores no son para encerrarlos en una botella, no son piezas de museo. Nuestros fundadores fueron movidos por el Espíritu y no tuvieron miedo de ensuciarse las manos con la vida cotidiana, con los problemas de la gente, recorriendo con coraje las periferias geográficas y existenciales''.

''De la fiesta de hoy aprendemos a vivir la gratitud por el encuentro con Jesús y por el don de la vocación a la vida consagrada. Agradecer, acción de gracias: Eucaristía. Que bonito es encontrar el rostro feliz de personas consagradas, quizás ya ancianos como Simeón o Ana, felices y llenas de gratitud por la propia vocación. Esta es una palabra que puede sintetizar todo aquello que hemos vivido en este Año de la Vida Consagrada: gratitud por el don del Espíritu Santo, que anima siempre a la Iglesia a través de los diversos carismas''.

''Gracias por terminar así, todos juntos, este Año de la Vida Consagrada. Seguid adelante. Cada uno de nosotros tiene un lugar, tiene una tarea en la Iglesia. Por favor no os olvidéis de la primera vocación, de la primera llamada. Recordadlo: El Señor continúa llamándoos hoy con el mismo amor. ¡Que no disminuya la belleza y el estupor de la primera llamada! Y después seguid trabajando... Siempre hay algo que hacer. Lo principal es rezar, el meollo de la vida consagrada es la oración. Rezar. Y así envejecer, pero envejecer como el buen vino.''

''Os digo también que a mí me gusta tanto encontrar a esos religiosos, a esas religiosas ancianos, pero con los ojos brillantes porque tienen el fuego de la vida espiritual encendido. No se ha apagado ese fuego... Seguid trabajando y mirad al mañana con esperanza, pidiendo siempre al Señor que nos mande vocaciones, para que nuestra obra de consagración siga adelante. Y la memoria: no os olvidéis de la primera llamada; el trabajo de todos los días ? y la esperanza de seguir adelante y de sembrar bien para que los que vengan después de nosotros reciban la herencia que les dejamos''.

Alfredo Delgado Rangel, M.C.I.U.

MISA DE CLAUSURA DEL AÑO DE LA VIDA CONSAGRADA: