viernes, 29 de julio de 2016

Por un simple «sí»... La profesión religiosa de 11 hermanas Misioneras Clarisas


Son muchos los libros y artículos que hablan sobre el tema de la vocación, que, como sabemos, es una invitación al seguimiento. A esa invitación, nos dicen tantos y tantos estudiosos y escritores, corresponde el don, el don de quien se sabe llamado a seguir a Aquel que llama a dedicar la vida a la causa del Reino.

El llamado se entrega a Dios por sí mismo, libre y espontáneamente, sin que nada ni nadie lo obligue o lo presione y así, el anhelo de dar la vida por la salvación de las almas, brota de ahí... por un simple «Sí». 

Dios llama, aquel que atiende a la invitación del Señor responde y se establece un camino vocacional con una misión concreta en lo que el mismo Dios va pidiendo, porque, el consagrarse, implica que al darse, el llamado ya no se pertenece, le pertenece a Dios a quien queda consagrado.

La invitación, desde esta perspectiva, es cuestión de amor, al igual que la respuesta que se pueda dar al Señor. Es una invitación del Amor a seguirle por amor, para amarle y para hacerle amar. Darse, en este clima de amor, no es dar el propio trabajo o las cosas que se poseen, sino entregar el propio corazón para que el Padre se complazca en él viendo a su Hijo Jesucristo que vuelve a pasar por el mundo haciendo el bien (cf. Hch 10,38).

El primer paso que ha de dar el llamado, para corresponder a la voz de Dios que le invita a seguirle, es fiarse de Aquel que lo está llamando. Todo aquel que ha escuchado el llamado y se pone en camino, se fía de la palabra del que llama: «Ven y verás» (cf. Jn 1,39). Es preciso ir para ver, es preciso renunciar para elegir... Los hombres y las mujeres de nuestros tiempos estamos habituados a hacer lo contrario, porque primero queremos ver, para después posiblemente —si nos conviene— ponernos en camino.

Cuando vemos, en la historia de la Iglesia, el cúmulo de historias de santos, beatos y demás hombres y mujeres de bien que respondieron al llamado, podemos percibir una cosa muy importante. No ha sido el fanatismo lo que ha «obligado» a estos hermanos nuestros a seguir al Señor, ni tampoco la conveniencia o el miedo a condenarse, sino una «atracción fascinante», una atracción de Cristo que invita a dejarlo todo para ir tras de él.

Muchos de nosotros fuimos testigos apenas hace unos días, de la primera profesión de un grupo de once jovencitas que han decidido seguir a Cristo como Misioneras Clarisas del Santísimo Sacramento: Joseline Adilein, Alondra Teresita, Cristina, Ana Silvia (que tiene una hermana Misionera Clarisa, Rosario, a quien conozco desde antes de ingresar al convento), Montserrat, Maritza, Paola, Ana Laura, Norma Janeth, Elvia y Hena Claudia (a quien tengo la dicha de conocer desde muy pequeña, siguiendo de cerca su andar vocacional). Todas ellas, en una Misa muy solemne y concelebrada por varios sacerdotes, pronunciaron su «sí» como respuesta a la llamada de Dios para vivir en castidad, pobreza y obediencia después de haber finalizado su noviciado.

Monseñor Juan Esquerda Bifet presidió la Eucaristía y dirigió una emotiva homilía en la que nos fue llevando por los senderos del Amor que llama a ir tras de Él empezando desde nuestra llegada a este mundo gracias a la unión de nuestro padres, hasta el paso en que, como en la vocación de la beata María Inés Teresa, el corazón se va tras Él.

Ahora, cada una de estas hermanas irá a su nuevo destino como misionera de todo tiempo y lugar: El colegio, la parroquia, la guardería, el hospital, la casa de ejercicios, la universidad... en fin, la misión. El destino que les viene encomendado por la obediencia es solamente un medio que nunca prevalecerá sobre el fin, que es el amor de Dios en Cristo y, como los apóstoles, ellas serán expresión de la misericordia del Señor porque han decidido seguir a Cristo bajo el amparo de Santa María de Guadalupe, patrona principal de toda nuestra Familia Inesiana. ¡Felicidades hermanas y gracias por su testimonio en su «sí» al llamado del Señor.

¡Qué contenta estará la beata María Inés al ver que el «sí» que ella dio, cuando el Señor le pidió seguirlo y fundar nuestra Familia Inesiana, sigue latente en muchos corazones... ¡Felicidades hermanitas y que el Señor les de la perseverancia y la fidelidad!

Alfredo Delgado, M.C.I.U.

* En la fotografía de la cabecera aparecen con su Maestra y sub-maestra de Novicias, parte del equipo formador de la Casa Noviciado de las Misioneras Clarisas que ahora las ve partir.

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